Martes, 2 de enero de 2007 | Hoy
Entidades financieras que privilegian los préstamos personales antes que a las empresas. Firmas que autofinancian sus planes de inversión. Desencuentro entre dos viejos socios.
La mayoría de las empresas continuaron financiando sus proyectos de expansión por fuera del sistema bancario durante el año pasado. Así lo revela un informe de la consultora Ecolatina difundido ayer, donde se destaca que de los 23,7 puntos del PIB que representa la inversión bruta interna fija –a precios de mercado–, apenas 6,7 puntos (28,4 por ciento) surgen de fondeo proveniente de entidades financieras. Esta situación es consecuencia de un fuerte crecimiento del ahorro corporativo, que permite financiar los proyectos con el flujo de caja, y la reticencia de los bancos, que prefieren orientar sus créditos al consumo debido al menor riesgo y la mayor rentabilidad que representa ese segmento.
La situación actual contrasta fuertemente con el período 1993-2000 cuando la inversión promedio anual fue de 18,6 puntos del producto y el 77,8 por ciento se financió con recursos provenientes de los bancos. A diferencia de lo ocurrido durante la convertibilidad, las ganancias extraordinarias obtenidas por las empresas luego de la devaluación les permitió fondearse con recursos propios. Mientras tanto, los bancos han optado por focalizar su crecimiento en unidades de negocio más lucrativas, como los créditos al consumo.
En 2006, los préstamos de las entidades financieras al sector privado aumentaron casi 40 por ciento, representando 9,6 por ciento del producto y, dentro de ese conjunto, los préstamos personales exhibieron el mayor dinamismo aumentando 57,5 por ciento entre enero y noviembre. Detrás quedó el financiamiento a través de las tarjetas de crédito, que subió 46,1 por ciento y, por último, los prendarios, que lo hicieron al 39,2 por ciento. Según se destaca en el informe de Ecolatina, el impulso proviene de la constante recomposición de la masa salarial, ya que el aumento de las remuneraciones y del nivel de empleo y, por ende, la mejora en la previsibilidad de los ingresos, hace que los agentes económicos se vuelvan más propensos a endeudarse para incrementar sus niveles de gasto.
Para los bancos, la demanda de créditos de consumo termina siendo un gran negocio porque esas líneas son las que alcanzan las mayores tasas de interés. Entre enero y octubre, las tasas para los préstamos personales promediaron un 25,4 por ciento y las de tarjetas de crédito un 27,4 por ciento. Además, el horizonte de vencimiento de estos préstamos genera un balance natural con el plazo de los depósitos, ya que actualmente siete de cada diez pesos pueden retirarse de los bancos en un plazo menor a 60 días.
Otra de las causas que lleva a los bancos a inclinarse por este segmento es el menor riesgo crediticio que representa. Mientras que las carteras incobrables equivalen al 6,3 por ciento del total, dentro de las destinadas al consumo sólo 4,1 por ciento se encuentran en situación irregular, brecha que se mantiene, con altibajos, desde 1999. Por último, en el informe se destaca también que para los bancos resulta más fácil financiar el consumo porque el costo de evaluar esas líneas de crédito es sustancialmente inferior a la de definir la viabilidad credicia de un proyecto de inversión o el riesgo de crédito de una empresa.
De cada 10 pesos que los bancos prestaron al sector privado no financiero durante el año pasado, 3 fueron destinados exclusivamente al consumo y si bien el segmento exhibió un fuerte crecimiento, la tendencia está lejos de agotarse. Actualmente, ese segmento representa el 2,9 por ciento del PIB, mientras que durante el período 1996-2001 promedió el 4,3 por ciento. El porcentaje también es bajo si se lo compara con los indicadores de otras economías de la región. Por ejemplo, en Brasil, los préstamos al consumo equivalen a 10,4 y en Chile a 7,6 por ciento del PIB.
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