Martes, 2 de enero de 2007 | Hoy
EL PAíS › LUIS GEREZ HABLO Y AGRADECIO ANTE LA PRENSA
Pese al acuerdo para no dar detalles de su secuestro que pudieran interferir en la investigación, Gerez insistió en ofrecer una conferencia de prensa en la que sólo agradeció a quienes se movilizaron por su liberación. Todavía sigue shockeado y no puede dormir de noche.
Por Martín Piqué
Luis Angel Gerez conoció dos veces el infierno. En ambas pudo regresar para contarlo. De su primera detención en 1972 hasta el secuestro de 48 horas pasaron 34 años. Es como si el tiempo no hubiera transcurrido para él. “Una vez ya había vuelto de un calvario y me sentía vivo porque tenía el calor y el afecto de más de treinta mil compañeros desaparecidos. Hoy tengo el afecto de todos ustedes”, dijo. Esa experiencia se notaba en sus palabras. “Tengo mucha vida de aquí en más. Y ahora les digo que cada día que abra mis ojos los voy a tener presentes y el primer latido de mi corazón va a ser por ustedes.” En su primer contacto formal con la prensa tras ser liberado, Gerez se presentó ante las cámaras en un local de la agrupación Pensar Escobar. Sus compañeros decidieron que no responda preguntas, y él se limitó a contar cómo estaba, a agradecer al Presidente, al gobierno bonaerense y a las organizaciones que se movilizaron por su desaparición. “Ojalá que estas cosas no pasen nunca más. Tenemos que seguir luchando porque todavía falta que aparezca Julio López”, dijo.
La conferencia de prensa había sido convocada para el sábado, pero el estado emocional de Gerez había obligado a suspenderla. Cuando unos treinta periodistas lo esperaban en el local de Pensar Escobar –un ambiente angosto, pintado de blanco y gris con una lamparita colgando del techo y ningún afiche ni inscripción en las paredes–, el actor Alberto “Paco” Fernández de Rosa decidió postergar el encuentro. En ese momento Gerez todavía estaba muy conmovido por la declaración de tres horas ante la fiscal Andrea Palacios. La postergación alimentó el interés por escucharlo. Finalmente, ayer a las 20 Gerez apareció ante las cámaras acompañado por su mujer, Mirta Praino, y sus allegados más cercanos.
El albañil se sentó entre su esposa y Fernández de Rosa. Vestido con una remera beige, escuchó en silencio el tumulto entre camarógrafos y reporteros gráficos. Pareció recuperar fuerzas cuando tomó el micrófono con sus dos manos. Detrás y a un costado lo observaban el concejal Hugo Cantero y el avicultor Orlando Ubiedo, sentados en primera fila esperaban el secretario de Derechos Humanos bonaerense, Edgardo Binstock, y la diputada Juliana Di Tulio. “Está muy traumado, muy shockeado. No se olviden que pasó dos veces por la misma situación”, comentó Binstock a Página/12. El diagnóstico del funcionario se confirmó apenas comenzó a hablar el testigo del caso Patti. “Buenas tardes. Estoy en un momento en el que de verdad estoy bastante emocionado por todas las cosas que están pasando”, fue lo primero que dijo.
Gerez había llegado al local con un despliegue acorde con el revuelo que lo esperaba en la calle 25 de Mayo. Se bajó de un Chevrolet Corsa que manejaba “Paco” Fernández de Rosa, detrás venía una camioneta Toyota 4x4 con su mujer y la caravana la completaba una Trafic de la Bonaerense. Venían de San Fernando, porque desde el sábado a la tarde Gerez se instaló en la casa de su mujer, en la calle Alvear al 2800. Allí festejó el fin de año junto con sus afectos pero también con los vecinos. “Entre la 1 y las 6 de la mañana estuvo saludando y brindando con toda la gente de la cuadra. Le hizo muy bien”, contó el concejal Cantero. Su mujer dijo que uno de los momentos más emotivos fue cuando sus compañeros levantaron las copas “por la vida, por la libertad y por la democracia”.
En los próximos días Gerez se mudará a otro domicilio, que se mantendrá en riguroso secreto, porque su familia aceptó ingresar en el Programa provincial de Protección de Testigos. “Esta semana vamos a ir a La Plata para coordinar ese tema, contó Ubieto a Página/12.
Ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Rurales Ubieto tiene una estrechísima relación con el vicejefe de Gabinete bonaerense, Emilio Pérsico. En los ’80, ambos fueron parte de la mesa nacional del Peronismo Revolucionario, un frustrado intento de los ex JP y ex Montoneros por reconstruir la izquierda peronista “¿Cómo puede quedar una persona que estuvo con la cabeza embolsada y a la que le gatillaban permanentemente en la cabeza como si jugaran a la ruleta rusa? Luis tiene que terminar de creer que está vivo, tiene que poner los pies en la tierra después de haber navegado por el quinto infierno”, dijo Ubieto.
–Hay versiones de que el secuestro en realidad podría haberse tratado de una interna entre grupos peronistas de Escobar –lo consultó Página/12.
–Eso es material de desinformación en el cual la dictadura y los ex dictadores tienen muy buen manejo –contestó.
Al comienzo del día, la mujer de Gerez también había salido a contestar esos rumores. Consultada por la prensa en la puerta de su casa, Praino dijo que esas sospechas deberá despejarlas la Justicia. “No nos vamos a poner en la posición de contestar y analizar este tipo de declaraciones. Que diga quien quiera lo que corresponde, nosotros nos hemos plantado en la Justicia”, afirmó. El sábado, en declaraciones al diario La Nación, el ex comisario Luis Patti había dicho que a los autores del secuestro de Gerez había que buscarlos entre “los sectores oficialistas del partido de Escobar, con participación de funcionarios nacionales del oficialismo”.
En su testimonio ante la Justicia, Gerez dijo que reconoció la voz de Patti como la del represor que en 1972, durante la dictadura de Lanusse, ordenaba que le pusieran la picana “atrás de la oreja así se defeca”.
A Gerez se lo vio todo el tiempo contenido durante la conferencia de prensa que él insistió en convocar. No dio detalles de su cautiverio, no relató los tormentos a los que fue sometido. Según sus amigos, todavía no está en condiciones de contar con profundidad lo que vivió. Las secuelas de las 48 horas que pasó desaparecido se sumaron al recuerdo de aquella detención de 1972. “No puede dormir de noche. Sólo dos o tres horas, pero de día. Y hoy (por ayer) nos llamó a Paco y a mí porque necesitaba fuerzas. Se había quebrado otra vez”, contó Cantero a este diario.
La conmoción por la que todavía atraviesa el albañil quedó a la vista cuando quiso describir cómo estaba. “Estoy bastante emocionado”, dijo cuando comenzó a hablar. “Estoy bien, estoy perfecto”, se contradijo hacia el final. Había intentado explicar lo que para él significaba haber pasado dos veces por una detención ilegal, por la tortura, por la posibilidad de la muerte y la incertidumbre sobre el futuro. Aunque sin quebrarse, Gerez reconoció que estuvo en estado de shock luego de que sus raptores lo liberaran en Garín. “No estaba en condiciones buenas para saber quién era uno y quien era otro”, reconoció.
Como muchos argentinos de clase trabajadora y extracción humilde, Gerez casi que parecía pedir disculpas por su lenguaje. “Hay detalles que se me van a escapar. Yo soy un albañil y no estoy preparado para este tipo de cosas”, dijo. Luego alabó la labor del Estado, dedicó un fervoroso elogio al Presidente y también al gobernador Felipe Solá, y casi que se mostró sorprendido por el esfuerzo que se puso en buscarlo. “Nosotros estamos acostumbrados a que para los humildes no hay gobierno. Que el Presidente tenga la deferencia de querer saludarme a mí, que soy un simple albañil, un militante popular... Son signos de una verdadera democracia, están demostrando madurez y sencillez para gobernar”, aseguró.
Tras hacer algunas exhortaciones que parecían propias de un candidato a intendente de Escobar (convocó a que la localidad siga cambiando, a que se sigan construyendo escuelas y agradeció a los “escobarecenses” por su solidaridad), Gerez volvió a mostrar lo siniestro de su experiencia. Con cierta distancia y el léxico de un militante –usó la palabra “proceso” para referirse a las 48 horas de su cautiverio–, se refirió a la posibilidad de que su secuestro hubiera terminado de manera trágica. “Todos ustedes hicieron cambiar este proceso que tal vez ya tenía un destino predestinado”, señaló. Después usó una metáfora: “Los de brazos fuertes como nosotros no los tenemos solamente de levantar ladrillos. También por la espiritualidad que nos ayuda a soportar el dolor.”
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