Martes, 13 de febrero de 2007 | Hoy
Caen los bonos ajustables por el clima de incertidumbre generado en torno de las estadísticas del Indec. Los bancos de inversión hacen su ganancia comprando las liquidaciones.
Por Claudio Zlotnik
Los bonos de la deuda nominados en pesos marcaron ayer una nueva caída, esta vez de entre 0,5 y 1,7 por ciento. Esos papeles, que se indexan con la inflación, acumulan una semana de pérdidas, en medio de la incertidumbre de los financistas por la intervención del Gobierno en el Indec. Cada punto de inflación equivale a unos 550 millones de dólares de deuda. Los grandes bancos de inversión internacionales, y también las AFJP, están apostando a sacar una buena ganancia, aprovechando la volatilidad en el mercado.
Desde que el Indec anunció una inflación del 1,1 por ciento en enero, por debajo de lo que hubiera dado si no se modificaba la manera de medir los rubros turismo y medicina prepaga, los títulos de la deuda en pesos indexados vienen desvalorizándose. En especial los surgidos en la última reestructuración de la deuda. El Par en pesos acumula un descenso del 5,5 por ciento mientras que el Discount, uno del 4,6 por ciento. En tanto, el Boden 2014 ya perdió el 2,5 por ciento. Estos quebrantos se dieron en medio del buen momento financiero que atraviesan los mercados emergentes. Ayer, los bonos en pesos cayeron a pesar de que el anuncio de Ecuador de que cumplirá con el pago de un vencimiento de la deuda, aunque recién dentro de un mes, revalorizó los títulos latinoamericanos.
El retroceso de los bonos tuvo un primer efecto: la Secretaría de Finanzas decidió posponer la colocación de un bono en el mercado, a pesar de que se trataba de una emisión en dólares. Los títulos en moneda dura fueron los menos afectados por el derrumbe, pero Economía no quiere convalidar un aumento de las tasas de interés. Un par de semanas atrás, por el Bonar a siete años de plazo, el Gobierno pagó un costo del 7,7 por ciento anual. Ahora, si saliese al mercado, los bancos reclamarían una renta en torno al 8 por ciento.
Las AFJP les pusieron un piso a los precios. En las últimas horas adquirieron bonos en pesos, apostando a que la caída está cerca de finalizar. No son las únicas que hicieron esa lectura. Desde Wall Street, el gerente de uno de los bancos líderes internacionales, comentó a este diario que en las últimas jornadas recibieron una ola de ventas por parte de clientes decepcionados con las perspectivas financieras de la Argentina. Se trata de inversores institucionales que habían adquirido papeles en pesos indexados para retenerlos durante, al menos, un año. Pero como ahora perciben que la inflación de 2007 podría ser inferior a la prevista, decidieron modificar su cartera y desprenderse de esos bonos.
Por ahora, los grandes bancos internacionales recibieron esos títulos y decidieron mantenerlos entre sus activos. Creen que las cotizaciones deberían mejorar en las próximas jornadas. La cuenta que hacen es que los bonos argentinos siguen siendo un excelente negocio. Descuentan que en el corto plazo el Gobierno sostendrá el dólar en el actual nivel y que, aun con una inflación algo más baja, pueden llegar a una renta superior al 10 por ciento anual en dólares.
Los inversores más conservadores, aquellos que no intervienen a diario comprando y vendiendo en el mercado, huyen de los países que incrementan su nivel de incertidumbre. Hay que tener en cuenta que, bajo el actual tipo de cambio, cada punto de inflación suma 550 millones de dólares al stock de la deuda. Dicho en otros términos, es dinero que los operadores contaban con recibir pero que no lo harían si el Gobierno modifica la encuesta del índice de precios al consumidor.
Justamente, ahora las miradas de los corredores se depositaron en la inflación de febrero. Algunos bancos, como el BBVA Francés, ya estimaron que debería ser del 0,7 por ciento. Otros lo ubican en torno al 1,0 por ciento. Los analistas consideran que si finalmente da menos es porque el Gobierno volvió a “manipular” la inflación. Advierten que, en ese caso, podría ocurrir una ola de ventas de los bancos que ahora están jugándose a que la caída de los títulos ya pasó o está a punto de finalizar. Es la misma película de antes del último canje de la deuda, cuando los grandes bancos les compraron los papeles a bonistas indignados y terminaron concretando un jugosísimo negocio financiero.
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