Jueves, 8 de marzo de 2007 | Hoy
ECONOMíA › SUBAS DE 0,8 POR CIENTO EN LAS CANASTAS BASICA Y ALIMENTARIA
A pesar de los cambios en la medición de la inflación, las líneas de pobreza e indigencia volvieron a escalar. Hubo alzas en salarios.
A pesar de la baja en el índice de desocupación, los niveles de pobreza e indigencia no mostrarían la misma velocidad de caída. Esto es porque los precios de los productos que componen la Canasta Básica Total y la Canasta Básica Alimentaria se dispararon en los últimos cinco meses. En febrero, una familia tipo necesitó reunir ingresos por 921,67 pesos para no caer en la pobreza, lo que implica una suba de 0,8 por ciento respecto de enero y del 2,5 por ciento en el primer bimestre. Para no ser considerado indigente, de acuerdo con los parámetros del Indec, se requirieron 428,68 pesos, 0,8 por ciento más que en enero y 3,5 puntos más en el bimestre. Por otra parte, el organismo informó que en enero los salarios crecieron 1,30 por ciento en promedio.
Los polémicos índices de inflación de enero y febrero arrojaron aumentos del 1,1 y del 0,3 por ciento, respectivamente. Es decir que los bienes que integran las canastas de pobreza e indigencia subieron bastante más que la inflación promedio. Es la tendencia opuesta a lo que había ocurrido a lo largo de casi todo el 2006, cuando los acuerdos de precios de Guillermo Moreno lograron frenar los precios de los productos de consumo popular.
El propio secretario de Comercio Interior y Felisa Miceli empezaron a admitir a fines del año pasado que esa política mostraba cierto agotamiento y que sería difícil de sostener. Los funcionarios propiciaron entonces los cambios metodológicos para calcular la inflación, que fueron duramente criticados desde distintos sectores por la manipulación del índice. Más allá de ese debate, el Gobierno consiguió mostrar un IPC menos estridente, pero justo en el área más sensible, la de pobreza e indigencia, los resultados siguen siendo negativos. La escalada de precios en las canastas Total y Alimentaria arrancó en septiembre del año pasado. En aquel momento, costaban 861,86 y 391,75 pesos. Las diferencias con los valores actuales son de 59,81 y 36,93 pesos o del 6,9 y 9,4 por ciento.
El Gobierno está intentando frenar estas subas con distintas medidas. Miceli propició subsidios a los productores agropecuarios para evitar subas en productos de la canasta alimentaria, como carne vacuna, aviar y porcina y harinas. Sin embargo, salvo el pollo, que bajó 3,8 por ciento en febrero, la demora en la implementación de esos subsidios impidió que hubiera bajas en otros productos. Moreno, a su vez, intenta controlar las operaciones del Mercado de Liniers y del Mercado Central, pero los comercializadores de carne vacuna y de verduras lograron perforarlos. En parte, allí está la clave del alza de la canasta alimentaria.
Junto con el informe que establece las líneas de pobreza e indigencia, el Indec difundió el índice de evolución de los salarios. Pero en este caso, relativo a enero. En promedio, los ingresos de los trabajadores crecieron 1,30 por ciento (la inflación de ese mes había sido de 1,1 por ciento). A la cabeza se ubicaron los empleados no registrados, con una variación positiva de 3,31 por ciento (63,12 desde la devaluación), seguidos por los trabajadores registrados, con un avance de 0,94 (128,10), y, por último, por los empleados públicos, con una suba de 0,78 (46,57).
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