Miércoles, 11 de julio de 2007 | Hoy
Fue la primera vez que Cristina Fernández de Kirchner participó del evento anual de la Bolsa de Comercio. La ministra de Economía, Felisa Miceli, acompañó al Presidente. Defensa del superávit gemelo y de la política económica.
Por Claudio Zlotnik
Después de 35 minutos de discurso, Néstor Kirchner bajó del escenario y atravesó el antiguo recinto de la Bolsa hasta la puerta de salida. Caminó saludando a algunos de los 400 operadores y financistas que fueron a escuchar el último discurso de Kirchner como Presidente en ese edificio, como él mismo se encargó de aclarar. En medio de los abrazos, un par de operadores lo felicitaron: “Bien, Presidente. Con Cristina seguimos adelante”, lo endulzaron. “Sí, pero ojo que mi mujer es más rigurosa”, les contestó, sorprendiendo a sus interlocutores.
Kirchner concurrió al recinto de 25 de Mayo y Sarmiento cada vez que se cumplió un aniversario de la Bolsa de Comercio. Ayer fue el 153. Después de un encuentro en el primer piso con las autoridades y con los principales agentes del mercado, durante el cual fue informado sobre la puesta en marcha de varios proyectos para revitalizar el mercado, Kirchner pronunció un discurso de fuerte contenido político y económico. Una especie de balance de gestión, a cinco meses de terminar su mandato, en un ámbito en el cual se siente cómodo.
En ese contexto, el jefe de Estado concurrió con los candidatos Cristina y Daniel Scioli, y en el escenario se sentaron los principales referentes económicos del Gobierno. Desde la ministra Felisa Miceli hasta Beatriz Nofal (Inversiones), Guillermo Moreno (Comercio Interior), Javier de Urquiza (Agricultura), Miguel Peirano (Industria) y Eduardo Hecker (Comisión Nacional de Valores).
Desde el comienzo de la alocución, Kirchner hizo referencia a la necesaria presencia del Estado en la economía, que no es precisamente lo más seductor para los hombres de la city. A continuación, el Presidente realizó una pormenorizada descripción del ciclo económico. Puso como ejemplo que, cuando asumió a mediados de 2003, el índice de acciones líderes MerVal bordeaba los 700 puntos y que ayer quebró el record de 2253 puntos, triplicando el valor que mostraba en aquel momento. Y comparó ese recorrido con las mejoras en los indicadores de desempleo, pobreza e indigencia. “Esta es una buena foto de que crecimos en forma conjunta, con pluralidad e inclusión. Lo malo sería tener un Estado ausente en beneficio de los grupos concentrados”, apuntó.
En ese instante, el Presidente reveló que el Gobierno trabaja en la elaboración de proyectos de leyes “que permitirán democratizar los mercados. Es una tarea fundamental para incentivar la igualdad de las oportunidades”, contó sin dar mayores precisiones. También criticó a los bancos que les prestan a las empresas “a tasas elevadas”.
A continuación ensayó una enfática defensa de los denominados superávit gemelos: el saldo positivo comercial y fiscal. Respecto de este último, cargó contra quienes enfatizan que el gasto público está creciendo a un mayor ritmo que la recaudación impositiva y recordó que, antes de pagarle la deuda al Fondo Monetario, la discusión era en torno de un superávit del 3 por ciento del Producto. “Y ahora estamos en esos niveles”, aclaró. De todas formas, comentó que en el proyecto de Presupuesto para 2008 se pondrá énfasis en mantener el superávit fiscal. “Este tema es central para mi gestión, y lo debería ser para el próximo gobierno, le toque a quien le toque”, remarcó.
En esa línea también defendió el saldo positivo del intercambio comercial. En ese sentido, predijo que el superávit llegará a 10.000 millones de dólares este año. “Cada vez que la Argentina renunció a un superávit comercial fue la antesala de una crisis”, señaló. Fue en ese punto que también salió en defensa del dólar alto y la acumulación de reservas en el Banco Central, con el objetivo de evitar shocks externos. No obstante, dejó en claro que estaba a favor de que esa política se lleve a cabo manteniendo una prudencia monetaria.
Kirchner llevó al estrado un discurso escrito, pero improvisó en reiteradas oportunidades. En una de ellas para hablar sobre la crisis energética (ver nota en página 3). Y también para ensayar una despedida. “Yo me voy. Me acusaban de que me quería quedar a vivir. Me encantó ser Presidente, pero apostamos a tener una presidenta que seguramente será mucho mejor.”
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