Sábado, 28 de julio de 2007 | Hoy
ECONOMíA › ESTADOS UNIDOS Y EUROPA TERMINARON LA SEMANA PEOR QUE ARGENTINA
La tensión financiera siguió en las principales plazas internacionales y aflojó en Buenos Aires. El Banco Central intervino para bajar el dólar dos centavos, a 3,16 pesos. La Bolsa salió casi empatada y la peor parte la sacaron los bonos, que cayeron 1,9 por ciento.
Puede sonar extraño, pero la agitada semana financiera terminó con mayor preocupación en Estados Unidos y Europa que en Argentina. El Banco Central volvió a intervenir a través de la banca pública para inducir una nueva caída del dólar, que finalizó dos centavos más abajo que el día anterior, a 3,12 pesos para la compra y 3,16 para la venta. La disminución se produjo –como anteayer– en un contexto internacional adverso, lo cual ratifica que la autoridad monetaria tiene margen para controlar el mercado de cambios. El blindaje de las reservas, que suman 44.182 millones de dólares, aísla la cotización de la divisa del cimbronazo financiero global. Las subas y bajas de la semana fueron dirigidas por el Central. Los precios de bonos y acciones, en cambio, quedan expuestos a esos movimientos. Los títulos públicos volvieron a sacar ayer la peor parte, al caer 1,9 por ciento en promedio, mientras que la Bolsa de Comercio cedió apenas 0,15 por ciento.
El Banco Central también se movió para secar la plaza de pesos –el Banco Nación se retiró de las operaciones– y forzar a algunas empresas y bancos que necesitaban moneda nacional a desprenderse de sus dólares. La jugada disparó la tasa interbancaria a entre 20 y 25 por ciento en las operaciones entre entidades de primera y segunda línea, pero logró su objetivo de sumar nuevos actores que aportaran divisas para abastecer la demanda. De hecho, según fuentes de la city, el Central terminó la jornada con un saldo de compras de 10 millones de dólares.
Al inicio de las operaciones, la autoridad monetaria había volcado dólares a través de los bancos Nación y Provincia. Desde ese momento los operadores mayoristas tuvieron en claro que la cotización del día volvería a caer. En la semana, el dólar minorista pasó de 3,12 pesos el lunes a 3,17 el martes, a 3,20 el miércoles, a 3,18 el jueves y a 3,16 ayer. Los próximos días serán importantes para determinar si el Central cambió de estrategia, como se sospecha, o si fue un suceso puntual.
Entre consultores y analistas de mercado, la mayoría se inclina a pensar que efectivamente el Central y la nueva conducción económica decidieron darle mayor volatilidad al dólar, a fin de desalentar el ingreso de capitales golondrinas. Esto último es para evitar que su ingreso masivo empuje hacia abajo el valor del billete verde y genere burbujas especulativas peligrosas, que pueden ocasionar daños severos en caso de explotar.
A nivel internacional, ayer siguió la tensión. La Bolsa de Nueva York encadenó otra caída de 1,5 por ciento, mientras la de Francfort bajó 0,8 por ciento, la de Londres, 0,6, y la de París, 0,5. En América latina, el mercado de San Pablo retrocedió 1,8 y la de México, 0,8.
El problema está centrado en Estados Unidos. El floreciente negocio de los créditos hipotecarios que sirvió para alimentar el consumo en ese país entró en crisis cuando empezaron a aparecer datos de caída de la venta de viviendas. En junio la baja fue del 22,3 por ciento interanual y del 6,6 por ciento contra mayo. Los títulos emitidos por los bancos contra esas hipotecas, que fueron furor entre inversores minoristas, de pronto se convirtieron en altamente riesgosos. La situación se vio agravada cuando las entidades financieras empezaron a informar que había crecido la morosidad en esos préstamos. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, sostuvo a mitad de semana que el riesgo está limitado a esas inversiones, pero en Wall Street creen que contagiará al resto de la economía, desacelerando su crecimiento.
Existe un debate respecto de la profundidad del proceso. Para algunos, es una excusa para un ajuste en el mercado después de tres meses con fuertes aumentos en la cotización de las acciones. El clima enrarecido afecta a la mayoría de los países. En Argentina, el mayor impacto se produce en los títulos públicos. Inversores extranjeros están desarmando posiciones en papeles argentinos, en particular en los nominados en pesos. El riesgo país –que vuelve a escena– superó ayer los 500 puntos, para quedar luego en 434. El lunes estaba en 355. Es un indicador peligroso, porque genera una sensación de vulnerabilidad que la economía argentina actualmente no presenta.
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