“Lo que hay que hacer con el FMI es reformarlo, no soltarle la mano.” Esa fue la definición de Héctor Torres, representante argentino ante el organismo multilateral. “El Fondo es irremplazable”, agregó. De todos modos, el funcionario aceptó que en la actualidad, esa institución tiene un enorme rechazo entre muchos de los países asociados.

El inminente recambio en la cúpula del Fondo, tras la anunciada deserción del español Rodrigo Rato, volvió a traer al primer plano la discusión sobre qué hacer con la institución. La gira del principal candidato a ocupar el sillón principal, el francés Dominique Strauss-Kahn, que incluyó a la Argentina, reforzó el debate. “Debemos tener la capacidad de reformarlo y hacer del Fondo un seguro confiable”, reclamó Torres en declaraciones radiales.

La posición del gobierno argentino es que las próximas autoridades del Fondo deben encarar una reforma integral del organismo. El reclamo refiere a que la toma de decisiones sea un proceso más democrático que hasta ahora, donde los países centrales imponen sus puntos de vista. “Tenemos la intención de tener una relación lo más normal posible”, sostuvo Torres, aunque dejó en claro que eso no significa pedirle dinero.

“Hoy se ve con claridad que una de las funciones del Fondo –ser una especie de prestamista de última instancia ofreciendo ayuda de corto plazo para los países que tengan problemas de balance de pagos– no la ejerce porque los potenciales tomadores de esa ayuda no tienen mucha confianza”, sentenció el director por la Argentina.

En los últimos años, los Estados que solían diseñar programas de financiamiento con el FMI prefirieron pagar sus deudas y tomar otros recaudos financieros. “Hoy parece ser más sensato acumular reservas y autoasegurarse, o hacer pools regionales de reservas, en vez de confiar en el organismo multilateral”, indicó Torres.