Dirigentes y economistas encolumnados en el justicialismo comenzaron ayer a hacer más notorios sus pedidos al Gobierno para que encare medidas para controlar la inflación. Mientras el ministro de Economía, Martín Lousteau, hizo pública su idea de que la Argentina tiene que crecer con “tasas moderadas” de incremento del costo de la vida (ver nota principal), el ex gobernador Felipe Solá y el economista Eduardo Curia siguieron por la misma línea de pensamiento.

Solá estimó que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, “seguirá saliendo en los diarios, pero eso es anecdótico”, ya que aclaró que lo importante “es ver cómo hacemos para contener la inflación”.

La inflación “es una cuestión de todos los argentinos, la inflación nos destroza, nos separa de una manera fenomenal a ricos y pobres y echa por tierra lo que venía siendo y es un crecimiento muy importante de la economía argentina”, señaló. No obstante, Solá declaró que está “de acuerdo” con el aumento dispuesto en las retenciones y que considera “un grave error” el lockout del campo.

Por su parte, el economista Eduardo Curia planteó la necesidad de resolver “en forma urgente” la expectativa creciente de inflación, modificar los instrumentos para medir el índice de precios y advirtió que la paridad cambiaria “está perdiendo competitividad”. La relevancia de esta opinión se encuentra en que Curia es un economista escuchado por el ministro de Planificación, Julio De Vido, área de influencia donde se mueve más cómodo el polémico secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Pese a esa cercanía, Curia señaló que es necesario avanzar en “correcciones para atender los problemas” que presenta el modelo económico, entre los cuales subrayó que “el más urgente es el de la inflación, que tiene expectativas en alza”. Al respecto, indicó que ante “el déficit de credibilidad que tiene el índice de inflación se debe aplicar una terapia contundente”, que implica un régimen de metas “pro modelo, descendente y que el Gobierno se comprometa”.