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Por la cantidad de veces que se dijo y por la cantidad de veces que la realidad la desmintió, la frase “lo peor de la crisis ya pasó” se convirtió en un clásico de los últimos años. Eduardo Duhalde la repitió ayer. También pronunció otra frase que este año parece destinada a desbancar al antiguo hit de los funcionarios: “El acuerdo con el FMI está más cerca que nunca”. Por la noche, allegados a la delegación del Ministerio de Economía que viajó a Washington a apurar la negociación dijeron a este diario que “hubo avances” en las discusiones, pero que parece muy difícil que todo termine esta semana.
“Es como cuando uno hacía la peregrinación a Luján. Caminaba kilómetros y kilómetros y de pronto veía la Basílica y pensaba ya está, ya llegué. Pero la verdad es que faltaban muchas cuadras. Muchas más de lo que uno creía. Con el Fondo pasa lo mismo. Caminamos un montón y pensamos que el acuerdo está ahí, pero todavía falta”. La comparación de un colaborador de Roberto Lavagna describe el estado de las negociaciones.
Nielsen estuvo reunido ayer con el jefe del caso argentino, John Thornton, y con el director del Departamento de Asuntos Especiales, Anoop Singh. Lavagna se sumará hoy a las deliberaciones en Washington. Su aspiración de máxima, según dicen en Economía, es acercar posiciones al punto de casi acuerdo. El convenio lo firmaría una misión del FMI que viajaría en las próximas semanas a Buenos Aires.
Esto obliga a una definición del Gobierno respecto a qué hará con el vencimiento por 800 millones de dólares con el Banco Mundial de mañana. Duhalde señaló ayer que “todavía no hay una decisión tomada”, y le dio una amplia libertad a Lavagna para manejar la cuestión. “El ministro goza de toda mi confianza para tomar la determinación que considere necesaria y que sea más conveniente para el país”, expresó. El jefe de Hacienda viajó anoche con la idea de tomar la decisión de acuerdo al resultado de sus gestiones. En principio, se inclina por no pagar en caso de que la negociación vuelva a caer en un pozo. El staff del FMI sigue planteando varias objeciones y se despreocupa de lo que vaya a hacer el Gobierno con el Banco Mundial.