El secretario de la UIA, Ignacio de Mendiguren, propuso el fin de semana “dejar que cada sector en particular negocie el salario mínimo, porque en medio de una crisis no se puede unificar”. Las declaraciones del empresario textil sorprendieron a sus pares, pero la idea de fragmentar la discusión del salario mínimo vital y móvil no es novedosa. El valor del SMVM y su actualización no implican un incremento directo en los “costos laborales” de los empleadores, pero traccionan los salarios del sector más desprotegido.

El dirigente de la UIA pretende que la discusión “se desagregue por sectores y dejar que cada uno vea su realidad” y a partir de ahí discutir las mejoras en el mínimo. El mecanismo que describe De Mendiguren es muy similar al de una negociación colectiva donde los sindicatos y los empleadores discuten un nuevo convenio para todas las categorías salariales. En ese proceso ya existe algo muy similar a lo que pretende el empresario y se acuerda en todas las paritarias. Se trata del “salario conformado de categoría inferior”, sin antigüedad, el salario básico que recibe un trabajador no calificado al ingresar a una empresa. En promedio esta remuneración se ubica un 50 por ciento por encima del SMVM. En los ’90, el salario básico del sector textil, de donde proviene De Mendiguren, se ubicó sistemáticamente por debajo del mínimo.

El mínimo tiene otro objetivo y fragmentar su discusión debilita a los trabajadores fuera de convenio. El SMVM no cumple la función de valor de referencia, pero su variación influye en el comportamiento del salario de los trabajadores no registrados. La propuesta del De Mendiguren no afectaría a bancarios, químicos o camioneros, donde el piso salarial de convenio supera los 2000 pesos mensuales. Pero sí debilitaría a los trabajadores de la industria textil, una de las que concentra más empleados en negro.