Jueves, 13 de enero de 2011 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Alfredo Zaiat
La crisis con el sector del campo privilegiado dejó una inestimable enseñanza: eludir discursos con adjetivos excesivos de los miembros de la Mesa de Enlace y concentrarse en los números de la actividad agropecuaria. En este caso, en los de la triguera.
En la campaña que se iba a tener que importar trigo, según el pronóstico temerario de Hugo Biolcati y Eduardo Buzzi, la cosecha alcanzará los 14 millones de toneladas. Los espectaculares rendimientos no dejan de sorprender a los productores. La Bolsa de Comercio de Rosario informó que en la zona de Villa Cañás hubo picos de 80 qq/ha y, según los monitores de las cosechadoras, han llegado a marcar 100 qq/ha en algunas partes de los lotes. Los rendimientos promediaron los 48 qq/ha.
La actividad está fuertemente concentrada: el 8 por ciento de los productores producen el 60 por ciento del trigo. Son unos 2500 productores de un total de 30 mil, que tiene un mayor margen de negociación con molinos y exportadoras.
En el mercado local operan 163 molinos y 40 empresas exportadoras, aunque unos pocos dominan el negocio.
El denominado “precio pleno” se publica diariamente como FAS teórico (precio FOB descontado retenciones menos el costo de manipuleo a poner en el buque). En estos días se ubica de 870 a 890 pesos (220 dólares), que surge de los 350 dólares FOB descontado el 23 por ciento de retenciones y 10 dólares de puesto en buque.
Un dato relevante es el margen de los productores triguero: en 2009 el FAS teórico se ubicó en unos 100 dólares, valor histórico de este cereal. El fuerte incremento de los commodities en el mercado internacional no se olvidó del trigo. Una muestra de la bonanza se exhibe en el boom inmobiliario de Rosario.
En la actividad agropecuaria global, el trigo detenta un espacio reducido frente a otros cultivos (soja y maíz) y a la lechería y la ganadería, pero es muy sensible en términos políticos: insumo básico para el pan.
El monto del negocio exportador de trigo asciende a cerca de 2300 millones de dólares y el de la molinería, 2900 millones de dólares.
A partir de 2006, con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria se dispuso una serie de medidas de control y fiscalización (Roe Verde y cupos) para garantizar primero el abastecimiento del mercado interno y luego liberar el excedente a la exportación.
Después del conflicto por las retenciones móviles, se firmó un acuerdo marco con molinos y exportadoras, sin la participación de productores porque la Mesa de Enlace seguía festejando la derrota de la resolución 125. Ese acuerdo desplazó la tradicional puja de precios entre esos dos principales actores, quedando los productores en una posición más débil. Por ese motivo, más adelante se determinó que deben recibir el precio pleno. Los productores se quejan que molinos y exportadores no cumplen ese acuerdo. No presentaron denuncias en ese sentido. Si los molinos no pagan el FAS teórico no reciben abultadas compensaciones otorgadas por el Gobierno.
El reclamo de la Mesa de Enlace por la liberación total del mercado no aclara si tanta protesta no se origina porque la garantía del precio pleno no incluye el circuito de comercialización marginal del trigo. Esta demanda parece demasiado, más aún para un Estado que está asistiendo en forma exagerada a un sector con una rentabilidad privilegiada.
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