Martes, 29 de abril de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EN CHILE, TRABAJADORES DE CODELCO EXIGEN MEJORAS A BACHELET
La protesta en la principal empresa estatal chilena mantiene paralizados dos yacimientos. A diario se pierden 10 millones de dólares.
Por Christian Palma
Desde Santiago
El fierro caliente en que otra vez se ha transformado el conflicto de los trabajadores tercerizados de la principal empresa estatal chilena, Codelco (se calcula logrará excedentes históricos por 2000 millones de dólares al primer trimestre), amenaza con convertirse en un nuevo terremoto para la presidenta Michelle Bachelet. Por dos razones: la importancia que la industria del cobre tiene para Chile (explica más de la mitad de los dineros fiscales) y porque otra vez un conflicto laboral desnuda las dos almas de la Concertación: el tecnicismo versus las reformas sociales. Mientras tanto, la derecha aprovecha el escenario para criticar desde todos los frentes.
Agosto de 2007 es el antecedente inmediato: tras 37 días movilizados, los más de 30 mil operarios subcontratados de la Corporación Nacional del Cobre (Codelco) sellaron un acuerdo con la estatal cuprera, que incluía la entrega de bonos y una serie de beneficios sociales, como mejoras en educación y salud. Nueve meses después –con amenazas entre medio–, el líder de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC, que aglutina a los tercerizados de Codelco), el comunista Cristián Cuevas, encendió nuevamente la mecha al declarar que la empresa no cumplió lo acordado el año pasado y comenzaron nuevamente las protestas, que a fuerza de peñascazos, incendios y encapuchados, obligó a cerrar tres de los cinco yacimientos que opera Codelco. Hoy siguen paralizados Salvador y Andina, donde las pérdidas se calculan entre 7 y 10 millones de dólares por día. Y ya van 15.
Los operarios tercerizados exigen nuevos contratos y sentarse en una mesa tripartita (la CTC, Codelco y el gobierno) a conversar. Desde Codelco que, si bien es autónoma, tiene en su directorio a los ministros de Hacienda y Minería, rechazaron de plano esta posibilidad, conscientes de lo que podría significar en cuanto a dotación y recursos, pues uno de los puntos negociados el año pasado solicitaba la internalización de algunos operarios. Sin embargo, el argumento de Codelco es que ya negociaron el 2007 y ahora el tema radica en las empresas subcontratistas y sus trabajadores.
El ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, socialista y cercano a Camilo Escalona (presidente del PS e íntimo de Bachelet), guardó silencio por días; no obstante, el pasado viernes dijo que era bueno sentarse a conversar y que no había que tener miedo a una mesa tripartita. Ese mismo día, José Pablo Arellano, presidente de Codelco y miembro de las filas de la Democracia Cristiana, se reunió con el hombre fuerte de La Moneda, el ministro del Interior y también DC, Edmundo Pérez Yoma. La cita terminó entrada la noche y el discurso fue claro: Codelco no negocia.
Al día siguiente, Andrade reiteró su postura, que si bien fue a título personal, irritó al gobierno. Desde la otra vereda, la Central Unitaria de Trabajadores junto al PS, celebraron la opinión del secretario de Estado, quedando de manifiesto el nuevo quiebre en el gabinete. La derecha apeló al viejo discurso de ingobernabilidad y pidió algunas cabezas.
Finalmente, el tema se cortó ayer. El vocero de gobierno, Francisco Vidal, dijo que en este caso las opiniones personales no caben, quitando el piso a su colega de Trabajo, recordó que Codelco ha cumplido con gran parte de los compromisos pactados y reiteró que no negociará con los tercerizados. Dijo, además, que la empresa deberá contratar a algunos tercerizados, aunque en ningún caso los 5000 que recomendó en un informe la también estatal Dirección Nacional del Trabajo.
Junto a ello, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, quien caracteriza el alma neoliberal y técnica del gobierno, respaldó la decisión de La Moneda. Andrade, pro trabajadores y derechos laborales, se quedó sin pista. Al menos política. Este 1º de mayo, en la celebración del Día del Trabajador, lo más probable es que su nombre siga ganando adeptos en las filas de los trabajadores. No en vano ha sonado como carta para ocupar el sillón principal del Partido Socialista y ser uno de los ministros que ha impulsado sendas reformas a la ley laboral en Chile.
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