Viernes, 12 de septiembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ACTOS EN LA CASA BLANCA, EL CAPITOLIO, EL PENTAGONO Y LA ZONA CERO
Bloomberg habló en la Zona Cero, Bush en el Pentágono y McCain en Pensilvania. En cambio, Obama no habló, pero emitió un comunicado en el que criticó al presidente. Antes había almorzado con Bill Clinton en Harlem.
La campaña presidencial estadounidense se detuvo por 24 horas para que todo el país recordara a los más de tres mil muertos que dejaron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Hubo ceremonias en la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono, Pensilvania y en la Zona Cero, en el corazón del distrito financiero de Nueva York. “Fue un día que empezó como cualquier otro y terminó como ninguno”, dijo el alcalde de la Gran Manzana, Michael Bloomberg, al abrir el acto en lo que fue el World Trade Center.
Los candidatos Barack Obama y John McCain también participaron de la conmemoración del séptimo aniversario de los ataques, pero no hablaron. Recorrieron la zona en construcción y colocaron una ofrenda floral en el monumento que recuerda a las más de 2800 personas que murieron en las Torres Gemelas. A la noche, Obama y McCain se volverían a cruzar en la Universidad de Columbia, en Manhattan, durante un foro sobre acción ciudadana. “Obama exhortará a los jóvenes a dedicar un momento de sus vidas al servicio público, a una causa que los sobrepase”, adelantó una portavoz de Obama, Linda Douglass.
Unas horas antes, en el Pentágono, el presidente George Bush inauguró un monumento levantado para recordar a las 184 víctimas que dejó el tercer avión, que se estrelló en el edificio militar. “Desde aquel día no ha vuelto a haber un ataque más contra suelo norteamericano”, se congratuló el mandatario. Según señaló, el país está más seguro gracias al valor de los militares y los policías estadounidense. “El siglo XXI comenzó con una lucha entre las fuerzas de la libertad y las fuerzas del terror”, aseguró. En Pensilvania, McCain se ocupó de recordar a los muertos en el cuarto avión. Los tripulantes del vuelo 93 de United Airlines se han convertido en héroes para los estadounidenses. “Ellos entendieron la gravedad del momento, los riesgos, y decidieron luchar al precio de sus vidas”, los homenajeó el candidato republicano. Después de enterarse de los ataques a las Torres, los pasajeros se amotinaron e hicieron estrellar el avión en el medio del campo en Shanksville, Pensilvania. Según declaró más tarde el gobierno estadounidense, Al Qaida tenía planeado utilizar la nave para atacar la Casa Blanca. “Podríamos no llegar a ser tan buenos como ellos, pero el esfuerzo nos honra”, aseguró McCain, frente a los familiares de los 44 estadounidenses que murieron en ese avión.
Obama, en cambio, no habló. Unas horas antes de la ceremonia en la Zona Cero su equipo de campaña difundió un comunicado, en el que llamaba a la unidad nacional. “El 11-S, los estadounidenses de todo nuestro gran país se unieron para estar con las familias de las víctimas, para donar sangre, para hacer obras de caridad y para rezar una oración por nuestro país. Renovemos ese espíritu de servicio y ese sentido de propósito común”, reprodujo la cadena CNN. Además, y en una velada crítica hacia el gobierno de Bush, reclamó que los responsables fueran llevados ante la Justicia. Al mediodía, el candidato republicano almorzó con el presidente Bill Clinton en Harlem, donde tiene sus oficinas. “El senador Obama va a ganar, y ganará fácilmente”, fue lo único que dijo el ex mandatario después de la reunión. Un numeroso grupo de familiares y una multitud de neoyorquinos se habían reunido desde temprano en la Zona Cero. La ex sede de las Torres Gemelas es ahora un gran agujero, lleno de excavadoras y estructuras de madera y metal que recién están superando el nivel de la calle. La ceremonia fue simple, pero emotiva. Un grupo de vecinos neoyorquinos leyeron uno a uno los nombres de los caídos, en medio de un silencio escalofriante. La lectura fue interrumpida justamente a las 8.46 y a las 9.03, las horas precisas en las que los dos aviones impactaron contra las torres. Una campana de los bomberos de Nueva York marcó ese momento.
Después de recordar los nombres de los muertos, les tocó el turno a los familiares. Este año no hablaron ni los esposos o esposas ni los padres; hablaron los hijos. “Recuerdo jugar con él en el jardín. Lo recuerdo empujando mi cochecito. Era fuerte. Siempre me hacía sentir a salvo”, contó Alex Salamone. “Ojalá pudiera acordarme de más cosas, pero era muy chico cuando se murió.” A la tarde, aparecieron Obama, McCain y su esposa –Michelle Obama se quedó en Illinois porque esta semana se terminaban las vacaciones y sus dos hijas volvían al colegio–.
Es posible –pero no muy probable– que el 11-S marque un punto aparte en esta campaña. Aprovechando el simbolismo de la fecha, numerosas voces en los medios de comunicación reclamaban ayer poner fin al pobre debate del lápiz de labios y discutir sobre los enormes problemas de seguridad internacional y relaciones diplomáticas que se va a encontrar el próximo presidente. Poco se ha hablado de eso en las últimas semanas. Entre el jolgorio de las convenciones y la sorprendente irrupción de Sarah Palin en la campaña se ha comentado más sobre la vida privada de los contendientes y su estado de ánimo que sobre sus propuestas electorales.
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