EL MUNDO › CON UNA LIBERACION SIN PRECEDENTES DE PRESOS POLITICOS Y COMUNES
Saddam se volvió un dictador humanitario
Por Rory McCarthy
Desde Basora, Irak
Saddam Hussein ordenó una sorpresiva amnistía para casi todos sus prisioneros, incluidos los detenidos políticos, en un aparente esfuerzo de reforzar su apoyo frente a las amenazas estadounidenses de guerra. Grandes concentraciones se realizaron para celebrar ante las cárceles del país poco después de que se anunciara la amnistía, a mediodía. Todos los que serán incluidos, que se piensa que son varios miles, van a ser liberados en el curso de dos días.
Oficialmente la amnistía fue para celebrar la victoria del presidente iraquí en un referéndum estrictamente controlado la semana pasada en que dijo haber ganado un 100 por ciento de votos por el Sí. “La generosa amnistía por Su Excelencia el presidente es para mostrar gratitud y orgullo por la posición heroica del pueblo que le dijo Si”, dijo el ministro del Interior Mahmud Diyab al-Ahmed. Más probablemente, la decisión es parte de un intento de fortalecer el apoyo interno del presidente. Para un régimen donde la paranoia florece en los niveles más altos, la liberación de prisioneros políticos no tiene precedentes. Varios presos de la notoria prisión Abu Ghrib, que alberga los prisioneros políticos más importantes del país, estaban siendo liberados anoche. No era claro quiénes, o cuántos, permanecerían tras las rejas.
Aunque en años recientes hubo una serie de perdones limitados para criminales, el anuncio de ayer fue la primera vez en el reino de 23 años del presidente Saddam en que se libera a prisioneros políticos. “Se concede a todos los prisioneros encarcelados, detenidos y fugitivos sentenciados por razones políticas una amnistía completa, abarcadora y final”, dice el decreto oficial de Saddam. Sin embargo, los que están en prisión por asesinato serán perdonados sólo si las familias de las víctimas los perdonan o si ellos mismos pagan una multa elevada. El perdón fue extendido a todos los prisioneros árabes, salvo los acusados de espiar para Israel y EE.UU. No era claro, sin embargo, si los liberados incluirían a los kuwaitíes apresados después de la invasión de agosto de 1990. Kuwait dice que 600 de sus ciudadanos siguen desaparecidos después de la guerra.
El perdón sorpresa de Saddam también puede haber sido un intento por apaciguar a los líderes occidentales, particularmente en Washington y Londres. Bajo los términos de las sanciones punitivas primero impuestas hace 12 años, Irak está obligado a liberar a todos los prisioneros de guerra kuwaitíes. Estados Unidos y Gran Bretaña han condenado recientemente el desempeño de Irak en materia de derechos humanos. Saddam también pudo haber creído que el anuncio de ayer aminoraría las críticas a su régimen en el momento en que parece afrontar su amenaza más grande.
También visto como parte de un esfuerzo para mejorar su imagen, Irak entregó ayer a Kuwait el primer lote de dos toneladas de documentos oficiales que capturó en la invasión. “Hemos recibido oficialmente 30 cajas el domingo y el trabajo continuará el lunes”, dijo un funcionario iraquí. Irak dijo a comienzos de este mes que planeaba devolver papeles del gobierno que faltan en Kuwait desde 1990.
La mayoría de los prisioneros liberados ayer parecían estar totalmente agradecidos al presidente Saddam. Cientos de amigos y familiares de reunieron en grandes concentraciones bloqueando las calles en torno a la principal cárcel de Basora, la más grande en el sur de Irak. Se cree que allí están encerrados muchos que estuvieron involucrados en el violento levantamiento chiíta de 1991.
Nasir Sewan, de 26 años, pasó cuatro meses en la cárcel cuando fue atrapado luego de desertar del Ejército el año pasado. Anoche estaba en la calle fuera de la prisión de ladrillos blancos de dos niveles, junto a una pequeña pila de sus pertenencias, y abrazó a sus hermanos y parientes. Golpes de tambor retumbaban en celebración en torno suyo. “Estoy muycontento y ahora anuncio que sacrificaré cada gota de mi sangre para proteger este país, este pueblo y a nuestro líder Saddam Hussein –dijo–. Este es el sentimiento de todos los prisioneros hoy”.
Mustafa Mishir, de 25 años, pasó cuatro años y ocho meses en la cárcel por robo. “Robé una fortuna –admitió–. Pero ahora he prometido no robar de nuevo. Quiero dejar atrás esos años de delito y empezar una nueva vida con un nuevo trabajo. Dios bendiga a Saddam Hussein, él es el salvador de todos los iraquíes”.
Los prisioneros fueron reluctantes a describir las condiciones dentro de las cárceles, pero en un informe del año pasado Amnesty International documentó docenas de escalofriantes relatos de tortura, que incluían el arrancamiento de ojos de los prisioneros, golpes serios y shocks eléctricos. Un nuevo castigo introducido hace dos años significa que a cualquiera atrapado criticando a Saddam en público se le cortará la lengua.
Los principales blancos del régimen han incluido a los clérigos chiítas del sur del país, vistos durante mucho tiempo como una amenaza a la monarquía sunita dominante. Otros arrestados incluyeron a kurdos del norte acusados de ambiciones separatistas y oficiales del Ejército y de seguridad sospechados de complotar contra el régimen.