Miércoles, 14 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EUROPA LOS ACUSA DE SER REHEN DEL CONFLICTO BILATERAL
Moscú dijo que no podía transportar gas a través de Ucrania. Kiev respondió que la estatal rusa Gazprom no había cumplido con lo pactado porque sólo había restablecido una pequeña porción de lo acordado.
Rusia volvió a abrir el grifo, pero el gas no llegó a Europa. Los gasoductos no llegaron ni a llenarse, cuando el gobierno ucraniano dio la orden de frenar el flujo. Kiev dio dos explicaciones. La primera la esgrimió la empresa de gas Naftogaz. Denunció que su par ruso Gazprom no había cumplido con lo pactado porque sólo había restablecido una pequeña porción de lo acordado. Antes de la suspensión de Año Nuevo, Rusia exportaba 300 millones de metros cúbicos a Europa. Ayer por la mañana sólo había liberado 76 millones, según las cifras de Naftogaz. La segunda explicación llegó directamente de boca del presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, quien sostuvo que el contrato entre ambos países había caducado y reclamó negociar uno nuevo. Sin embargo, el gobierno ruso ya adelantó que, para ellos, el contrato tiene vigencia durante dos años más. Mientras Ucrania y Rusia intercambiaban acusaciones, Europa veía cómo sus negociaciones de la última semana volvían a foja cero. “Los consumidores de la Unión Europea no deberían ser rehenes de lo que ahora es claramente un asunto bilateral”, se quejó el vocero de la Comisión Europea Johannes Laitenberger. El funcionario europeo evitó tomar parte en el conflicto entre Moscú y Kiev y les advirtió a los dos gobiernos que están perdiendo credibilidad ante Bruselas.
Antes del bloqueo de ayer, el bloque europeo mantenía una posición más cercana a la de Ucrania, al sostener que Rusia había suspendido el suministro de gas sin dar la posibilidad a una negociación. Con el correr de las semanas, la UE había conseguido que Ucrania aceptara observadores rusos y que Moscú accediera a restablecer, de a poco, el suministro.
Pero Kiev pateó el tablero. “No lo aceptamos porque si lo hubiéramos hecho hubiéramos dejado a cuatro provincias ucranianas sin gas”, explicó el presidente de Naftogaz, Oleg Dubina. La ex república soviética consume apenas una pequeña porción del gas ruso que pasa por sus gasoductos. La mayoría sigue de largo y tiene como destino Europa central y occidental. Ese es el contrato que Ucrania quiere negociar, el de transporte. “No es posible trabajar sin un contrato”, aseguró el presidente Yu-shchenko, justificando el bloqueo de los gasoductos.
Rusia por ahora no se dio por enterada del reclamo de su vecino. El primer ministro ruso Vladimir Putin aprovechó el enojo de Europa y llamó al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, para ser el primero en informarle sobre la decisión del gobierno ucraniano. Inmediatamente Bruselas se contactó con sus observadores en Ucrania y ellos confirmaron lo que le había dicho el hombre duro del Kremlin. “La información que recibimos de nuestros supervisores en Rusia es que está fluyendo poco gas, o ninguno”, informó una vocera de la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde.
Con una Europa enojada, el gobierno ruso se despachó contra su antiguo aliado soviético. “Eso constituye una violación de todos nuestros acuerdos previos. No podemos transportar gas a través de Ucrania en esas circunstancias”, advirtió el vicepresidente de Gazprom, Alexander Medvedev. Durante las negociaciones con Europa, la empresa rusa ya había insinuado que empezaría a privilegiar sus otras vías para exportar a Europa, Bielorrusia y el Mar Negro.
Bielorrusia mantiene una lealtad ciega hacia Moscú, heredera de los años del imperio soviético. Como en los viejos tiempos, la relación comercial no se discute ni cuestiona. Ucrania también formaba parte del bloque comunista, pero la Revolución Naranja cambió la tradicional alianza.
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