EL MUNDO › HABLA ALOIZIO MERCADANTE, ASESOR ECONOMICO DE LULA

“Sigue el terrorismo económico”

“Este gobierno va a estar hasta el 31 de diciembre y el Banco Central tiene instrumentos para enfrentar esta situación, pero lamentablemente no lo está haciendo”, acusa Aloizio Mercadante.

Por Francesc Relea
Desde San Pablo

Luiz Inácio Lula da Silva suele presentar a Aloizio Mercadante como “uno de los mejores economistas de Brasil”. En las elecciones de 1994 fue candidato a la vicepresidencia de la República y compañero de fórmula de Lula. Si el Partido de los Trabajadores (PT) gana las elecciones del domingo próximo puede ser un peso pesado del nuevo gobierno. Eso si el presidente no prefiere reservarlo para el Senado, después de la espectacular votación que obtuvo en las elecciones del pasado 6 de octubre. Aquel día Mercadante se convirtió en el senador más votado de toda la historia democrática de Brasil.
Diez millones y medio de electores del Estado de San Pablo depositaron su confianza en este economista de 48 años, hijo de general, casado y con dos hijos, capaz de sentarse a discutir en Washington con los capitostes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de encender los ánimos más apagados cuando interviene en un mitin electoral. Participó en la fundación del PT, ha colaborado en todas las campañas de Lula y ha sido asesor de la Central Unica de Trabajadores (CUT) desde sus orígenes. Con convicción de gobernante asegura: “Tendremos que negociar con los sindicatos que van a organizar huelgas contra nosotros, no cabe duda, pero nosotros estamos en mejor situación para negociar con ellos”. Las promesas de respeto de los contratos, responsabilidad fiscal, y cumplimiento del superávit fiscal acordado con el Fondo Monetario Internacional (3,75 por ciento del PBI) se combinan con un cuadro optimista que pinta el flamante senador: “Brasil tiene este año un superávit comercial de 9500 millones de dólares. Es un resultado espectacular para las condiciones actuales de inestabilidad. La proyección para el año próximo es de 15.000 millones de dólares”.
–Si los indicadores son tan buenos, ¿por qué tanto nerviosismo en los mercados financieros?
–La última ofensiva de los especuladores tuvo que ver con el 17 de octubre, día del vencimiento de 3700 millones de dólares de títulos públicos indexados al cambio. Un sector del mercado apostó por forzar una devaluación al máximo antes de esa fecha, para aumentar las ganancias especulativas. Este gobierno va a estar hasta el 31 de diciembre y el Banco Central tiene instrumentos para enfrentar esta situación, tiene que operar en el mercado para demostrar que tiene autoridad y capacidad de regulación. Lamentablemente no lo está haciendo. Nos preocupa que el gobierno tenga la tentación de retomar lo que hizo en abril y mayo, cuando inició un discurso de terrorismo económico que advertía que Brasil podía seguir los pasos de la Argentina. Fue una mala señal para los inversores.
–La acusación de terrorismo económico contra el gobierno es muy seria.
–Pues fue lo que ocurrió en abril y mayo. El candidato José Serra intentaba asociar a Brasil con la crisis argentina. Cuando la crisis se agravó, el gobierno y la oposición contribuyeron a lograr estabilidad. El presidente Cardoso se reunió con los candidatos, que lo apoyaron en el acuerdo con el FMI. ¿Por qué este discurso alarmista de ahora?
–Un elemento que crea incertidumbre es la negativa de su partido a dar nombres de un eventual gobierno del PT antes de las elecciones. Se habla también de una especie de gabinete de transición hasta que asuma el próximo presidente.
–El escenario internacional es difícil. Las pérdidas financieras han sido muy grandes, la situación en la Argentina, en la región... En este escenario, Brasil ha tenido una evolución positiva, especialmente con un superávit comercial que está creciendo. Nuestro déficit en cuenta corriente de 27.000 millones de dólares está cayendo. Lo que disminuye la necesidad de financiación y contribuye a la estabilización del tipo de cambio. Eso es lo que hay que subrayar. La prima de riesgo que tenemosahora es totalmente inconsistente. Si ganamos las elecciones formaremos un equipo de transición. Hemos sugerido al gobierno que cada ministerio tenga una agenda de 100 temas principales, con un equipo de transición con el que intercambiaremos información para detallar las primeras medidas del nuevo gobierno. Queremos una transición negociada y responsable.
–¿Cuándo comenzaría a funcionar este equipo de transición?
–Inmediatamente después de las elecciones.
–De cara a la segunda vuelta ustedes han buscado el apoyo de partidos políticos sin distinción de su ideología. ¿No es una manera de confundir al electorado?
–Nosotros sólo estamos haciendo alianzas con las fuerzas de oposición que son críticas al modelo neoliberal y a ese gobierno. Otra cosa son los apoyos que podamos recibir. Necesitamos votos para ganar las elecciones, vengan de donde vengan. Y la segunda vuelta es para eso. Sólo hay dos opciones, o continuar como está o cambiar. El cambio es Lula. Las alianzas las hacemos en base a un programa político. Más allá de eso, queremos negociar un gran acuerdo nacional, un acuerdo para el cambio. Un gran pacto sobre algunos compromisos fundamentales: reforma tributaria, reforma política, reforma presidencial, reforma agraria.
–¿Cómo atenderían las expectativas que despierta en amplios sectores de la población una hipotética victoria del PT?
–Le voy a dar un ejemplo. En Sudáfrica, Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel. Salió en libertad y fue elegido presidente de la República. Las expectativas eran inmensas. Consiguió superar el régimen del apartheid, con una transición negociada, cuidadosa y necesaria. Hoy es reconocido como un gran estadista africano. La superación de la segregación racial y el derecho de votar y ser elegido para la población negra ha sido una conquista histórica e irreversible. Aquí en Brasil hay un liderazgo que nace del sector popular, dispuesto a acabar con la desigualdad y la exclusión social. Si lo consigue será una lección para el resto de los tiempos. Por supuesto, los cambios no serán con la intensidad que mucha gente imagina. Pero ocurrirán. Creo que el país no será el mismo después de este gobierno.
–El antecedente más próximo de un presidente de izquierda que llegó al poder por la vía democrática en América latina se remonta a 1970, cuando Salvador Allende ganó las elecciones en Chile. Fue derrocado tres años después por un golpe militar.
–Veinticinco años después de Allende, Pinochet es un fantasma, que no puede siquiera caminar por el mundo. La izquierda latinoamericana aprende también con las derrotas. Somos un partido de la izquierda contemporánea, que tiene respuestas a nuestros problemas, que son respuestas de nuestro tiempo. Hemos cambiado mucho, pero no hemos abdicado de algunos principios fundamentales: justicia social, ética, transparencia, participación popular... La gente no quiere soñar más con el futuro y dejar que gobierne la derecha. Queremos gobernar y vamos a gobernar.
–¿Cómo vislumbra las relaciones con Estados Unidos?
–Somos muy críticos con el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas). El 24,7 por ciento de nuestras exportaciones van para EE.UU., queremos negociar con los norteamericanos para reducir su proteccionismo y aumentar el intercambio comercial. Durante el primer gobierno de Cardoso las exportaciones de EE.UU. a Brasil aumentaron el 116 por ciento; las nuestras aumentaron el 7,6 por ciento. Así no va.
–¿Están dispuestos a aplicar tarifas o aranceles?
–No queremos ser tan corporativos y proteccionistas como Estados Unidos. La cuota para el azúcar brasileño es de 150.000 toneladas, y nosotros exportamos 11 millones de toneladas. Fuera de esta cuota tenemos que pagar el 300 por ciento de impuestos. El 60 por ciento de nuestrasexportaciones tiene algún tipo de barrera. Pedimos reciprocidad y que se respeten las reglas de la Organización Mundial de Comercio.
–¿Qué papel puede jugar Brasil en este mundo globalizado, sin bloques y con un movimiento de países no alineados inexistente?
–Aparte de buscar la integración regional, Brasil tiene que buscar alianzas estratégicas con países como Sudáfrica, Rusia, China e India, que son países con una problemática de inserción internacional similar a la nuestra. Precisamos acciones comunes en la lucha contra el sida, la producción de medicamentos genéricos... Por otra parte, Brasil tiene que empeñarse en la integración de América del Sur. El éxito diplomático más importante del siglo XX fue la Unión Europea. Y nosotros, que somos más débiles y más pobres, tenemos que unirnos para tener fuerza.

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Lula saluda a sus partidarios al frente de una caravana electoral realizada ayer.
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