EL PAíS
El cura que se alió al poder y el dinero de la mano del menemismo
Fue ordenado sacerdote en 1987 y ya en el ‘92 logró que Cavallo lo catapultara con generosas donaciones. Su estrella ascendió entre su imagen mediática y sus relaciones políticas y empresarias. El escándalo de Hard fue la mejor muestra de su manera de hacer negocios.
Por Alejandra Dandan
En el Hogar Felices los Niños el padre era conocido –hasta aquí– como “el padre radio”. Julio César Grassi utilizó todos los medios de comunicación que estuvieron a su alcance para instituirse como polo de poder social, político y sobre todo económico: “Aparecer en la tevé y en la radio –dijo alguna vez– me sirve para dos cosas: recibir donaciones y difundir la labor del centro”. Grassi creció sostenido por la clase empresaria y el sector político del menemismo. El ex ministro Domingo Cavallo fue, literalmente, el padre de la criatura cuando recién abría su fundación. Le cedió, en nombre del Estado, casi 5 millones de pesos a pagar en dos años y 65 hectáreas de tierra. Le donó dinero en nombre propio e intentó promoverlo políticamente. El padre consiguió dinero de Chiche Duhalde, Amalia Fortabat y Bunge & Born, entre otros. Con Susana Giménez obtuvo popularidad y parte de una recaudación millonaria en un concurso que lo condujo al juicio con Hard Comunication.
El juicio se cerró este año, Grassi dio marcha atrás con su denuncia inicial y en el camino negoció su retiro por más de 1 millón de pesos.
La carrera sacerdotal de Grassi comenzó con un traspié. Grassi se formó como seminarista entre los salesianos. Cuando estaba a punto de ser ordenado, los salesianos lo expulsaron de la orden. Para los responsables, Grassi no tenía el perfil psicológico adecuado para convertirse en sacerdote. Aunque nadie lo asegura en forma clara, quienes conocieron aquella rencilla piensan que ya existían indicios, al menos psíquicos, que adelantaban este final.
Poco después de la expulsión, Grassi buscó cobijo político en el obispado de Morón, donde terminó el seminario y fue ordenado por Justo Laguna. En 1987 dirigió como vicerrector el Seminario de Ramos Mejía y después de un estadía en Río Grande, en Tierra del Fuego, volvió a Buenos Aires para colaborar en un hogar para chicos de la calle en Paso del Rey. En poco tiempo comenzaría su otra carrera, la que inició junto a los sectores de poder que en los `90 se instalaban en el país.
Un día, a fines de 1992, Grassi apareció en el programa de Bernardo Neustadt hablando sobre los límites de la fertilización asistida. En esa emisión de “Tiempo Nuevo”, frente a su mesa estaba la del ministro de Economía. El 25 de diciembre, en su mesa de Navidad aparecía el primer presente del ministro: una donación de 1500 pesos.
En poco tiempo más, Cavallo se convertiría en el gran motor financiero del proyecto Grassi. El 12 de enero de 1993, mientras comenzaba con la Fundación Felices los Niños, el padre presentó un proyecto en Economía para pedir las tierras del Instituto Forestal Nacional (IFONA), unas 65 hectáreas ubicadas en Hurlingham, justo frente a la casa de su obispo. En el proyecto pedía un hogar para alojar a 300 chicos, madres solteras y una serie de talleres de oficios. Todo debía ser subvencionado por el Estado hasta 1998 y con las tierras el padre se llevó 4.795.000 pesos.
Un año después, el padre Grassi daba el resultado de sus mejores gestiones: sus contribuyentes. Hilda Chiche Duhalde le había dado 20 mil pesos y prometía otros 40 mil. Carlos Tacchi, por entonces secretario de Estado, había decidido donarle su jubilación de privilegio. De los hermanos Born obtenía una camioneta con alimentos y del Banco Nación unos mil pesos. Años después, Carlos Menem, de paso por la casa de Hurlingham, le dejaría 10 mil pesos de subsidio. Y al equipo de Grassi, con los años, se irían sumando otros notables: Julio Ramos como director técnico de fútbol infantil, Eva Soldati, esposa del empresario, y Helena, la mujer de Mariano Grondona, entre una larga lista.
Por entonces, el país todavía era un territorio del menemismo. Grassi conseguía más y más espacio de aire en los medios de comunicación. Era convocado por las radios, la televisión y se convertía en uno de los principales líderes sociales en el trabajo con los chicos de la calle. En ese contexto, para junio del `97, el ministro de Educación Jorge Rodríguez lo convocaba para dirigir un Hogar Escuela de Ezeiza intervenido por elEstado. Trece días después, el obispo Laguna lo obligó a abandonar el cargo. Los maestros y el gremio docente habían expresado su repudio al obispo a través de un sinfín de cartas documento. Al reclamo se sumaron pedidos de informes de varias diputadas, disgustadas por la irregularidad del nombramiento. Desde entonces, y por distintos motivos, distintos sectores de la Iglesia comenzaron a pedir su cabeza. El obispo de Morón nunca la concedió y no lo hizo aunque sus relaciones con el cura nunca fueron estrechas. Nadie sabe bien por qué Laguna decidió retenerlo, pero todo el mundo sabía, tal como se lo advirtieron, que él pagaría el costo político de mantenerlo.
En tanto, y por las dudas, Grassi seguía construyendo alianzas alternativas. Su fundación canalizaba millones de pesos de donaciones que llegaban en forma directa, a través de convenios, de fundaciones, de políticos o empresarios. Grassi ya era grande y su sello servía como aval de garantía para desarrollar negocios o concursos, tal como ocurrió con Susana Giménez. El padre firmó un acuerdo con la animadora y se asoció a Hard Communication, la empresa de Jorge Rodríguez, Jorge Born y Rodolfo Galimberti, para llevar adelante un concurso televisivo. Por ese acuerdo, Grassi se iba a llevar un porcentaje del beneficio que originaban las llamadas, pero ese pacto se desvirtuó y el titular de la Fundación Felices los Niños denunció en el `98 a los dueños de Hard por defraudación.
El resto de la historia fue contada durante todo el mes de setiembre de este año, cuando el Tribunal Oral 19 terminó las audiencias y sobreseyó a la empresa. Grassi retiró los cargos, en la audiencia aseguró que todo estaba “correcto” y en lugar de los 7 millones previstos se llevó a su casa 1.080.000 pesos. En tanto, los niños felices.