Miércoles, 17 de junio de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LA COBERTURA DE LOS MEDIOS EXTRANJEROS FUE PROHIBIDA, INTERNET SE CAYó Y LOS CELULARES SE QUEDARON SIN SEñAL
A pesar de que el líder de la revolución se había comprometido a revisar los resultados, las protestas callejeras se extendieron a las ciudades del interior del país persa. Denuncian detenciones y represión. Mussavi pide calma.
Ni los siete muertos de anteayer ni la prohibición del gobierno ni las advertencias del líder moderado Mir Hussein Mussavi lograron detener a la marea de decenas de miles de jóvenes, que por cuarto día consecutivo inundó el centro de la capital iraní. El líder máximo de la Revolución Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, y el poderoso Consejo de los Guardianes que él preside, habían aceptado a primera hora de la mañana revisar parcialmente los resultados del viernes pasado. Pero la promesa quedó corta ante las demandas de los simpatizantes de Mussavi, quienes requieren repetir las elecciones en todos los distritos del país persa.
Con ese único objetivo en mente se lanzaron nuevamente a las calles; esta vez estaban realmente solos. Las cámaras de televisión y los periodistas extranjeros habían sido prohibidos, Internet se cayó y los celulares no tenían señal en el centro de Teherán (ver aparte). A sólo unos kilómetros de ellos, en una avenida paralela, cientos de miles simpatizantes del gobierno marchaban desde la mañana.
Fuera del radar de la comunidad internacional poco se sabe de las manifestaciones opositoras de ayer, excepto que por primera vez desde que estalló la furia popular el viernes pasado las protestas se expandieron fuera de Teherán, la capital. Según denunciaron testigos a través de blogs y chats, la policía y basijs –guardia islámica que patrulla las calles– reprimieron y detuvieron a manifestantes en las ciudades de Machhad, Ispahan y Shiraz, en el noreste y el centro del país.
El lunes los basijs y francotiradores escondidos en las ventanas y los techos de los edificios que se erigen en la vereda al costado de la avenida Vali Asr reprimieron a los opositores. No se sabe cuántos heridos dejaron los garrotazos de los basijs, pero al menos siete jóvenes murieron baleados desde las alturas.
Por eso ayer por la mañana el ex rival electoral de Ahmadinejad les pidió a sus votantes que se quedaran en sus casas. “Evitemos caer en confrontaciones planificadas”, rogó en un comunicado, que como el que había difundido el lunes no surtió efecto. La censura sobre los medios extranjeros ya estaba vigente y la televisión pública mostraba a cientos de miles de simpatizantes del gobierno enojados caminando por la misma avenida por la cual un día antes habían marchado la oposición.
El candidato presidencial opositor, que perdió 34 a 65 por ciento según los resultados oficiales, recordó que en 1999 el gobierno logró aplastar las manifestaciones estudiantiles –las más importantes hasta ahora de los 30 años de la República Islámica– movilizando a sus propios militantes y simpatizantes. La revuelta estudiantil fue aislada y reprimida violentamente hasta su extinción.
Ayer, a primera hora de la mañana, el Consejo de Coordinación de la Propaganda Islámica volvió a convocar una contramarcha masiva como las de 1999. La organizó para que comenzara una hora antes que la manifestación opositora, ganando primero la céntrica avenida de Vali Asr. Justo cuando el gobierno comenzaba a reaccionar, la unidad inquebrantable que había mantenido la cúpula de la República Islámica el fin de semana sufría sus primeras grietas.
El presidente del Parlamento, Ali Lariyani, más conocido en el mundo como el ex negociador iraní sobre el programa nuclear, fue el primer dirigente del oficialismo que criticó la represión y la persecución a los estudiantes. “Definitivamente no tiene sentido atacar residencias de estudiantes a primera hora de la mañana”, denunció el legislador. En un acto inédito le pidió al Ministerio del Interior que diera explicaciones al Congreso y al pueblo iraní sobre el accionar de la policía y los basijs.
Horas después el gran ayatolá Naser Makarem Shirazi, uno de los clérigos chiítas más influyentes de la ciudad santa iraní de Qom, le pidió al Consejo de los Guardianes que evaluara los resultados con imparcialidad y precisión. “Deben darle una respuesta convincente al pueblo”, reclamó. Por primera vez desde 1999 algunos líderes religiosos y políticos iraníes se animan a criticar, de forma sutil y velada aún, el poder absoluto del ayatola Jamenei, quien dirige el Consejo de los Guardianes y en un primer momento apoyó sin miramientos la reelección abrumadora de Ahmadinejad.
Sin poder contener las protestas, Jamenei revió su decisión ayer y anunció el recuento parcial de los votos. “Si el recuento de los votos ayuda, se debe hacer en presencia de un representante de cada candidato para que nadie tenga dudas”, explicó el líder máximo de la Revolución Islámica en un mensaje televisado. Pero no dijo cuántas urnas serían revisadas ni cuándo comenzará el proceso.
En cambio, volvió a apelar a la unidad nacional. “En las elecciones los votantes tienen tendencias distintas, pero todos creen en el sistema de gobierno y el apoyo a la República Islámica”, aseguró. Pero a pesar de sus esfuerzos las diferencias se vuelven más claras con el pasar de los días.
Las dos marchas que transitaron ayer en avenidas paralelas y casi de forma simultánea representaban a dos sectores a los que cada vez les cuesta más convivir. Por un lado, los conservadores representados por mujeres de negro tapadas de pies a cabeza y hombres barbudos que ven complots del imperialismo norteamericano y europeo en cada crítica, cada cuestionamiento. Por otro lado, la clase media y los jóvenes de 20 a 40 años, que embanderados en pañuelos verdes se niegan a renunciar a sus expectativas de cambio, por más moderado que éste sea.
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