Jueves, 10 de septiembre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › OBAMA EMPUJA LA REFORMA DE SALUD
“El tiempo de los juegos terminó. Ahora es el momento de la acción.” Contundente, claro y al punto, el presidente de Estados Unidos habló frente al Congreso y defendió su mayor apuesta política, la reforma al sistema nacional de salud. Barack Obama (foto) se quejó de las denuncias sin sustento que inundaron los medios de comunicación en los últimos meses, pero no se quedó en criticar a los detractores del plan. En cambio, optó por explicarlo, sin utilizar argumentos complejos ni historias melancólicas. Simplemente los hechos. El plan tendrá tres objetivos básicos, señaló. El primero, proveer más seguridad y estabilidad a los que ya tienen un seguro médico; el segundo, proveer un seguro médico a los que no tienen; y el tercero, disminuir los costos del sistema, tanto para las familias, como para los empresarios y para el propio Estado.
Obama buscó transmitir seguridad en su discurso. Después de casi dos meses de acusaciones y debate público, el clima político alrededor de la reforma de salud no puede estar más polarizado. “Estamos frente al mismo espectáculo partidista que sólo alimenta el desprecio de los estadounidenses hacia su propio gobierno. Algunos están construyendo campos ideológicos antagónicos que no ofrecen ninguna perspectiva de un acuerdo”, cuestionó el mandatario frente a las bancadas demócratas y republicanas de las dos Cámaras.
Uno de los puntos del plan de Obama que los conservadores rechazaron con más pasión fue la creación de un seguro médico estatal, que compitiera con las aseguradoras privadas. Según el proyecto oficial, de esa manera se garantizaría que todos pudieran conseguir un seguro médico, no importa cuáles sean sus ingresos, y además crearía una verdadera competencia que reduciría los costos de los planes. “Que quede bien claro: ésta sería una opción, no una obligación, una opción para los que no tienen un seguro médico. Según nuestros cálculos, apenas un cinco por ciento de los estadounidenses lo elegiría”, explicó, pausando sus palabras.
Pero la tan disputada opción pública es apenas un punto del plan, dejó en claro Obama. Hay muchas otras reformas en el proyecto. “Con este plan, será ilegal que las aseguradoras le nieguen a una persona la cobertura por una condición preexistente”, aseguró y, por única vez el auditorio entero se unió en un aplauso. El mandatario también prometió que el Estado pondrá límites a los costos extras que obligan a pagar las aseguradoras a las personas con planes básicos y, de aprobarse la reforma, todas las empresas de seguros médicos estarán obligadas a cubrir, como mínimo, los controles de rutina y los exámenes y tratamientos preventivos. “Porque nadie en Estados Unidos debe fundirse simplemente porque se enfermó. Es cruel, está mal y nadie debe ser tratado así”, sentenció Obama.
El presidente también aprovechó para tirar abajo algunos de los “mitos” creados por sus detractores y difundidos por los grandes multimedios. Prometió que el sistema de salud no incluirá a los inmigrantes ilegales ni contemplará el aborto como un procedimiento básico, ni se crearán paneles de burócratas para “matar ancianos”, ni ayudará a abultar el ya existente defícit fiscal. “Las acusaciones de los últimos tiempos serían graciosas, si no fueran cínicas e irresponsables”, señaló, y el auditorio se dividió entre los eufóricos demócratas que aplaudían y los apagados republicanos, que permanecían sentados como estatuas.
La polarización política en la que quedó atrapado el debate se notaba a primera vista y, por eso, Obama intentó distender el clima, marcar distancia de los dos extremos. “La opción de un seguro médico público no debe ser exagerada ni por la izquierda ni por la derecha”, aseguró. Recordó la propuesta del ala más progresista que propone un sistema público universal como el canadiense y luego mencionó el sistema totalmente privado que defienden los más conservadores. Para Obama, no es lo uno ni lo otro. “Mi visión es que hay que construir desde lo que funciona y arreglar lo que está mal”, explicó.
En pocas palabras, los que tienen un seguro médico que les funciona lo conservarán y los que deseen cambiarlo podrán hacerlo en un mercado con más reglas y controles del Estado. “En cuatro años ese nuevo mercado estará listo. Mientras tanto, el Estado ofrecerá un seguro a bajo costo para los que lo necesiten”, fue la última promesa de la noche.
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