Lunes, 5 de octubre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › MANUEL ZELAYA PONE CUATRO CONDICIONES PARA EL DIáLOGO CON LA DICTADURA
En 48 horas arrancan las conversaciones. Bajo el auspicio de la OEA, representantes zelayistas y del dictador Roberto Micheletti buscarán acordar los términos que permitan superar la crisis política.
Faltan apenas 48 horas para que arranquen las negociaciones oficiales en Tegucigalpa. Los detalles se ultiman. “Un 90 por ciento ya está resuelto para el inicio de las pláticas, pero aún falta acordar el 10 por ciento restante”, señaló ayer el presidente derrocado Manuel Zelaya. Con el auspicio de la OEA junto a una nueva delegación de cancilleres americanos, representantes zelayistas y del dictador Roberto Micheletti buscarán acordar los términos que permitan superar la crisis política que atraviesa el país y legitimar, según admitió ayer el propio Zelaya, los comicios previstos para el próximo 29 de noviembre. “Bajo las actuales condiciones no los vamos a reconocer”, amenazó el depuesto mandatario. “Si me reponen en el cargo, las elecciones serían en la fecha prevista y podríamos apoyar el proceso”, agregó de inmediato. Pero para empezar a hablar, sin embargo, el hondureño refugiado en la embajada brasileña advirtió que deben darse cuatro condiciones.
La primera de ellas es que la dictadura deje sin efecto el estado de sitio declarado hace una semana que anuló las libertades fundamentales y facilitó la militarización permanente de las calles. “Pedimos que se derogue el decreto que suprime las garantías constitucionales de locomoción, organización, reunión y libertad de expresión emitido hace una semana por el régimen”, precisó el presidente hondureño.
La segunda condición, para Zelaya, es que se devuelva a sus dueños las frecuencias de Radio Globo y Canal 36 de televisión, los únicos dos medios que mantenían una clara posición contra el golpe de Estado del 28 de junio y daban voz a la resistencia.
Las otras dos exigencias, de acuerdo con el presidente derrocado, son que se retire el cerco militar a la embajada brasileña donde él mismo se encuentra refugiado junto a su mujer y unas sesenta personas entre colaboradores y periodistas, y que se le permita elegir a las personas de su equipo que participarían en el diálogo. “Ojalá salgamos pronto de este estado de sitio nazi que los militares han impuesto alrededor de la embajada”, denunció ayer Zelaya. “El gobierno de Micheletti habla de un diálogo, pero eso no es sincero, porque a la vez no dejan pasar a mucha gente que quiere hablar conmigo”, señaló.
“Además pedimos que no se mancille la dignidad de los países latinoamericanos haciéndoles una nueva burla a los cancilleres”, agregó Zelaya, haciendo alusión a la primera visita de ministros de Relaciones Exteriores del hemisferio que, hace algunas semanas, partió sin resultados concretos.
Para esta vez, cuanto menos, las perspectivas de los protagonistas son mejores que hace algunos meses. Entre los miembros de la misión de la OEA, que llegará a Honduras pasado mañana presidida por su secretario general, José Miguel Insulza, el espíritu es positivo. “Nos anima un razonable optimismo, veo una disposición positiva hacia la búsqueda de un diálogo que resuelva finalmente la crisis política en Honduras, una crisis que la está padeciendo sobre todo el pueblo hondureño. Ha llegado el momento de que las partes se pongan a pensar en ese sufrimiento”, afirmó ayer Víctor Rico, secretario de Asuntos Políticos del organismo interamericano que se encuentra sobre el terreno con las preliminares de las negociaciones.
Más allá de las condiciones, el diálogo en sí, tal como se anunció a fines de la semana pasada y reiteró ayer Zelaya, tiene una agenda concisa, aunque no por ello simple. “El primero punto es la aceptación o no del Acuerdo de San José”, dejó en claro el mandatario. El plan, elaborado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, incluye entre sus bases la restitución de Zelaya en su cargo.
Los otros puntos, en caso de prosperar el primero, estarían referidos, según dio a entender el propio Zelaya, a los mecanismos para la implementación del plan, incluida la conformación de un gobierno de unidad nacional y la designación de garantes para el cumplimiento de los acuerdos. “El diálogo es para llegar a acuerdos sobre la implementación del plan Arias. Por ejemplo, cómo se va a verificar el cumplimiento de los acuerdos, o poner las fechas para cada cosa”, explicó el presidente legítimo.
Las negociaciones, en principio, las iniciarían representantes zelayistas y michelettistas. Sin embargo, nadie descarta un encuentro personal entre ambos hombres. “Estaría dispuesto a sentarme cara a cara con el dictador cuando decida firmar el plan Arias”, aseguró ayer Zelaya.
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