EL MUNDO
“Con la izquierda en el poder se iba a la derecha; hoy es al revés”
De paso rumbo al Foro de Porto Alegre, estuvo en Buenos Aires Fausto Bertinotti, líder del partido italiano Refundación Comunista. En este reportaje de Página/12, acusa a la izquierda moderada de su país por el triunfo de Silvio Berlusconi.
Por Mercedes López San Miguel
Fausto Bertinotti, jefe legendario del partido italiano Refundación Comunista, vislumbra “otro mundo posible” como el que predica el movimiento antiglobalización. De paso por Buenos Aires rumbo al Foro de Porto Alegre, Bertinotti dialogó con Página/12 legitimando una “izquierda alternativa” que se distancie de la actual izquierda moderada europea.
–¿Cómo interpreta el triunfo de Lula da Silva en Brasil?
–La victoria de Lula hay que interpretarla dentro de un fenómeno regional de la izquierda latinoamericana, como la experiencia de Chávez en Venezuela, o la victoria de Gutiérrez en Ecuador. Lula triunfó por la confluencia de organizaciones como la CUT, MST, el PT. La globalización neoliberal golpeó particularmente a América latina; pienso que la izquierda se vio apremiada a contestar la política del ALCA, de integraciones subalternas en el conjunto de la economía norteamericana, lo que marca el renacimiento de un componente progresista que podría llamarse “espíritu latinoamericano”. Esto, confluyendo con el componente indígena, promueve un discurso igualitario y pluralista de la izquierda y, además, una renovación de la izquierda del movimiento obrero.
–¿Con qué expectativa se dirige al Foro de Porto Alegre?
–El movimiento antiglobalización viene recorriendo un largo camino. La última experiencia del Foro Social Europeo fue un gran éxito, no sólo porque evidenció la manifestación europea contra la guerra, también por la amplia concurrencia que tuvo: estamos hablando de 70.000 jóvenes que transformaron Florencia en un especie de universidad popular. El movimiento antiglobalización ha dado un gran paso: en lo concerniente al tema de la guerra, a la respuesta a la política neoliberal; es evidente que la globalización agrava las desigualdades mundiales, en particular de los países pobres. El movimiento denuncia estas condiciones y habla de otro mundo posible. En Florencia hubo una crítica radical a la globalización, y al mismo tiempo, la lucha contra la guerra, un elemento fundamental para la construcción de una nueva política. En Porto Alegre pienso que se va a avanzar sobre estos temas. Habrá seguramente un mayor empeño en el movimiento para la paz.
–La izquierda en Europa ¿tiene una nueva oportunidad?
–La conducción de la izquierda en Europa es muy diferente a la de América latina. La de América latina ha trasformado el discurso antiglobalizante en una propuesta política, de ahí las elecciones que hemos visto últimamente. En cambio, la izquierda europea entró en una profunda crisis, producida en parte por su mutación de la tradición comunista a la socialdemocracia. Además, la globalización ha cambiado completamente el lugar de la oposición. La experiencia fallida del gobierno de centroizquierda en Italia fue el elemento fundamental de la crisis. La izquierda alternativa, comunista, verde, a diferencia de la moderada, es estandarte del movimiento, a partir de Seattle o Génova. La cuestión fundamental de nuestros tiempos es la transformación de la sociedad capitalista, asumiendo hoy el programa que el movimiento antiglobalización propone, con su refutación a la guerra norteamericana contra Irak, y, en general, la guerra infinita e indefinida que se vive con la doctrina de Bush.
–¿Se trata que la izquierda alternativa sea interlocutora del movimiento antiglobalización?
–Pienso que no debería haber una separación de tipo “donde termina el movimiento comienza el partido”. Así no funciona, porque la izquierda radical, alternativa debe estar en el movimiento naturalmente, sin presunciones hegemónicas. Y de allí innovar el lenguaje, la cultura, la actitud y contemporáneamente asumir inspiración de la crítica a la sociedad neoliberal.
–La globalización se plantea como un reto, y hay quienes plantearon regularla, ¿usted qué cree? –Como los grandes fenómenos mundiales, no es neutral. La globalización es específica, ingobernable; está fundada en la separación sistemática: la innovación y el progreso social que le es incompatible. En sí misma ha agravado las brechas entre ricos y pobres. En Argentina como en América latina puede verse que intrínsecamente funciona acentuando las desigualdades. La globalización es regresiva en el terreno económico y en el civil, la vida vale siempre menos y los niños son los mayores objetos de compra-venta. Y no acepta ninguna regulación.
–En las últimas elecciones parlamentarias su partido no quiso aliarse con los socialdemócratas, y resultó el triunfo de la derecha, de Silvio Berlusconi. ¿Habrá posibilidad de negociación en unas futuras elecciones?
–La división entre ambos es herencia del gobierno de la centroizquierda. Con Refundación Comunista o sin ella, la izquierda europea pierde –con excepción de Alemania con la victoria de Schroeder– porque la política se rige por los lineamientos neoliberales y pierde consenso popular. El problema no radica en las alianzas; lo inmediato es cuánto cambia la política de el centroizquierda. Si el centroizquierda continúa como hasta hoy, sustancialmente moderado, se sigue en la dirección parecida a la derecha.
–¿La izquierda debe volver a sus orígenes?
–El tema principal es refundar una política capaz de hacerle frente a los desafíos de la globalización. La idea es que la izquierda europea reduzca su moderación y se refunde.
–¿Cómo piensan desde su partido derrotar a Berlusconi?
–El asunto es general, de su política. Berlusconi no es un caso extraordinario, no es un monstruo. El Cavalieri es orgánicamente la expresión de una política de gobierno cuyo modelo es Bush. La derecha que hoy gobierna es neoeoautoritaria, empasta el poder político con el económico; más sus componentes liberales y populistas –igual que en el gabinete de Bush–. Berlusconi no es una anomalía, sino una tendencia de gobierno del capitalismo moderno. La oposición no debe conformarse con ser una alternativa a su política neoliberal, es necesario que se denuncie el carácter patológico de su gobierno. Hace falta la construcción de un movimiento extraordinario en el país. Hoy Italia vive una paradoja: cuando gobernaba el centroizquierda el país en realidad iba a la derecha; ahora que gobierna la derecha, un movimiento cultural, social, civil, tiende a la izquierda. Es un movimiento que crece, propone un terreno de cambio.
–Repito, ¿cómo ganarle a Berlusconi?
–Precisamente cambiando la izquierda moderada. Una parte importante de el centroizquierda también cree que la oposición así no hace frente a Berlusconi, lo dice un líder como Sergio Coferatti, el sindicalista dirigente de la izquierda moderada. El problema es dentro del centroizquierda; su cuadro político no se corresponde con el movimiento.