EL MUNDO › ESTALLO EL CONFLICTO ENTRE EE.UU., FRANCIA Y ALEMANIA
El Eje del Mal está en Europa
Los dos paìses centrales de la Uniòn Europea se unieron contra la guerra y el jefe del Pentágono los acusó de ser "la vieja Europa". Las reacciones en ambos países llegaron hasta decirle “mierda”.
Por Eduardo Febbro
Página/12
en Francia
Desde París
Saddam Hussein ha realizado el sueño de todos los enemigos: conseguir que el campo que le es adverso se divida y se desgarre porque carece de una posición común sobre lo que se debe hacer con él. Los áridos antagonismos que rodean el esquema unilateral con el que Estados Unidos pretende proceder respecto de Irak desembocaron en uno de los episodios diplomáticos más espectaculares de este comienzo de siglo. Confrontada a la permanente oposición de Francia y luego de Alemania, dos países que se niegan a aceptar la posibilidad de una ofensiva militar inmediata contra Irak, el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, declaró que no veía “Europa como si fuera Francia y Alemania. Pienso que esa es la vieja Europa. Si miramos a toda Europa, su centro de gravedad se desplazó hacia el Este”. Las respuestas francesas y alemanas fueron contundentes.
Esa visión geopolítica norteamericana de la “nueva Europa” engloba de hecho a los siete países de Europa central y oriental que acaban de ingresar a la OTAN y que no presentan resistencia alguna a la “tentación unilateral” de la administración Bush ni a su más reciente concepto, la “guerra preventiva”. La frase de Rumsfeld traduce la exasperación que produce la hasta ahora inamovible visión francesa de la crisis: a diferencia de Washington y Londres, que ya enviaron decenas de miles de soldados al Golfo Pérsico, Francia, que es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, miembro no permanente –lo presidirá en febrero–, defienden una idea muy distinta. Esta cabe en tres opciones: la guerra es perfectamente evitable; en caso que se decida lanzar una ofensiva contra Bagdad únicamente el Consejo de Seguridad de la ONU está habilitado a hacerlo; y es preciso darle mucho más tiempo a los inspectores de las Naciones Unidas a fin de que concluyan su trabajo de inspección del armamento iraquí.
Las palabras de Rumsfeld suscitaron un torrentoso río de reacciones. Señalando la dirección de lo que para los europeos aparece como una postura anacrónica con las necesidades actuales, el jefe de la diplomacia francesa, Dominique de Villepin, respondió diciendo que “tenemos una Europa que mira hacia el futuro”. Cabe recordar que, hace unos días, en Nueva York, el canciller francés fue el autor de uno de los alegatos más duros contra las intenciones ofensivas norteamericanas. Villepin llegó hasta calificar como “una aventura” el proyecto estadounidense de atacar a Irak. El foso transatlántico abarca incluso a la misma OTAN. En dos días de discusiones, los 19 países de la Alianza no lograron aunar una posición común para responder a las solicitudes de Washington, interesado en un apoyo “logístico y defensivo” de la OTAN. Hasta países como Noruega, viejos e incondicionales aliados de Washington, declararon que se opondrían a una guerra incluso si ésta es aprobada por el Consejo de Seguridad.
En todo caso, responsables políticos alemanes y franceses salieron a la arena con todas las espadas en la mano para responder a lo que se considera como “la ofensa” de Donald Rumsfeld. La ministra de Ecología francesa, Roselyne Bachelot, conocida por su lenguaje franco, declaró “si usted supiera lo que tengo ganas de decirle al señor Rumsfeld...”. La ministra recordó que era de una región de Francia de donde es oriundo Pierre Cambronne, general francés de las guerras napoleónicas que, en la batalla de Waterloo, cuando se le pidió que se rindiera, dijo “mierda”.
El portavoz del gobierno, François Copé, más poético, señaló que “un viejo continente” pueda estar lleno “de cierta sabiduría y la sabiduría puede ser buena consejera”. Martine Aubry, ex ministra socialista de Trabajo, y Paul Quilés, ex titular de la cartera de Defensa, denunciaron uno “la arrogancia” y el otro “el desprecio” de los norteamericanos. Más concreto, el ex ministro socialista de Cultura, Jacques Lang, acusó al presidente norteamericano George Bush de estar “habitado por un espíritu totalitario”.