Miércoles, 6 de julio de 2011 | Hoy
EL MUNDO › LOS MEDIOS FRANCESES TOMAN CON PINZAS LA NUEVA DENUNCIA EN CONTRA DE STRAUSS-KAHN
La mujer no sólo acusa a Strauss-Kahn de una presunta agresión sexual ocurrida en 2003, sino también a importantes líderes socialistas, en este caso al ex primer secretario del PS y precandidato presidencial François Hollande.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Lucha por el poder, manipulación, trampas, intentos reales de violación, abuso de posición dominante frente a las mujeres, intoxicación o una inacabable sucesión de inmundicias que ensucian tanto al hombre como el sistema político al que pertenece, en este caso Francia, el caso del ex director gerente del FMI Dominique Strauss-Kahn da vueltas sobre un charco de aguas pestilentes. A dos pasos de ser liberado por la Justicia norteamericana de los cargos que pesan sobre él –agresión sexual, intento de violación, etc., etc.–, Strauss-Kahn enfrenta en Francia un juicio por los mismos motivos. La querellante es una periodista escritora de 32 años, Tristane Banon. La mujer no sólo acusa a Strauss-Kahn de una presunta agresión sexual ocurrida en 2003, sino también a importantes líderes socialistas, en este caso al ex primer secretario del PS y actual candidato a la candidatura socialista para las presidenciales de 2012, François Hollande, de haber estado al corriente de la historia. Los abogados de Strauss-Kahn denunciaron ayer por “difamación” a Banon, al tiempo que sus allegados insinúan que la reaparición de la escritora en la escena pública y su empeño por presentar una denuncia ocho años después de los hechos aparentan una “manipulación”.
La prensa norteamericana reveló ayer que el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, se disponía a dejar sin efecto los procedimientos judiciales contra Dominique Strauss-Khan a raíz de las dudas que pesan sobre la denunciante, la mucama del hotel Sofitel Nafissatu Dialo. Es ese día el que Banon eligió para remitir a la Justicia francesa su denuncia contra el economista francés. En pleno escándalo neoyorquino la mujer había relatado a los medios la agresión que de la que afirma haber sido víctima en 2003. Sin embargo, con Dominique Strauss-Khan encausado por la Justicia de Estados Unidos, la periodista anunció que no pensaba llevar el caso a la Justicia francesa. Ahora cambió de posición. Su narración se presta a la prudencia. En primer lugar, los hechos que ella denuncia ocurrieron en 2003, pero la primera vez que los reveló fue en 2007, en el curso de un programa de televisión, donde los evocó de manera ligera y calificó a Strauss-Khan de “mono en celo”. Según Banon, la historia se remonta al 11 de febrero de 2003. La mujer, que estaba escribiendo un libro, consiguió una entrevista con Dominique Strauss-Khan. La cita fue acordada en un “departamento casi vacío, con una máquina de café, una biblioteca sin libros y un sofá”. Banon dice que cuanto sacó el grabador Strauss-Khan le pidió que fueran a sentarse al sofá y que le diera la mano. “Luego me atrajo hacia él, nos caímos al suelo, peleándonos.” La querellante sostiene que, en una novela suya, Trapéziste, describió la escena sin ahondar en detalles feos, como “sus dedos en mi boca, sus manos en mi bombacha después de haberme desabrochado el pantalón”. Los abogados de Strauss-Khan calificaron de “fantasiosa” la versión de la mujer. Su relato y su denuncia han sido tomados con pinzas por los medios franceses ya que en él hay muchos puntos entre sombras. En una biografía sobre el ex director gerente del FMI, Le Vrai Roman de Dominique Strauss-Khan, él mismo impugnó la veracidad de esa denuncia: “Todo es completamente falso. ¿Usted me imagina a mí tirando al suelo a una chica joven, de forma violenta, tal como dice ella?”
En una extensa entrevista con el semanario L’Express, Banon explica que decidió presentar una denuncia recién ahora porque “ver a Strauss-Khan libre, cenando en un restaurante de lujo, me enferma. Sé que la mitad de la gente me va a creer y que la otra no”. Banon también sostiene que el entonces primer secretario del PS François Hollande la llamó por teléfono en aquella época y que se había mostrado preocupado. Sin embargo, Hollande niega esa versión. Líderes socialistas y allegados a Strauss-Khan atacaron ayer a un portal de Internet, Atlantico.fr, que ha sido una punta de lanza en la ofensiva global y a menudo falaz contra Strauss-Khan y para el cual trabaja la periodista denunciante. Al igual que otros responsables del PS, el diputado socialista Jean-Marie Le Guen descalificó el testimonio de la mujer: “Hace años que Tristane Banon cuenta su historia. Pero decidió presentar la querella hoy. Veo en ello una forma de oportunismo que tiene que ver con el torrente de barro, con esas campañas de desinformación contra Strauss-Khan en momentos en que la Justicia norteamericana se apresta a reconocer su inocencia”. Las feministas también se mezclaron en el debate. Para ellas, ambos escándalos, el de Estados Unidos y el de Francia, han conducido a que se abra la caja de Pandora de la violencia masculina y el machismo. Queda un áspero sabor en la boca. Incluso si, como trascendió en círculos internos del PS, Strauss-Khan no participa en las elecciones presidenciales del año que viene, los medios de comunicación y la clase política francesa, de izquierda y de derecha, están ofreciendo al mundo uno de los ejemplos más viciados que una democracia pueda brindar.
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