EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ DESDE LA CAíDA DE LA DICTADURA MILITAR, EN 1974, EL PARTIDO LAOS ENTRA AL GOBIERNO

La extrema derecha llega al poder en Grecia

Laos consiguió el Ministerio de Infraestructura y Transportes, el Secretariado de Estado para el Desarrollo y la marina mercante y dos viceministerios, convirtiéndose en un actor de peso en el juego político griego.

 Por Eduardo Febbro

Desde Atenas

La extrema derecha griega se metió en la coalición de gobierno formada al día siguiente de la designación del economista Lucas Papademos como nuevo jefe del Ejecutivo. Por primera vez desde la caída de la dictadura militar, en 1974, la extrema derecha, representada por el partido Laos, creado en el año 2000, pone un pie triunfal en las escaleras del poder. Laos consiguió un portafolio, el Ministerio de Infraestructura y Transportes, el Secretariado de Estado para el Desarrollo y la marina mercante y dos viceministerios. Como el resto de los partidos de extrema derecha del Viejo Continente, Laos se convirtió en un actor de peso en el juego político griego gracias a una estrategia similar a la aplicada en Francia por el partido Frente Nacional: se puso corbata y lavó su discurso apartando poco a poco de su vocabulario los acentos más xenófobos de su programa.

Lucas Papademos asumió con una imponente ceremonia de coronación en la cual participaron jerarcas de la Iglesia Ortodoxa, que bendijeron al nuevo primer ministro y a su gobierno. El Ejecutivo, dominado por miembros del partido socialista Pasok y el conservador Nueva Democracia, tiene en principio cien días para negociar las condiciones en que Grecia se alejará de la bancarrota. “Si el pueblo está unido, tendremos éxito”, dijo Papademos. Su frase no puede ser más paradigmática: la unión de los partidos, Pasok, Nueva Democracia y Laos, desembocó en la formación de un gobierno dirigido por un tecnócrata puesto por los tecnócratas de Bruselas y al que ningún griego eligió. Como regalo, los pactos políticos internos le abrieron las puertas del poder a la extrema derecha, que ganó con la crisis un espacio de legitimidad impensable hace unos meses. El gobierno consta de 50 políticos y en su seno hay figuras que ya estaban en el anterior: Papademos conservó a Evangelos Venizelos al frente de la cartera de Finanzas y como viceprimer ministro y mantuvo en puestos importantes a varios socialistas, entre ellos Anna Diamanotopulu, Andreas Loverdos y Michalis Chrysochoidis, respectivamente a cargo de las carteras de Educación, Salud y Desarrollo. La derecha de Nueva Democracia ganó dos ministerios: Stavros Dimas, ex comisario europeo de Medio Ambiente, y Dimitris Avramolpulos, dirigirán el Ministerio de Relaciones Exteriores y el de Defensa.

Este gabinete tiene por delante tres desafíos con un alto costo social: primero, desbloquear el sexto segmento de 8000 millones de euros correspondientes al primer rescate financiero europeo: segundo, obtener la aprobación de un nuevo rescate financiero por parte de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional por un monto de 130.000 millones de euros hasta 2014: tercero, negociar un perdón del 50 por ciento de la deuda que el Estado griego contrajo con los bancos. El cuarto punto es el tributo que el Ejecutivo le hará pagar a la sociedad para obtener esos fondos: la cura liberal implica un tsunami de ajustes sociales y desaparición de beneficios. El Parlamento griego debe votar la confianza al recién formado gobierno sin que haya misterio alguno. Los tres partidos de gobierno, Pasok, Nueva Democracia y Laos, totalizan 254 de los 300 escaños necesarios. Los únicos que no votarán a favor son el Partido Comunista y Syriza, la coalición de la Izquierda Radical.

Este montaje político extraño, teledirigido por el FMI, el Banco Central Europeo, BCE, y la Comisión de Bruselas, inaugura un nuevo período político que va más allá de las negociaciones económicas y la crisis. Los griegos votaron a una mayoría socialista, la del Pasok, pero la renuncia del primer ministro Giorgos Papandreu los dejó con un gobierno de unidad nacional donde figura la extrema derecha al frente de un ministerio, el de Infraestructura y Transporte, cuyo titular es Mavrudís Voridis. El historial de Voridis es fiel al de la ultraderecha europea: en la década de los ’80 y ’90 militó en varios grupos paramilitares. En cuanto al partido Laos, su ideología es una mezcla de liberalismo, nacionalismo y xenofobia abierta. Laos fue fundado en el año 2000 por un ex diputado de Nueva Democracia, Giorgos Karatzaferis. En 2004, el partido participó por primera vez en una consulta electoral, donde sólo alcanzó el 2,7 por ciento de los votos. El mismo año se presentó en las elecciones europeas y consiguió el 4,1, con lo cual ganó un escaño en el Parlamento Europeo, ocupado por su fundador. Durante ese mandato, Giorgos Karatzaferis sobresalió por los escándalos que provocó con sus declaraciones de corte racista y antisemita. Luego, en las elecciones generales de 2007, Laos aumentó su audiencia electoral, y alcanzó el 3,8 por ciento. Con ese porcentaje ingresó por primera vez en el Parlamento griego, donde ocupó diez escaños. Su caudal electoral se incrementó en 2009 cuando obtuvo 5,5 por ciento de los votos y 15 escaños. Ello le permitió ahora negociar su apoyo a la coalición y salirse con un ministerio pleno y los demás cargos. El mandato del tecnócrata Papademos se inició con malas noticias. El instituto griego de estadísticas reveló que la tasa de desempleo llegó al 18,4 por ciento en agosto, o sea, más de seis puntos que en 2010. En términos de desempleo, Grecia quedó en segundo lugar, detrás de España (22,6 por ciento). El panorama griego es particularmente severo con la juventud. El desempleo afecta al 43,5 de los jóvenes. El experimento griego prefigura los desastres futuros de la democracia. Los bancos y su credo de ajustes y reformas han pasado por alto la voluntad popular y la opinión de los ciudadanos, principio supremo de la democracia. Ya no importa una elección sino que haya un obediente soldado que asuma los trabajos duros sin pasar antes por la consulta electoral.

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Papademos, el nuevo premier griego, en una ceremonia religiosa. Le hizo un lugar a la ultraderecha en su gabinete.
Imagen: AFP
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