Miércoles, 16 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › DIEZ HOMICIDIOS DE INMIGRANTES, CATORCE ASALTOS A BANCOS Y UN MISMO MODUS OPERANDI
El tardío desmantelamiento de una célula de extrema derecha en Alemania puso en tela de juicio la eficiencia de los servicios de inteligencia. Dicha célula había adoptado la sigla NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista). Hay cinco detenidos.
Por Cristián Elena
Desde Frankfurt
Aparentemente sólo el estallido de una bomba podía desbancar a la crisis en la Eurozona del centro de atención de la opinión pública alemana. Y algo de eso hay en la trama que en la última semana ha ganado los titulares periodísticos en este país: el desmantelamiento (tardío, como se verá) de una célula terrorista de extrema derecha, que pone en tela de juicio –a la luz de hechos de gravísima contundencia– la eficiencia de los costosos servicios de inteligencia estatales. Sólo para empezar.
La madeja comenzó a desenredarse a partir de un hecho criminal con el que, en principio, creía haberse esclarecido sólo el homicidio de una agente de policía ocurrido cuatro años atrás. El pasado 4 de noviembre, luego de que asaltaran un banco en la ciudad de Eisenach (estado federal de Turingia), los cuerpos sin vida de Uwe Böhnhardt (34) y Uwe Mundlos (38) fueron hallados en el interior de una casa rodante incendiada. Los nombres de Böhnhardt y Mundlos constaban en actas policiales, junto con el de una tal Beate Zschäpe (por tentativa de acciones terroristas, entre otras acusaciones), pero el rastro del trío se había perdido en 1998, cuando lograron pasar a la clandestinidad antes de poder ser apresados.
En Zwickau (Sajonia, a 200 km de allí), y casi al mismo tiempo en que eran hallados los cadáveres, también ardía la vivienda que habían habitado los tres fugitivos; en el mismo lugar se hallaría posteriormente el arma reglamentaria de la agente asesinada en 2007. El 8 de noviembre Zschäpe se entregó a la policía y –aún sin haber declarado– los hechos se precipitaron, dejando al descubierto una estela de brutalidad y sordidez de dimensiones inusitadas.
La célula, que (como se sabe ahora) componía además un trío amoroso, había adoptado la sigla NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista) y ya las primeras pericias revelaron pruebas claras que conectan sus actividades con un raíd criminal de trasfondo xenofóbico que tuvo lugar entre 2000 y 2007, conocido como “los asesinatos del kebab”, en referencia al origen turco de las víctimas, ejecutadas todas con el mismo modus operandi. A juzgar por documentos y un verdadero arsenal encontrados bajo los escombros de la casa incendiada, a estos diez homicidios y catorce asaltos en bancos probablemente deban sumarse dos atentados con explosivos a locales comerciales, también propiedad de inmigrantes.
¿Por qué la policía subestimó la pista neonazi al orientar las pesquisas hacia una supuesta participación de agrupaciones mafiosas? ¿Cómo pudieron escapárseles a los agentes de inteligencia tres criminales que ya tenían un prontuario de temer? ¿Qué instancia hizo la vista gorda y/o proveyó salvoconductos durante todos estos años? Sólo algunas preguntas del vasto e incómodo cuestionario al que deberán someterse las autoridades de seguridad, principalmente las de la BFV (Oficina Federal para la Protección Constitucional, uno de los tres servicios de inteligencia estatales), cuya razón de ser es la vigilancia específica de agrupaciones de accionar antidemocrático, a fin de abortar oportunamente focos de violencia como el que hoy consterna al país. En declaraciones al periódico Rheinische Post el legislador Hans-Christian Ströbele (Los Verdes) fue al grano: “El trabajo y el accionar de Protección Constitucional deben ser revisados a fondo”.
El lunes, durante la convención de su partido en Leipzig, la canciller Angela Merkel declaró con vehemencia que “esto es una vergüenza para Alemania”, al tiempo que hacía pública su intención de verificar las posibilidades de proscripción definitiva del NPD (Partido Nacionaldemócrata de Alemania), el partido constituido en reservorio del legado nazi. En la jornada de ayer adherían a este propósito los más altos dirigentes del SPD (socialdemócratas) y la CDU-CSU (demócrata cristianos). El último intento por dejar jurídicamente fuera de juego al NPD fracasó en 2003, al constatarse que una parte importante de la dirigencia partidaria nacional no eran sino informantes infiltrados por el Ministerio de Interior, lo cual tornó imposible para la corte actuante dilucidar la autoría intelectual de las acciones anticonstitucionales alegadas. El NPD, que nunca ha ocultado su cuño deliberadamente xenofóbico, tiene especial arraigo en los estados federales del Este, en dos de los cuales (Sajonia y Mecklemburgo-Antepomerania) cuenta con representación parlamentaria.
Al cierre de esta nota el affaire del “terrorismo marrón” (de derecha, en contraposición al “rojo”, de extrema izquierda, que tuvo su hora en los ’70-’80) sumaba dos nuevos detenidos, altamente sospechosos de haber prestado apoyo logístico a los tres de la NSU, y Beate Zschäpe se mostraba dispuesta a declarar ampliamente hoy. Más piezas para un rompecabezas macabro que no termina de armarse, a la vez que confirma aquel postulado según el cual las mejores ficciones son escritas por la realidad misma.
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