Desde Londres

El viceprimer ministro de Irlanda del Norte, número dos de Sinn Fein y ex comandante militar del IRA, Martin Mc Guinnes, estrechará la mano a la reina Isabel II durante un encuentro el miércoles en Belfast. El encuentro simbolizará como nunca el largo camino emprendido desde el acuerdo de paz de 1998. No sólo los republicanos siempre consideraron a la monarquía como el símbolo más acabado de la “dominación británica” sino que McGuinnes formaba parte de la plana mayor del ejército republicano cuando el primo de la reina Lord Louis Mountbatten murió en un atentado con bomba en 1979. El histórico encuentro será a puertas cerradas y sin imágenes que puedan herir la sensibilidad pública. La organización caritativa Cooperation Ireland organiza el evento para celebrar la cultura y el arte de la isla, sin distinción del norte, que forma parte del Reino Unido, y la República de Irlanda, que libró una cruenta guerra de liberación a principios del siglo pasado. El presidente de la República, Michael Higgings, asistirá al evento, pero eso apenas sorprende: hace tiempo que la República convive con esa compleja realidad histórica que es Irlanda del Norte.

La decisión de McGuinnes es el plato fuerte. El hoy viceprimer ministro de la provincia contó con el respaldo público del presidente de Sinn Fein, Gerry Adams, quien admitió que será un mal trago para muchos republicanos. “Esto causará dificultades a algunos republicanos y nacionalistas, especialmente a aquellos que sufrieron a manos de los británicos”, dijo Adams. Los ex camaradas de Adams y Mc Guinnes, congregados en el Republica Sinn Fein, que rechaza el acuerdo de paz, señalaron que el encuentro es una nueva traición. “A nivel simbólico es la última capa de cemento que asienta la presencia británica. Pero es un reflejo de la realidad en que vivimos. Martin McGuinnes es un funcionario de la corona británica. ¿Por qué no se va a reunir con la jefa de Estado de Gran Bretaña?”, señaló el presidente de República Sinn Fein Des Dalton.

República Sinn Fein sonó más aislada que nunca. Desde los lealistas de la Ulster Defence Association –un ex grupo paramilitar responsable de numerosos asesinatos de católicos– hasta políticos variopintos británicos, el consenso fue casi unánime. El conservador Lord Norman Tebbit, cuya esposa quedó paralítica a raíz de la bomba del IRA en Brighton en 1985, le dijo a la BBC que esperaba que el encuentro con la reina fuera un paso más para “el arrepentimiento público, el pedido de perdón y las maneras de reparar la violencia ejercida por Sinn Fein y el IRA en Irlanda y Gran Bretaña”.

La visita de dos días de la reina Isabel II a Irlanda del Norte, que comenzó este martes, forma parte de una normalización de la vida cotidiana en la provincia: habría sido imposible antes de 1998. Desde fines de los ’60 la mayoría protestante y la minoría católica, los pro-británicos y los nacionalistas y republicanos, parecían separados por un abismo que la presencia militar británica no hacía más que atizar. En esas tres décadas, murieron más de 3500 personas e Irlanda del Norte pareció un laberinto sin salida similar al de palestinos e israelíes. No todo está solucionado. Entre 2004 y 2010 murieron unas 16 personas por el conflicto y hubo numerosos enfrentamientos callejeros. Las marchas de verano de los unionistas, celebratorias de una victoria militar a fines del siglo XVII, son el momento más tenso y la huella más clara de una historia que sigue proyectando su sombra sobre la provincia. El encuentro entre McGuinnes y la reina, un intento de neutralizar esos fantasmas del pasado.