Jueves, 26 de julio de 2012 | Hoy
EL MUNDO › REPORTAJE A SALOMON LERNER, EX PRIMER MINISTRO PERUANO
Salomón Lerner fue el primer presidente del consejo de ministros de Ollanta Humala. Renunció ante la falta de apoyo a su política de diálogo por el conflicto minero de Cajamarca, que luego terminaría en represión y muertes.
Por Martín Granovsky
A punto de cumplir un año en el gobierno, el presidente peruano Ollanta Humala cambió parte de su gabinete para “respetar el principio de autoridad y al mismo tiempo fortalecer el diálogo”. La figura que debería cumplirlo es el nuevo presidente de los ministros, Juan Jiménez Mayor, el tercero en el cargo. El primero fue Salomón Lerner, que renunció en diciembre pasado. Lerner estuvo en Buenos Aires para un encuentro del Congreso Judío Latinoamericano y dialogó con Página/12.
–¿Ciudadanos por el Cambio es un grupo crítico del gobierno desde dentro, crítico del gobierno desde afuera, en transición hacia el ejercicio pleno del gobierno o en transición hacia una posición más opositora?
–No sabemos si críticos afuera o adentro. El 4 de agosto tendremos una asamblea nacional. Pero sí somos críticos en algunos temas. Criticamos que el gobierno no esté siguiendo efectivamente la hoja de ruta discutida y prometida durante la campaña electoral.
–Está por celebrarse un año de gobierno. ¿Humala no cumplió o directamente no arrancó?
–Hay varios programas sociales que comenzaron a estructurarse. Falta velocidad para que estos programas puedan cumplir con las promesas de la campaña. Se ha cumplido con el gravamen minero. Estamos haciendo una evaluación de cuánto se ha recaudado y provisoriamente podemos decir que se recaudó más en esta etapa de unos meses que en los cuatro años de gobierno de Alan García.
–Después de las negociaciones a comienzos del gobierno.
–Claro, cuando cambiamos el gravamen minero. Algunas fuerzas políticas de mi país creían que podía obtenerse aún más, pero de cualquier manera la tendencia es un cambio de diez a uno. Se avanzó también en la tranquilidad del país, en lo que respecta a los actores productivos, en un crecimiento con inclusión sin violentar el Estado de Derecho, vamos a terminar el año con el cinco o seis por ciento, tal vez la tasa más alta de un país del continente. A la vista de este panorama quizá debiera haber un giro mayor hacia la inversión pública, para un país como Perú que tiene tanto vacío en infraestructura sobre todo para los más pobres en luz, agua, salud, educación, carreteras. El año pasado terminamos con 8 por ciento de superávit fiscal. Este año, cuatro o cinco en el primer semestre. Nos parece que es demasiado. No es una buena presentación. Algún organismo internacional podrá decir que es extraordinario. Para nosotros no lo es. Esto es parte de los desafíos que tendría Humala.
–Con esta descripción benévola, si uno fuera Humala les diría: “Veo que en el grueso del rumbo coinciden conmigo. Ayúdenme y sigamos juntos”.
–Hay otra parte que es la manifestación de frustración de muchas masas populares frente a proyectos como el de Cajamarca o como el de Madre de Dios. El saldo es de quince muertos, lo cual tampoco es una buena presentación. En las clases populares existía la idea de que Ollanta sería mucho más receptivo ante los reclamos sociales.
–Sin comparar de modo mecánico, en el continente hay una relación entre poder político y actitud policial que, cuando las papas queman, se traduce en tres tipos de postura. Una, cuando el poder político ordena matar. Otra, cuando simplemente ordena cumplir las leyes. La tercera, cuando aclara que de ninguna manera quiere un muerto o un herido en una protesta social.
–En el caso particular lo que puedo decir es que cuando se declaró el estado de emergencia en Cajamarca después de doce horas de negociación en las que participé, me reuní con el jefe del comando conjunto del ejército, con el jefe de la policía nacional, con el director de inteligencia, caminé con ellos en la noche y la orden específica, con la anuencia del presidente de la República, fue no disparar, guardar el orden, que el orden interno fuese resguardado además por la policía. Y no hubo ningún muerto. Esa era la política. ¿Qué pasó después? ¿Se dejó el diálogo sin agotar? ¿No hubo un ejercicio suficiente de toda la paciencia posible? ¿Las fuerzas policiales extremaron alguna medida? En todo comportamiento es preciso investigar qué ocurrió y ver cuáles fueron los errores cometidos para no volver a cometerlos, ¿no es cierto?
–Están claras las diferencias. La política minera no es una de ellas.
–En todo caso habrá que discutir cómo se comunica a la población qué significa una minería responsable, que privilegie el agua, la inclusión social, fondos de gestión ambiental, que puedan ser auditadas por organismos internacionales por el uso de las cuencas. Todo esto no fue comunicado en los primeros meses de forma adecuada.
–Los plazos de auditoría y los plazos de las audiencias públicas para minería son una discusión en todo el continente. ¿Cómo es la situación en Perú?
–Se está haciendo una reevaluación de todo el tema a través de tres aspectos. Uno, la licencia social para proyectos. Otro, teniendo en cuenta nuestro territorio, el privilegio que debe darse al agua, que es para nosotros muy importante. Y no solamente el agua para ganadería y agricultura, sino sobre todo para vivienda y saneamiento. En muchos lugares del país no hay agua para la vida cotidiana y el agua se dedica a la minería. Tenemos que constituir una Autoridad Nacional del Agua que fije los parámetros para el uso. Por último, otro de los temas es la fiscalización de los proyectos de impacto ambiental. Una vez que los proyectos comienzan a caminar, debe haber evaluaciones. No hay que dejar que el Estado deje de participar como un árbitro importante en los distintos proyectos.
–¿Se discute en Perú minería sí o minería no? ¿Uno puede decir que un Perú sin minería es inimaginable?
–Todo se puede imaginar, pero la riqueza sería menor. La propuesta de la gran transformación es cambiar la forma de ingresos de Perú. De una manera dependiente del precio internacional de los metales, como es la gran minería, a un desarrollo mucho más sostenible en el que tanto la industria, como la agroindustria y el turismo, den un cambio a la matriz general productiva del país. Es lo que en los últimos días el presidente Ollanta Humala ha puesto en conocimiento de los ciudadanos. Que no podemos seguir dependiendo de los precios de las materias primas.
–¿La aceptación del cargo para el grupo de la Unasur sobre Paraguay significa un nivel de acuerdo importante respecto de la política exterior?
–Hay una política macro de la Unasur y ése es el cuadro que me lleva a aceptar este reto que es un reto a la unidad política y al camino democrático de todos los países miembros de la Unasur. Por supuesto, esto acompaña la política exterior del Perú.
–¿La destitución de Fernando Lugo fue, también, un desafío al reto democrático?
–Haremos un seguimiento y una evaluación tras recoger las opiniones de todas las cancillerías. Luego haremos recomendaciones a los jefes de Estado sobre, por ejemplo, si ha llegado el momento de levantar la suspensión de Paraguay o hay que esperar mejores tiempos. Para que Paraguay regrese a la vía democrática tenemos que hacer el seguimiento que nos han encargado los jefes de Estado.
–Hay una discusión que registré sólo en Brasil y se puede expresar en una pregunta: si la Unasur está haciendo ahora todo lo posible por normalizar la situación paraguaya, ¿hizo todo lo posible y lo conveniente antes de la destitución de Lugo?
–No había escuchado comentarios y veo que es un tema para pensar. Creo que en otros casos ha habido esfuerzos. Ante crisis en Bolivia y en Ecuador, por caso. El proceso paraguayo fue tan rápido y tan sumario que parece que no dejó demasiado tiempo para hacer prevención. Ahora la situación está dentro de un desarrollo político que desembocará en las elecciones de abril del año próximo. Por eso tenemos que medir qué hacemos en el corto plazo. De todos modos, los países de la Unasur han dado una muestra muy respetable de que sí hay suspensión pero que de ninguna manera hay un recorte del apoyo y del comercio, que es lo que hace sufrir mas no a los gobiernos sino a los pueblos.
–¿En qué estado está el arco o alianza del Pacífico que conformó Alan García en nombre de Perú junto con México, Colombia y Chile?
–Perú ha diversificado sus medios de política exterior. Estamos participando, sin duda, en la Corporación Andina de Naciones, la CAN. Idealmente hubiésemos querido que Venezuela regrese a la CAN para de ahí converger con Mercosur. Hoy ya tenemos una Venezuela que está por incorporarse a Mercosur, lo cual obligará a la CAN a hacer los esfuerzos necesarios para la convergencia. En términos comerciales la convergencia deberá traducirse en la superación de algunos obstáculos de lo que ha sido para algunos tratados de libre comercio que no son muy aceptables, o para otros pequeños bloques como el Arco del Pacífico que usted menciona, y esto ir ajustándolo. El marco es la convergencia CAN-Mercosur hasta redondear mejor el despliegue de una potencia de 500 millones de habitantes.
–Usted participó de la reunión en Buenos Aires del Congreso Judío Latinoamericano.
–Fue una experiencia muy interesante escuchar a actores reales de los atentados de hace 18 años y recuerdos que añadieron una tremenda intensidad a los que participamos de esta reunión. Pero creo que agregan varias reflexiones. Perú tiene 60 o 70 mil muertos de lo que fue Sendero Luminoso. Una parte muy importante es la verdad, a través de una comisión. Otra, la memoria. Y la tercera, la imprescriptibilidad de los crímenes por su carácter de delitos de lesa humanidad. Y a todo esto se agrega, para los que tenemos un origen judío, la máxima de perdonar pero no olvidar.
–¿Perdonar pero no olvidar es una cuestión personal o de Estado?
–Es un principio moral judío.
–¿Y los Estados qué deben hacer?
–Hacer justicia.
–Hubo una discusión sobre las relaciones de Venezuela y Bolivia con Irán. ¿Cuáles fueron los matices de la discusión entre los delegados al Congreso Judío Latinoamericano?
–Hubo algunas intervenciones pero muy pocas, pero sí se hizo mención a Irán bastante fuerte, de condena a la forma de actuar de ese país frente a las comunidades judías y al Estado de Israel, y también a la incapacidad o inoperatividad de Bolivia en el caso de una persona buscada por Interpol agasajada allí cuando se trataba de alguien perseguido por la Justicia. Alguien transmitirá las manifestaciones al gobierno boliviano, dentro de un pensamiento común a todos los que creemos en la democracia y la no violencia.
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