Lunes, 13 de agosto de 2012 | Hoy
EL MUNDO › PASó A RETIRO A LOS JEFES MILITARES QUE LE DISPUTABAN EL PODER Y RESTAURó FACULTADES PRESIDENCIALES
Mohamed Mursi ordenó el pase a retiro de la cúpula del ejército y restauró los poderes presidenciales restringidos por la enmienda constitucional implantada por la junta castrense un día antes de las elecciones presidenciales.
El presidente egipcio Mohamed Mursi ordenó el pase a retiro de la cúpula del Ejército. También restauró los poderes presidenciales restringidos por la enmienda constitucional implantada el último día antes de la votación que lo convirtió en el primer mandatario democrático del país. El sorpresivo gesto del mandatario, que busca zanjar la prolongada pulseada por el poder desatada en el país árabe tras la caída de Hosni Mubarak, incluye al poderoso jefe del Ejército y ministro de Defensa, Husein Tantawi, y al jefe del Estado Mayor, Sami Anan. Luego de jubilarse, ambos permanecerán como asesores presidenciales. El nuevo ministro de Defensa será Abdelfath al Sisi, que acaba de ser ascendido al rango de mariscal –el mismo que ostenta Tantawi–, mientras Sidqi Sobhi será a partir de ahora el jefe del Estado Mayor.
Asimismo, Mursi anunció un tercer nombramiento: el de Mahmud Meki, hasta ahora vicepresidente del Tribunal de Casación –segunda máxima instancia judicial del país–, quien estará al frente de la vicepresidencia de Egipto. El desplazamiento de Tantawi, ministro de Defensa con Mubarak durante dos décadas, tiene un importante poder simbólico por ser quien representa como ningún otro el poder militar en el país, además de representar la férrea resistencia de ese organismo a ceder el poder a los civiles elegidos en las urnas. La tensión entre Mursi y el mariscal Tantawi se hizo más evidente y escaló aún más la semana pasada, tras la ausencia del mandatario a los funerales de 16 militares muertos en un ataque islamista en la península del Sinaí.
La prensa local especula con que la reciente visita de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, y su advertencia a los militares para que se sometan al poder civil, ofició como el último estímulo que necesitaba el mandatario islamista antes de realizar esta jugada contra la vieja jerarquía militar. Además, Mursi derogó por decreto la enmienda a la Declaración Constitucional aprobada el pasado 18 de junio por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), que hasta su elección había asumido las funciones presidenciales.
Esa enmienda, publicada horas después de cerrada la votación que consagró a Mursi al frente del Ejecutivo egipcio, limitaba las competencias presidenciales y otorgaba al Ejército gran autonomía al modificar aspectos cardinales de la Declaración Constitucional del 30 de marzo de 2011, que funcionaba como hoja de ruta de la transición política delineada tras el derrocamiento de Mubarak. Esa decisión, hecha pública ayer, está en línea con otra tomada hace sólo cuatro días, cuando Mursi emprendió una profunda remodelación de los aparatos de seguridad del Estado, con el retiro del jefe de los servicios secretos, Murad Muafi.
Poco antes había destituido al jefe de los servicios secretos y al gobernador de la región del norte de Sinaí, donde hace una semana se produjo un ataque a una base fronteriza egipcia con Israel en la que murieron 16 soldados. Los relevos militares de ayer determinarán un nuevo tablero político que definirá la prolongada lucha por el poder que se desató cuando Mursi ganó las elecciones presidenciales, en junio pasado, como candidato de la formación islámica Hermanos Musulmanes.
Al asumir la presidencia suspendió formalmente su pertenencia a la agrupación, así como al partido Libertad y Justicia, miembro de la Hermandad Musulmana. Las primeras semanas de la presidencia de Mursi estuvieron marcadas por una feroz pulseada con la cúpula militar, que gobernaba el país desde la caída de Mubarak y había intervenido desde entonces una y otra vez en el ámbito político.
El mariscal Tantawi, a quien Mursi pasó a retiro, pasó de ser elogiado por el papel que el Ejército desempeñó durante la revolución de la plaza Tahrir a abandonar el gobierno como un apéndice de la transición. El hombre fuerte de Mubarak fue jefe de la Junta Militar que dirigió los destinos de Egipto desde la salida de Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011, hasta que Mursi fue elegido presidente, en junio de este año. Dieciséis meses fueron suficientes para dilapidar el crédito que le había valido la actuación de las Fuerzas Armadas en la revolución contra Mubarak.
En aquellos primeros días de 2011, el cántico más repetido en Tahrir fue “Id wahda” (“Una sola mano”), en alusión a la convergencia entre el Ejército y el pueblo, que pedía un castigo ejemplar contra Mubarak, mientras los niños trepaban a los tanques para ser fotografiados por sus padres. Aunque muchos desconfiaron siempre de Tantawi, la negativa de los militares a participar en la represión les otorgó un respeto popular innegable. Mientras la policía masacraba a los manifestantes, el Ejército se mantuvo neutral y, según aseguran algunos expertos, fue en última instancia la cúpula militar la que obligó a Mubarak a retirarse.
Nacido en El Cairo en 1935 y de origen nubio, Tantawi comenzó su carrera militar en 1956 y participó en las principales campañas bélicas de Egipto desde entonces: la guerra por el Canal de Suez (1956), la guerra de los Seis Días contra Israel (1967) y la guerra del Yom Kippur (1973). Fue nombrado ministro de Defensa y jefe máximo de las Fuerzas Armadas reemplazando a Yusef Sabri Abu Taleb en mayo de 1991.
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