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Desde Londres

Con la economía al borde de la tercera recesión en tres años, el primer ministro David Cameron instó a los británicos en su mensaje de fin de año a mantener el optimismo e insistió en que la austeridad era el “camino correcto”. Una encuesta publicada poco antes de sus palabras muestra que un 43 por ciento de la población piensa que va a estar peor en 2013: solo un 20 por ciento predice que van a mejorar. Un mensaje similar fue el de los municipios de Liverpool, Newcastle y Sheffield, que advirtieron al gobierno en una carta pública que los nuevos recortes van a provocar disturbios sociales y creciente delincuencia en el norte del país, la región olvidada del Reino Unido.

El premier reconoció que 2012 había sido un año “duro”, pero señaló que el programa de austeridad (140 mil millones de dólares de recortes entre 2010-2015), era el único modo de lidiar con el desafío global que representan economías emergentes como China, India e Indonesia. “En un mundo tan competitivo, no podremos triunfar si estamos ahogados por la deuda”, dijo Cameron. Y aseguró que se había reducido esa deuda en unos 25 mil millones de dólares y que casi medio millón de personas más que a principios de año tenían empleo. “Podemos mirar el futuro con optimismo y realismo. Realismo porque sabemos que no podemos solucionar problemas de décadas de la noche a la mañana. Optimismo porque estamos haciendo un progreso tangible”, dijo Cameron.

Convencer a los británicos de adoptar ese humor requerirá algo más que buena onda “new age”. El consumo doméstico ha caído estrepitosamente en los dos años y medio de gobierno de la Coalición conservadora-liberal demócrata por el miedo que ha generado su programa de austeridad y por la enorme deuda personal de los británicos (calculada en casi dos millones de millones de dólares). En este sentido, la encuesta publicada por el dominical The Observer deja en claro que los británicos tienen hoy mucho más “realismo” que “optimismo”, algo que no va a ayudar a sacar a la economía del pantano por la vía del consumo. Con una contracción económica en 2012 del 0,1 por ciento, el pesimismo es más marcado entre los mayores de 55 años que entre los jóvenes, pero el panorama general que pinta el sondeo es sombrío.

La percepción es más sombría en el norte que en sur del país. En una carta pública al gobierno, tres de los municipios más grandes del norte de Inglaterra –Liverpool, Newcastle y Sheffield– advirtieron que el 2 por ciento adicional de recortes que el gobierno anunció en diciembre, y que se suma a un 28 por ciento de recortes presupuestarios en curso, está devolviendo al país a un mundo “dickensiano”. “La delincuencia en aumento, las tensiones sociales y comunitarias, los problemas en las calles van a terminar en una disolución social si no cambiamos de rumbo”, señalaron los directores de los tres consejos municipales (en Inglaterra no hay gobierno provincial). El norte, más pobre y dependiente del empleo gubernamental, ha sido duramente golpeado por el programa de recortes.

En medio de tantas tribulaciones, la Coalición tiene una buena noticia. Aunque las encuestas siguen mostrando al laborismo con 10 puntos de ventaja en la intención de voto, en un aspecto clave –la economía– los británicos siguen confiando más en los conservadores. Este pase de magia se debe a que en las elecciones de 2010 los conservadores lograron convencer a la mayoría de que la crisis económica que vivía el Reino Unido se debía a la irresponsabilidad fiscal de los laboristas y no al estallido financiero y el masivo rescate gubernamental de los bancos. Esta percepción contó con el invalorable auxilio de unos medios dominados por una visión neoliberal. Dada la recesión en que cayó este año la economía y que las metas de equilibrio fiscal proyectadas para 2015 se han extendido hasta 2018 porque la austeridad está empeorando las cosas, el misterio es cuánto tiempo más va a durar la magia.