EL MUNDO › EL DIRECTOR GENERAL Y EL VICE RENUNCIAN A UNA INSTITUCIóN QUE HA SIDO CENTRO DE MúLTIPLES ESCáNDALOS

Cae la cúpula del banco vaticano

Paolo Cipriani y su vice, Massimo Tulli, dimitieron, investigados por la fiscalía de Roma en relación con unos 23 millones de euros secuestrados en 2010. Fue otro sacudón para el único banco que tiene la Santa Sede.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

El IOR (Instituto para las Obras de Religión) o banco vaticano se quedó ayer sin su director general, Paolo Cipriani, y su vice, Massimo Tulli. Los dos renunciaron en una semana traumática para esa institución, el único banco que tiene el Vaticano y que ha sido centro de múltiples escándalos en los últimos años. Tanto Cipriani como Tulli han sido investigados por la fiscalía de Roma en relación con unos 23 millones de euros secuestrados en 2010, porque la Justicia sospechaba que habían violado las normas antilavado de dinero. Pero hasta ahora se habían mantenido en su cargo.

La renuncia fue aceptada ayer por la comisión vaticana de vigilancia del IOR, integrada por varios cardenales, y las funciones de ambos quedaron a cargo interinamente del presidente de la institución, el alemán Ernst von Freyberg. “Después de muchos años de servicio, ambos han decidido que esta decisión era la mejor en el interés del Instituto y de la misma Santa Sede”, dijo un comunicado del Vaticano. Por lo demás, se precisó, simplemente fue informada de la renuncia la comisión especial sobre el IOR, nombrada el 26 de junio por el papa Francisco, que parece muy decidido a cambiar la estructura del banco vaticano y hacer transparente su gestión. La nueva comisión deberá hacer una exhaustiva investigación sobre todos los negocios y cuentas del banco vaticano y entregar los resultados al Papa personalmente, así como todo el archivo de la institución.

Muchos se preguntan por qué los dos dirigentes renunciaron en este momento y algunos los relacionan, aunque nada se ha dicho oficialmente sobre esto, con el arresto el viernes pasado del prelado vaticano Nunzio Scarano, miembro activo de la APSA, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que se encarga de los innumerables bienes inmobiliarios que posee la Santa Sede, pero también de sus inversiones en títulos y acciones. Scarano, a quien se le concedió el arresto domiciliario pero sigue siendo interrogado por los fiscales, es sospechoso de haber intentado repatriar –junto a un carabinero de los servicios secretos del Ministerio del Exterior y a un mediador financiero– unos veinte millones de euros de Suiza, que supuestamente habían escapado fraudulentamente al fisco italiano. Pero es además poseedor de numerosas propiedades inmobiliarias cuya proveniencia los jueces quieren aclarar. Las interceptaciones telefónicas realizadas a Scarano habrían demostrado además, según la prensa italiana, una estrecha relación con Tulli, a quien Scarano llamaba a menudo y lo tuteaba. Pero Scarano también mantenía contacto frecuente con Cipriani. Scarano, nacido en Salerno –cerca de Nápoles–, había sido un empleado de banco antes de recibir la ordenación sacerdotal en 1987. Poco después empezó a trabajar en el Vaticano, como una suerte de contador de la APSA.

Mientras tanto, ha adquirido cada vez mayor peso en el IOR la Promontory, una sociedad de asistencia financiera y antilavado que colabora con el banco desde mayo del año pasado. Von Freyberg anunció además el nombramiento de dos nuevos colaboradores, Rolando Marranci como vicedirector y Antonio Montaresi a cargo, entre otros, de proyectos especiales, ambos con una considerable experiencia en bancos de Estados Unidos e Inglaterra. “Desde 2010, el IOR y su dirección han trabajado seriamente para llevar las estructuras y los procedimientos al nivel de los estándares internacionales de lucha contra el lavado de dinero. Si bien estamos agradecidos por los resultados obtenidos, es claro que hoy tenemos necesidad de una nueva dirección para acelerar el ritmo de proceso de transformación”, dijo por su parte el presidente, Von Freyberg.

El banco vaticano actualmente tiene más de cien empleados y dispone de fondos por valor de 5000 millones de euros, repartidos en más de 25.000 cuentas pertenecientes a entidades católicas y clérigos. El actual presidente del IOR, Von Freyberg, fue nombrado pocos días antes de que renunciara el papa Benedicto XVI, el pasado 11 de febrero, y luego de que otro escándalo de operaciones poco transparentes arrasara con su predecesor, el italiano Ettore Gotti Tedeschi. El banco vaticano ha estado en el ojo del ciclón desde hace años. Tal vez uno de los más importantes escándalos en el que estuvo implicado fue el del Banco Ambrosiano, en 1982, cuando se descubrió que en complicidad con algunos dirigentes de ese banco, el IOR había lavado dinero de la mafia siciliana.

Estaba entonces dirigido por monseñor Paul Marcinkus.

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El hasta ayer director general del Instituto para las Obras de la Religión, Paolo Cipriani.
 
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