Lunes, 15 de julio de 2013 | Hoy
EL MUNDO › PATRICK BAUDOUIN, PRESIDENTE DE HONOR DE LA FEDERACIóN INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
El abogado Baudouin explica las bases de la querella judicial en Francia contra las empresas de informática involucradas en el espionaje de EE.UU. Y analiza tanto la prepotencia norteamericana como la obsecuencia de la Unión europea.
Por Eduardo Febbro
Desde París
A finales de la semana, dos ONG con sede en Francia, la Liga de Derechos Humanos (LDH) y la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), presentaron una querella contra X (desconocidos) ante el fiscal de la República apuntando hacia la NSA norteamericana y varias empresas transnacionales de Internet: Google, Yahoo!, Facebook, Microsoft, Paltalk, Skype, YouTube, AOL y Apple. Las dos ONG consideran que estas empresas están implicadas en el espionaje mundial que Washington organizó a través del sistema Prisma y cuya metodología fue revelada por el ex agente de la CIA y la NSA Edward Snowden. Hasta ahora, esta es la única acción emprendida en Europa contra Estados Unidos o sus empresas. Todo el sistema político del Viejo Continente se escondió como conejos asustados ante la prepotencia tecnológica de la Casa Blanca. Colmo del ridículo y la servidumbre, el gobierno socialista (en fin...) del presidente François Hollande impidió, junto a Italia, España y Portugal el sobrevuelo del territorio francés al avión del presidente boliviano Evo Morales: algún servicio secreto inepto hizo circular la información según la cual Snowden estaba en el avión de Morales. Más vergonzoso es el papel que desempeñó la prensa ante una violación tan colonial del derecho internacional. Burlas, títulos como “los latinos están enojados”, o boicoteo de la información marcaron la cobertura de este escándalo. Sobran los dedos de una mano para contar, en Francia, los diarios que mencionaron la última cumbre del Mercosur y la convocación de los embajadores de los países concernidos por el bloqueo del avión.
En esta entrevista con Página/12 realizada en París, el abogado Patrick Baudouin, presidente de honor de la FIDH, explica las bases de la querella judicial en Francia y analiza tanto la prepotencia norteamericana como el perfil de lacayo de Washington que adoptó la Unión Europea.
–Este episodio de espionaje planetario, violación del derecho internacional contra un jefe de Estado y perfil bajo de Europa es un caso de escuela. Sin embargo, pese a su amplitud y a sus múltiples conexiones, sólo ustedes recurrieron a la Justicia contra los implicados.
–Es asombroso, en efecto, que la nuestra sea la primera querella presentada. El juicio lo iniciamos porque las revelaciones de Snowden permitieron descubrir la existencia de un sistema de vigilancia generalizada a escala planetaria a través de Internet. La NSA, la CIA y el FBI pueden ingresar en los programas de los gigantes de la informática como Google, Yahoo!, Facebook, Microsoft y otros y colectar los datos. Esto les permite conocer el nombre del autor, del destinatario y el contenido de los mensajes. Pero esto no se limita al territorio norteamericano sino que Estados Unidos se adjudica el derecho de poner en práctica ese sistema en todo el mundo, en Europa, en América latina, en Asia. Esto es intolerable porque se opone totalmente a las legislaciones nacionales. Lo que está en juego acá es la libertad del individuo. Nuestro juicio apunta a la Agencia Nacional de Seguridad, la NSA, la CIA y, por complicidad, apunta también a los gigantes de la informática. Estos no pueden ignorar lo que pasa. Google, Facebook y los demás dicen hoy que, tal vez, si el espionaje tuvo lugar, fue sin que ellos se dieran cuenta. ¡ Es una broma! Desde luego, la base legal de la querella está constituida por las revelaciones de Snowden. Lo más increíble está en el hecho de que los mismos responsables de estos abusos no ponen en tela de juicio la información sobre los mismos. Estados Unidos no negó la veracidad de las revelaciones, no. Al contrario. Washington dijo: “Señor Snowden, usted es culpable por haber dicho la verdad. Y nosotros no queremos que esa verdad sea dicha”.
–Las cifras sobre el volumen de datos colectados es de ciencia ficción: son miles de millones de informaciones.
–Desde que el sistema Prisma se puso en funcionamiento hubo 97 mil millones de comunicaciones controladas en todo el mundo. Entre diciembre de 2012 y enero de 2013 en Francia se controlaron dos millones de comunicaciones. Y lo que nosotros queremos saber con este juicio es cuántas de esas dos millones de comunicaciones fueron utilizadas y con qué fines. Lo escandaloso no reside en activar un sistema de vigilancia en torno de personas ligadas al terrorismo o al crimen organizado, no. Todo Estado democrático debe protegerse y tener sistemas de control. Lo escandaloso está en que, en nombre de esa lucha contra el terrorismo, se violaron todas las reglas. En vez de controlar a las personas que pueden ser peligrosas se controló a todo el mundo, sin medida. La libertad de cada ciudadano ha quedado así en tela de juicio. Podemos imaginar qué pasaría si esos medios llegan a manos de gobiernos dictatoriales. Nada nos garantiza que, mañana, en España o en Francia, no haya un gobierno de extrema derecha, autoritario, dictatorial, el cual va a recurrir a esa información para controlar a todos los individuos. En Libia hemos visto que el coronel Khadafi tenía un sistema así que le permitió detener a los opositores y torturarlos. Nosotros buscamos precisamente limitar la amplitud de esos sistemas. Queremos que se tome conciencia del riesgo que esos dispositivos hacen correr a la libertad individual.
-En medio de este escándalo, el diario Le Monde reveló que Francia tenía también un sistema de vigilancia semejante.
–En efecto. Los llamados Estados democráticos reaccionaron tímidamente cuando las revelaciones de Snowden salieron a la luz. Podemos preguntarnos si esa reacción tímida no se debe precisamente al hecho de que los responsables de esas democracias no se sienten un poco responsables porque actúan de la misma manera.
–América latina fue también objeto del mismo espionaje. Estamos de nuevo frente a un imperio al que nada puede oponerse y que, con su potencia tecnológica, atropella todo el planeta.
–El imperialismo norteamericano es una práctica bien conocida en América latina. Y justamente, lo que provocó un shock en Europa Occidental fue que esta historia fue como un descubrimiento. En América latina el imperialismo y sus consecuencias son una constante. En Europa no. Hay algo que puede ser ventajoso en todo esto: que la movilización y la reacción se activen en todas partes contra el imperialismo norteamericano. En contra de lo que se cree, no hay ningún ocaso del imperialismo norteamericano. Creo, al contrario, que la potencia de Estados Unidos nunca fue tan importante como hoy. Desde los atentados del 11 de septiembre Estados Unidos pasó por alto todas las reglas y las leyes. Hay varios artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que han sido violados de manera constante y en toda impunidad. Es eso lo que nosotros queremos denunciar. Y esperamos que en otros países haya otras ONG u otras personas que hagan juicio contra los responsables del espionaje.
–Europa, en vez de actuar contra Estados Unidos, terminó por castigar a América latina cuando bloqueó el avión del presidente boliviano. Es una forma de abuso colonial y de servidumbre ante la Casa Blanca.
–Sí, absolutamente. Si este episodio fuera una película sería cómica, pero no lo es. Se trata de política internacional. Entre los países que impidieron el sobrevuelo de su territorio Francia se ridiculizó con esta historia. Hubo, de hecho, un miedo inmediato de molestar a Estados Unidos y provocar con ello medidas de retorsión. Para evitar un problema con Estados Unidos por el posible paso de Snowden en un avión se decidió prohibir el sobrevuelo del territorio. Aquí tenemos la prueba evidente de que somos como un remolque de Estados Unidos. Incluso un gobierno socialista, de quien hubiésemos esperado una actitud menos admirativa que la de su predecesor, el conservador Nicolas Sarkozy, repito, incluso un gobierno socialista sigue la misma línea. Lamentablemente, en Francia y en muchos países europeos seguimos siendo los sirvientes de lo que aún hay que continuar llamando el imperialismo norteamericano. Es una ilustración desastrosa.
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