Martes, 30 de julio de 2013 | Hoy
EL MUNDO › WASHINGTON RECIBIó A LOS NEGOCIADORES LIVNI Y EREKAT EN UN CLIMA DE ESCEPTICISMO
El nuevo intento por acordar la paz empezó en la casa del canciller Kerry. Martin Indyk, ex embajador en Israel, será el moderador.
Por Rupert Cornwell y Alistair Dawber *
Cuando las primeras conversaciones directas en tres años entre israelíes y palestinos comenzaron en Washington ayer, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, instó a los israelíes y palestinos a llegar a un compromiso razonable y a nombrar a un enviado nuevo para supervisar este último esfuerzo por producir una solución a un conflicto que tiene más de seis décadas en Medio Oriente.
El intento de paz comenzó en una cena de trabajo en la casa de Kerry anoche en Washington, donde asistieron delegaciones de alto nivel conducidas por la ministra de Justicia israelí, Tzipi Livni, y el veterano negociador palestino Saeb Erekat. Las conversaciones, que durarán hasta nueve meses, tratarán temas de procedimiento y continuarán mañana, y están dirigidas a pavimentar el camino para las negociaciones más sustanciosas más adelante este año. El hombre que conducirá estas negociaciones es Martin Indyk, el ex embajador estadounidense en Israel, que estuvo muy involucrado en el intento del presidente Bill Clinton de cerrar un trato palestino/israelí en 2000. Pero esta tarea será sobrecogedora.
Este es un proceso difícil. Si fuera fácil habría sucedido hace mucho tiempo, dijo Kerry anoche. Hablando en Nueva York antes de partir para Washington, Livni dijo que las conversaciones serían duras y problemáticas. Esas palabras fueron subrayadas ayer por el sombrío humor entre los palestinos en las calles de Jerusalén, la ciudad reclamada por ambos lados como su capital. “No hay ninguna oportunidad de paz”, dijo Nahar, un palestino de mediana edad, ilustrando la desconfianza. “Hemos estado en este proceso durante años y no ha conducido a nada. Lo que los israelíes quieren hacer es negociar sobre negociar. ¿Por qué habría paz ahora?”
En la ciudad de Ramalá, en Cisjordania, hogar de la gobernante Autoridad Palestina, los funcionarios compartían esas dudas. Un funcionario anónimo palestino dijo al diario Maariv que las posibilidades de lograr una paz duradera eran pequeñas. “Nos gustaría pensar que habrá un adelanto importante, pero es improbable que un gobierno de derecha actualmente en el poder en Israel pueda llegar a acuerdos en temas tales como las fronteras de 1967 o el derecho a regresar. No soy optimista.” La principal preocupación palestina es la creencia de que no puede tener lugar ninguna significativa negociación mientras Israel continúe construyendo asentamientos en el territorio cisjordano, que constituirá el futuro Estado palestino.
Israel ha construido más de 100 asentamientos en Cisjordania desde que ocupó el territorio en 1967. Esos asentamientos, que son ilegales ante la ley internacional, albergan alrededor de 500.000 colonos judíos y son mayormente inaccesibles para los palestinos. Los palestinos dicen que la continuada construcción de asentamientos hará que cualquier estado futuro sea inviable y demostrará que Israel no es serio sobre la paz. El gobierno israelí niega que los asentamientos sean un obstáculo para la paz y ha pedido negociaciones sin precondiciones. Israel ha hecho de la seguridad un tema obligatorio en cualquier conversación con una exigencia que los palestinos reconozcan a Israel como un Estado judío.
El escepticismo en los territorios ocupados sobre este último intento de un tratado de paz es similar en Israel. La decisión del domingo del gabinete israelí de liberar a 104 prisioneros –considerados en Cisjordania y Gaza como héroes nacionales y en Israel como terroristas responsables por la mutilación y muerte de cientos– hizo del primer ministro, Benjamin Netanyahu, blanco de críticas.
A pesar de decir que este gobierno no aceptaría precondiciones antes de cualquier conversación, Netanyahu lideró una campaña durante el fin de semana para que el gabinete acordara liberar a los prisioneros como una manera de incentivar al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. “Como siempre el gobierno eligió la peor acción”, escribió Shalom Yerushalmi en Maariv. Dijo que en lugar de enfrentar una confrontación con los de derecha en su coalición sobre el congelamiento de los asentamientos, Netanyahu decidió en cambio liberar a los asesinos de gente inocente. De la misma manera, el ex ministro de Defensa, Shaul Mofaz, le dijo a Radio Ejército Israelí que la liberación de los prisioneros no estaba justificada: “Creo que deberíamos liberar a los prisioneros sólo cuando no queda otra elección. Teníamos una opción. Creo que el precio que estamos pagando es excesivo y establece un mal precedente para el futuro”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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