Lunes, 5 de agosto de 2013 | Hoy
EL MUNDO › EL CLéRIGO MODERADO JURó AYER ANTE EL PARLAMENTO COMO NUEVO PRESIDENTE DE IRáN
El flamante mandatario centró su discurso en la necesidad de reconstruir la relación de Teherán con el mundo y de crear una sociedad más justa dentro del país. Y urgió a Occidente a que abandone las sanciones económicas.
El religioso moderado Hasan Rohani asumió como nuevo presidente de Irán con la promesa de mantener relaciones constructivas con el mundo, mejorar la situación económica de su país y salir del aislamiento producido por la disputa internacional sobre el programa nuclear de su país. “Mi gobierno va a hacer todo lo posible para fomentar la confianza entre Irán y el resto de los países”, dijo Rohani, quien juró ante el Parlamento y frente a 56 delegaciones extranjeras, hecho inédito desde la revolución de 1979. En su discurso de asunción recordó a las mujeres, discriminadas y dependientes de los hombres, y prometió atender sus demandas de derechos y crear oportunidades iguales. El clérigo llegó al poder con el apoyo de los sectores reformistas del país y, por eso, centró su discurso frente al Parlamento en la necesidad de reconstruir la relación de Teherán con el mundo y de crear una sociedad más justa dentro del país.
“La transparencia es la llave para abrir las puertas de la confianza”, aseguró el presidente, al referirse a la política exterior de la república islámica. Rohani no nombró países ni mandatarios, como solía hacer su antecesor, Mahmud Ahmadinejad, pero fue claro al pedir un cambio de retórica a la comunidad internacional, que hace una década presiona a un país que no para de acumular sanciones económicas en su contra. “Irán nunca ha buscado la guerra con el mundo y nos centraremos en refrenar a los belicistas. Pero si quieren una respuesta adecuada, no nos hablen con el lenguaje de las sanciones, sino con un lenguaje de respeto”, reclamó el líder iraní de 64 años, ganándose los aplausos de su público. “Tiene que haber un diálogo desde una posición de igualdad”, agregó.
La idea de implementar una seguidilla de sanciones económicas como medida efectiva para presionar a la república islámica a que abra su programa nuclear a una inspección internacional ha sido impulsada en el último tiempo por Estados Unidos y la Unión Europea, los principales gestores de esa estrategia. A través de las Naciones Unidas, estas potencias le reclaman a Teherán que demuestre que su programa nuclear no esconde el desarrollo clandestino de armas nucleares. Por ahora la presión no surtió efecto, excepto para asfixiar la débil economía iraní y someter a gran parte de la población a la pobreza y el subdesarrollo.
Rohani, hombre que supo negociar con más diplomacia el tema nuclear con Washington y el resto de la comunidad durante los años ’90, quiere desactivar la escala de tensión generada tras dos mandatos de Ahmadinejad, romper el aislamiento internacional y aflojar las sanciones económicas que pesan sobre su país. Entre los temas que deberá enfrentar el mandatario se encuentran la ratificación del memorándum de entendimiento firmado con la Argentina para posibilitar las indagatorias en territorio iraní a los imputados iraníes por el atentado contra la AMIA, en el que murieron 85 personas.
El flamante presidente es un veterano dirigente que supo tejer excelentes lazos con el establishment político de la teocracia iraní, pero hace sólo unos meses se convirtió en el candidato y la máxima esperanza de los reformistas, luego de que el Consejo de los Guardianes vetara las candidaturas de los opositores con más chances electorales. Sin embargo, desde el primer día de la campaña dejó en claro que no seguirá los pasos de Ahmadinejad y que impulsará una política más moderada y dialoguista tanto dentro como fuera de las fronteras iraníes. Rohani prometió a los ciudadanos una vida estable en dignidad y libertad y a Occidente una cooperación constructiva. Su objetivo: mostrar al mundo el verdadero rostro de Irán. En su discurso, Rohani no mencionó a Israel ni se refirió a los aliados y rivales de la república islámica en Medio Oriente, pero sí adelantó una posición frente a conflictos internos, como los que hoy azotan a Siria, Líbano e Irak, entre otros países (ver aparte).
El político, de 64 años, llamó a colaborar en el futuro del país a todos los ciudadanos, más allá de sus diferencias políticas. Su problema es la constelación política que presenta Irán. Según la Constitución, no es el presidente el que tiene la última palabra en cuestiones políticas, sino el máximo líder, el ayatola Alí Jamenei. Y a él se suman el influyente clero y los poderosos Guardianes de la Revolución, que también concentran mucho poder. Aparte del ala ultraconservadora, que aún no digiere la derrota en junio en las urnas y que espera que Rohani cometa pronto algún traspié.
La máxima autoridad del Poder Judicial y hermano del presidente del Parlamento, el ayatolá Sadeq Amoli Lariyani, celebró ayer la asunción de Rohani y auguró que con esa juramentación comienza una nueva era en la vida política del país, según reprodujo el canal iraní en español, Hispan TV. “No intentaremos cambiar las fronteras o los gobiernos, pues el régimen político de cada país depende del deseo de su propio pueblo”, señaló el mandatario, marcando una nueva diferencia con Ahmadinejad, quien había apoyado abiertamente a movimientos y milicias chiítas en la región. Después de la ceremonia de asunción, Rohani presentó la lista de nominados para formar su gabinete, entre ellos el ex embajador de Irán ante la ONU, Mohammad Javad Zarif, como posible ministro de Relaciones Exteriores.
Otro de los nombres que ya anunció fue el de Bijan Zanganeh como futuro ministro de Petróleo, cargo que ya ocupó entre 1997 y 2005, durante la presidencia del líder reformista Mohammed Jatami. Todos los nombres de los nominados deben ser analizados y aprobados por el Parlamento, y más tarde confirmados por el líder supremo de la república islámica, el ayatolá Ali Jamenei.
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