Lunes, 2 de diciembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › HACE NUEVE AÑOS, EL ESTALLIDO SOCIAL PRODUJO CAMBIOS POLITICOS
La situación en Kiev, la capital de Ucrania, recuerda la Revolución Naranja de 2004. En ese entonces, los ucranianos salieron a las calles para denunciar el fraude en las elecciones que dieron ganador a Victor Yanukovich. Los manifestantes marcharon a favor del otro candidato, Victor Yushenko, partidario de estrechar las relaciones con la Unión Europea, en detrimento de las ex repúblicas soviéticas y de Rusia.
La presión de las calles obligó a realizar nuevamente la votación a fines de 2004, donde Yushenko, quien luego fue envenenado con dioxina, ganó y se coronó nuevo presidente del país. Sin embargo, su gobierno de gran coalición, que incluía a sectores muy diferentes de la sociedad, transformó a Yushenko en un presidente sin una estrategia clara que no pudo lograr ninguno de los objetivos que prometió durante la campaña. El impulso de la revolución se había evaporado.
Yushenko fue elegido para terminar con la corrupción y la conexión con oligarcas que el ex presidente Leonid Kuchma había amparado. Durante los primeros meses de 2005 no cumplió ese objetivo. El diario francés Le Monde lo explicó en su momento: “Era inocente creer que Ucrania, como en las otras ex repúblicas soviéticas que han intentado romper con la esclerosis post-comunista, podría pasar de la noche a la mañana de un régimen totalitario a una democracia parlamentaria. Las crisis y las desilusiones son inevitables”.
El fracaso de Yushenko provocó la llegada de Yanukovich a la presidencia en 2010, imprimiendo en Ucrania un perfil más ligado a las ex repúblicas soviéticas y alineándose políticamente con el Kremlin. De esta forma pospuso firmar un acuerdo de asociación con la UE, lo que produjo la ira de la oposición prooccidental, decididamente antirrusa. Las fuerzas opositoras amenazaron incluso con una moción de censura contra el mandatario por alta traición. Muchos ucranianos, y buena parte de la oposición, creen que el modelo europeo de libre mercado es la solución a los problemas de empleo e inflación que aquejan al país. El caso más emblemático es el de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, confesa admiradora de Margaret Thatcher.
El politólogo ruso Alexei Vlasov sostuvo que a diferencia de 2004, cuando un fraude electoral provocó indignación generalizada, no hay un factor que legitime ante la opinión pública lo que está sucediendo. El experto recordó a la agencia rusa Ria Novosti que el 40 por ciento de los ucranianos respalda la asociación con la UE, mientras que el 35 por ciento se pronuncia por el ingreso en la unión aduanera de Bielorrusia, Kazajstán y Rusia. Por su parte, el político opositor ruso Boris Nemtsov consideró que las protestas callejeras irían en aumento a corto plazo sin ninguna reacción por parte de Yanukovich. “Cuando se aproximen las elecciones de 2015, él dejará a Vladimir Putin, anunciará la integración en Europa y ganará en las urnas”, aseguró, ironizando sobre el pragmatismo del presidente.
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