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El legendario diseñador de armas ruso Mijail Kaláshnikov sintió remordimientos por su responsabilidad en las muertes causadas por el fusil de asalto homónimo (AK-47) informaron ayer los medios en Rusia. Ocho meses antes de morir, Kaláshnikov escribió una carta al patriarca ruso ortodoxo Kirill en la que manifestaba su pena. “Mi dolor es insoportable”, señala la confesión escrita el 7 de abril de 2013 y que reprodujo el diario Izvestia.

“Yo, cristiano ortodoxo, ¿soy responsable por la muerte de personas aunque sean el enemigo?”, se pregunta. “El número de iglesias y monasterios en nuestro país va en aumento, pero el mal todavía no se erradica”, añade Kaláshnikov en su misiva al patriarca.

Alexander Volkov, el portavoz de Kirill, dijo que el patriarca le respondió a Kaláshnikov diciendo que lo que hizo fue “un ejemplo brillante de patriotismo”. La Iglesia aprueba las armas que sirven para defender a la patria. “El inventó el fusil para la defensa de nuestro país y no para que sea usada por terroristas de Arabia Saudita”, agregó. La Iglesia rusa mantiene estrechos vínculos con los militares. Sus sacerdotes bendicen con regularidad nuevas armas e incluyen a los soldados en sus oraciones.

El Kaláshnikov es una pieza sublime de ingeniería. Como todos los clásicos del diseño cumple con la premisa de la simplicidad y la estética. Es muy fácil de copiar, razón por la cual su diseñador no ganó dinero con él. No hay forma de saber cuántas vidas –desde las guerras por la droga en México hasta la masacre de Siria, del derramamiento de sangre en Africa a los conflictos en Medio Oriente– el AK-47 ha segado. Se estima que se vendieron 100 millones de ametralladoras, lo que hace suponer que terminó con la vida de miles de millones de personas.

Kaláshnikov fue premiado en Rusia con la Orden de Lenin y recibió el premio al Héroe del Trabajo Socialista.