La cumbre internacional llamada Ginebra II para poner fin a la guerra en Siria comenzó ayer en Suiza pero se empantanó de inmediato por una fuerte disputa en torno del futuro del presidente Bashar al Assad, en un escabroso inicio que amenaza las verdaderas negociaciones antes de que empiecen. Las diferencias en el primer contacto cara a cara entre gobierno y oposición siria ensombrecen aún más las chances de éxito de una cumbre cuya meta es negociar un gobierno de transición y por último la celebración de elecciones libres para un país desangrado por una guerra con más 130.000 muertos y millones de desplazados.

Mientras diplomáticos de 39 países discutían en la tranquilidad de la ciudad de Montreux, fuerzas sirias libraban ayer combates con insurgentes en una vasta franja de territorio. A horas de iniciadas las conversaciones en Suiza, el gobierno y la oposición siria se mantuvieron en sus irreconciliables posturas, y tanto el canciller del gobierno electo sirio, Walid al Moallem, como la opositora Coalición Nacional Siria (Cnfros), afirmaron hablar en representación del pueblo sirio. Estados Unidos y el representante del Cnfros inauguraron la conferencia afirmando que Al Assad perdió su legitimidad y es el responsable de la crisis por haber reprimido las protestas, según ellos pacíficas, con que comenzó la revuelta, en marzo de 2011, que luego escaló a una guerra entre el ejército y una insurgencia.