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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ve asediado por varios flancos. Ayer fue criticado por su aliado y ex presidente Itamar Franco, quien le pidió que no decepcione a sus amigos y que cambie su rumbo económico, mientras aparece sometido a crecientes presiones por el conflicto agrario y se enfrenta a una futura marcha de protesta de los estatales, el martes próximo, para que modifique la reforma provisional.
Franco, quien hasta el 1º de enero fue gobernador de Minas Gerais, y que asumirá como embajador en Italia, criticó a su aliado Lula y le pidió “un cambio de rumbo económico y social porque, si no lo hace, va a ser una decepción. No es ésta la política económica que a nosotros nos gustaría ver implementada en el país, en relación con las altas tasas de interés, en relación con todo aquello que, en el plano social, luchamos al lado de Lula desde la primera hora”, dijo Franco cuando se despidió en Belo Horizonte. El dirigente político, de 73 años, recordó una frase de Lula da Silva durante la campaña electoral: “Yo no acostumbro a dejar a mis amigos en el camino, a decepcionarlos. Lo que me gustaría que sucediera con el presidente Lula en este momento en que dejo Brasil es que él jamás olvide esa frase, que jamás deje a los brasileños en el camino. Para eso, tendrá que alterar su política económica, su política social”, agregó.
Por otra parte, Lula está sometido a presiones crecientes en torno del conflicto agrario, que opone a trabajadores sin tierra que ocupan campos para reclamar la reforma agraria, con sectores de la sociedad que apelan a la Justicia para restablecer el orden. La Justicia federal decidió el lunes detener dos marchas de signo contrario, una a pie de unos 800 militantes del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) y otra a caballo y en tractores de 300 propietarios rurales. “Sé que el derecho de ir y venir existe, pero no es más importante que el derecho a la paz social y al mantenimiento del orden. Los dos grupos se acercaban peligrosamente”, adujo el juez Loraci da Silva del tribunal local. Un diputado del Partido de los Trabajadores (PT-gubernamental), el religioso Sergio Goergen, afirmó que la Constitución había sido burlada. “La marcha del MST avanza por las carreteras desde hace 61 días sin haber provocado incidentes. Los que amenazan la paz social son los terratenientes”, afirmó. El MST, aliado tradicional del PT, pensaba sacar partido rápidamente de la llegada de Lula al poder y ahora manifiesta su impaciencia por la lentitud de la reforma agraria, multiplicando las ocupaciones de latifundios improductivos, cortando carreteras y saqueando camiones de alimentos.
Además los empleados estatales brasileños, en huelga parcial por tiempo indeterminado desde hace 34 días, realizarán el 19 de agosto una nueva protesta contra el proyecto de reforma del sistema de pensiones impulsado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La llamada “marcha sobre Brasilia” fue convocada durante una asamblea del comando de huelga realizada anteanoche y, según sus organizadores, reunirá a 100.000 personas, el doble del número de participantes en la última protesta.