Lunes, 5 de mayo de 2014 | Hoy
EL MUNDO › EL PAPA IMPULSA CAMBIOS DE MENTALIDAD DENTRO DE LA IGLESIA PARA DENUNCIAR LOS CASOS DE PEDERASTIA
La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores dijo que trabajará para terminar con la “tragedia” de la “omisión” del problema del abuso sexual a un menor. Uno de los casos más emblemáticos fue el del padre Marcial Maciel.
Por Elena Llorente
Desde Roma
”Valentía” y “determinación” requieren los cambios que se están intentando emprender en el Vaticano, según el papa Francisco, quien una vez terminada la gran conmemoración y canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, se reunió durante toda la semana con las distintas comisiones creadas por él mismo para las reformas. Aunque las palabras del Papa se referían principalmente a los cambios estructurales y económicos que se están programando en la Santa Sede, el cambio de mentalidad dentro de la Iglesia para denunciar con determinación los casos de abusos sexuales, de los que también se habló, no exigirá menos valentía y determinación, aseguran algunos analistas.
Es que el encuentro más esperado de esta semana fue sin duda el de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, encargada de tratar el escabroso tema de los abusos sexuales y creada por el Papa en febrero. Los niños y los adultos vulnerables son la “prioridad” cuando haya que tomar decisiones, dijeron los participantes en un encuentro con la prensa, luego de tres días de reuniones en la Casa Santa Marta, donde vive el papa Francisco, que asistió a varias de ellas. La comisión, presidida por el cardenal de Boston, Sean Patrick O’Malley, dijo además que trabajará para acabar con la “tragedia” de la “omisión” y las “consecuencias devastadoras” de la falta de atención a este problema, un fenómeno que ha llevado a que cientos de denuncias en todo el mundo no fueran acogidas por la Iglesia, y los acusados siguieran abusando de menores. Uno de los casos más dramáticos y emblemáticos fue el del padre Marcial Maciel, un sacerdote mexicano fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo, denunciado durante años por numerosos seminaristas y padre de al menos dos hijos de distintas mujeres, al que nunca se le hizo un proceso hasta después de la muerte de Juan Pablo II.
“Al mismo tiempo que comenzamos nuestro servicio, queremos expresar nuestra profunda solidaridad a todas las víctimas que han sufrido abusos sexuales, como niños o como adultos vulnerables; y queremos dejar bien claro que, desde el inicio de nuestro trabajo, hemos adoptado el principio de que el bien de un niño o de un adulto vulnerable es prioritario en el momento en el que es tomada una decisión”, declaró la comisión de la que forma parte, entre otros, el jesuita y teólogo argentino Humberto Miguel Yáñez y varias mujeres, una de ellas una irlandesa que sufrió abusos cuando era niña. Se aclaró además que en los estatutos de la comisión, sobre los que se está trabajando y que incluirán obligaciones y responsabilidades, se subrayarán las “trágicas consecuencias de los abusos sexuales”, y “las consecuencias devastadoras de la falta de atención, de la falta de informes sobre sospechados abusos y de la falta de apoyo a las víctimas de abusos y sus familias”.
El trabajo de estos tres días trató sobre la naturaleza y los objetivos de la comisión, pero también estudió numerosas propuestas sobre cómo se podría colaborar con expertos de distintas áreas en la salvaguarda de niños y adultos vulnerables. El cardenal O’Malley agregó que “nuestra preocupación sobre la responsabilidad está dirigida a todos en la Iglesia, de modo que los protocolos que vamos a proponer tratarán tanto de quienes perpetran abusos como de quienes son negligentes frente a estos hechos”. Respondiendo a una pregunta sobre el caso del ex nuncio en República Dominicana, monseñor Jozef Wesolowski, removido en agosto pasado por acusaciones de pedofilia, indicó que “es un caso muy serio que esperamos sea aclarado”, pero precisó que la comisión no se ocupará de los casos particulares sino que, según dio a entender, ofrecerá el marco de referencia para tratarlos.
Son objetivos del papa Francisco dar vuelta el Vaticano como un guante, aseguran algunos vaticanistas: revisar sus cuentas y su proceder en varios y escabrosos problemas, desde los abusos sexuales hasta el manejo de sus finanzas y la organización de sus distintas congregaciones (especie de ministerios) y de comisiones pontificias, que controlan la marcha de la Iglesia en todo el mundo. El viernes, al recibir por primera vez a los miembros del nuevo Consejo de Economía, una suerte de ministerio que celebró en Roma su primera reunión presidida por el cardenal alemán Reinhard Marx, Francisco les recordó la responsabilidad de la Iglesia a la hora de proteger y gestionar sus bienes en vistas a la evangelización, y prestando especial atención a los más necesitados. “No nos debemos salir de este camino –dijo el Papa–. Todo, transparencia, eficiencia, todo por este propósito. Todo es para esto.” Se trata, agregó, de “un reto notable que requiere fidelidad y prudencia. El camino no será simple, y precisa valentía y determinación”.
Para todas estas tareas de revisión, el papa Francisco, además de nombrar varias comisiones, ha pedido el asesoramiento de expertos internacionales. Y durante esta semana escuchó también los informes del llamado popularmente G8, el grupo de ocho cardenales de los cinco continentes que está intentando la gran reforma de la llamada Curia Romana, es decir el Vaticano. El G8, de acuerdo con el Papa, ha encargado a varias consultorías internacionales el análisis de distintos aspectos de la Santa Sede, como la revisión de las cuentas corrientes del banco vaticano (IOR) o la transparencia de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el otro ente financiero vaticano. Los expertos también están estudiando la gestión administrativa del gobierno de la Ciudad del Vaticano y cómo hacer más eficaces sus medios de comunicación dado que cuenta, entre otros, con una radio y una televisión que transmiten a nivel internacional, una oficina de prensa y un diario. Los cardenales del G-8, que se reunieron de lunes a miércoles, hicieron saber a la prensa que la reforma del Vaticano, que ha despertado tantas expectativas, “no terminará este año” sino probablemente el próximo.
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