Viernes, 18 de julio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › LA TREGUA HUMANITARIA TRAJO UN RESPIRO A LA FRANJA
Hubo calma en los hospitales, silencio en el aire, no hubo aviones de guerra o cohetes, y clamor y colas frente a los comercios, con la urgencia de saber que el tiempo se pasa volando, hasta que comience el bombardeo otra vez.
Por Kim Sengupta *
Desde Gaza
Tres niños yacían heridos en sus camas en el Hospital Shifa, un recordatorio del costo humano del conflicto en Gaza. Eran todos de la misma familia, la Bakrs. Cuatro de sus jóvenes primos y hermanos habían muerto en un ataque israelí mientras jugaban en la playa en la tarde del miércoles. “Esta es la razón por la que necesitamos paz, para evitar que estas barbaridades tengan lugar”, dijo Al Mofeed Hasaina, un ministro del gobierno palestino que vino a visitar el hospital. “Necesitamos una paz justa que evitará que los israelíes lastimen a nuestros niños. Muy pronto sabremos si es posible.”
Mientras continúan las negociaciones en El Cairo, Gaza tuvo una breve muestra de paz ayer, en una tregua humanitaria de cinco horas entre Israel y Hamas. Hubo silencio en el aire, no hubo aviones de guerra o cohetes, y el clamor y colas frente a los comercios, con la urgencia de saber que el tiempo se pasa volando, hasta que comience el bombardeo otra vez.
A diez minutos en coche desde el hospital, el Banco de Palestina sobre la calle Omar Mokhtar, en la ciudad de Gaza, estaba bajo sitio con cientos de clientes tratando de obtener sus salarios impagos, de canjear cheques y de utilizar los cajeros automáticos.
Al igual que todos los bancos, éste cerró cuando comenzaron los ataques aéreos. Muchos de los que se presentaron, incluso antes de que hubiera comenzado el alto el fuego, eran empleados públicos que no habían recibido sus pagos en semanas. Los ánimos se caldearon mientras las colas crecían y se hizo cada vez más evidente que la gran mayoría de los que habían estado esperando tendrían que irse con las manos vacías.
Rami Mahmood Sawada abandonó después de tres horas. “Los bancos dijeron que sólo estarían abiertos durante la tregua. Nadie sabe cuándo abrirán de nuevo. No pude obtener mi sueldo durante dos semanas”, dijo. “Hubiera sido bastante difícil sólo con mi familia, pero ahora tenemos una gran cantidad de relaciones que viven con nosotros a causa de la guerra y no estoy seguro de cuánto tiempo podemos seguir así.” El empleado del Ministerio de Salud de 37 años añadió: “Hemos estado trabajando sin salarios. No podemos dejar de hacer nuestras tareas en momentos así, tenemos que tratar de lidiar con más pacientes que nunca, con todos los bombardeos que suceden”.
Hubo gritos de confusión, seguidos de ira. Un hombre a la cabeza de la cola en los cajeros había estado tomando las tarjetas bancarias de un grupo de mujeres para amablemente retirarles dinero. Había desaparecido de repente con algunas de las tarjetas y el dinero en efectivo. No había ninguna simpatía por un corrillo de mujeres en la tienda de Abdurrahman Abdullah, quienes tampoco pudieron obtener su dinero. “Había ido a hacer sus compras para el Ifthar, fue una tontería que confiaran en él.” Había un montón de compras para el Ifthar, la comida de la noche después de un ayuno del día durante el Ramadán, en el mercado principal. Firas al Mabrouk, el dueño de un puesto de verduras, estaba radiante: “Este es el mejor día que he tenido en una semana. Las cosas han estado muy mal, estoy alrededor de 40 por ciento abajo en mis ventas. Durante el Ramadán, normalmente la gente hace sus compras por la tarde, pero debido a los misiles no salen y tampoco por la noche. Pero, por supuesto, esto es sólo un día. Sólo estará abierto durante unas horas de nuevo mañana”.
Las compras se habían convertido en un día de paseo para la familia Hamadi. “No salimos nunca durante el día a menos que tengamos que hacerlo, es demasiado peligroso”, dijo Um Hania, teniendo firmemente de la mano a sus dos pequeñas hijas, de cinco y tres años. “Por supuesto, todos queremos la paz. Pero no queremos la paz a menos que ganemos algo de dignidad a cambio. ¿Por qué tenemos que vivir como animales en acecho? Los israelíes siguen bombardeando hogares, mezquitas, escuelas, diciendo que hay combatientes o armas allí. Eso es todo falso.”
Sin embargo, la Unrwa (la Agencia de Obras Públicas y Ayuda de las Naciones Unidas para Palestina) dice que ha descubierto, durante una inspección de rutina, 20 cohetes escondidos en una escuela vacía. “Esta es una flagrante violación de la inviolabilidad de los locales en virtud del derecho internacional”, dijo en un comunicado.
Los israelíes habían estado haciendo estallar depósitos de cohetes en el norte, cerca de su frontera. En el pueblo de Sayafa, desde donde se puede ver el interior de Israel, la familia Zindar se había reunido por primera vez en una semana, ya que algunos de ellos se mudaron después de una advertencia de los israelíes acerca de una inminente ofensiva militar. Habían regresado para una breve visita y las paredes con agujeros de bala les recordaron los peligros que existen en la zona. Uno de los hermanos, Mahmood, sufrió graves lesiones en las piernas en 2009, durante una previa ofensiva israelí.
“No salimos de nuestra casa antes, pero la diferencia es que ahora muchos de nosotros estamos casados y hay niños; hemos oído que esta vez muchos niños resultaron muertos y estamos muy preocupados”, dijo Mohammed, de 27 años, otro hermano. “El gran problema es que si pasa algo, las ambulancias no pueden llegar hasta aquí.” Naji, un hermanastro, decidió quedarse: “No importa adónde vaya en Gaza, ningún lugar es seguro”.
Los chicos Bakrs estaban en el puerto de la ciudad de Gaza, en una tarde soleada con una clara visibilidad, cuando fueron alcanzados por los proyectiles. En el Hospital Shifa, Al Mofeed Hasaina señaló a Monteser de 11 años, con vendajes alrededor de su pecho, y exclamó: “Los israelíes están atacando a niños pequeños. Pero él va a llegar a ser un hombre y va a querer luchar contra ellos. Esto es lo que han creado”.
Cuando el ministro se fue, Monteser habló de su tristeza por la pérdida de su hermano y primos, y que nunca perdonaría a los israelíes. ¿Quería luchar contra ellos cuando creciera? “No, yo quiero ser un pescador como mi padre, eso es todo”, respondió.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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