Lunes, 11 de agosto de 2014 | Hoy
EL MUNDO › TESTIMONIO DE CECILIA GOIN, PORTAVOZ DEL COMITé INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA
En los momentos de tregua, mucha gente no vuelve a su hogar porque teme que no haya un cese total de las hostilidades. El que no perdió la casa vio morir a un familiar o a un amigo, o no tiene agua, afirma la trabajadora humanitaria.
Cuando el 8 de julio Israel dio inicio a la operación Borde Protector, Gaza parecía una ciudad fantasma. Esa fue la primera impresión de Cecilia Goin. Desde hace un mes, el estruendo causado por los bombardeos es la música de fondo en esta diminuta porción de tierra de apenas 360 kilómetros cuadrados. “No había movimiento, ni gente ni autos, ni pájaros ni perros. Nada de nada. Cuanto más te acercabas a la Franja más cerca se escuchaban los bombardeos. Es un sonido ensordecedor”, relató sobre su entrada a Gaza esta argentina nacida en Bahía Blanca, que desde 2007 se desempeña como portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). La labor de esta organización se desarrolla en medio del fuego cruzado y sus voluntarios corren el mismo riesgo que la población local. La inmunidad no está reservada para nadie. “Para poder ir con las ambulancias de la Media Luna Roja Palestina y de la Cruz Roja Internacional hay que informar a Hamas y a las Fuerzas Armadas israelíes y pedirles que nos dejen pasar. La idea no es que la ambulancia entre en medio de los bombardeos para que mueran los compañeros, sino que los heridos puedan llegar al hospital”, explicó Goin a Página/12 en comunicación telefónica desde Jerusalén.
La situación humanitaria en la Franja es crítica. Por su dimensión, ningún palestino está exento de los ataques israelíes. “El conflicto afecta a los 1,8 millón de palestinos de Gaza. El que no perdió la casa, vio morir a un familiar o a un amigo, o no tiene agua. Lo más angustiante es que no tienen dónde ir. No existe lugar seguro en Gaza. Cuando caen las bombas sabés que seguro va a haber víctimas”, enfatizó Goin. Escapar tampoco es una opción. Los puestos de control fronterizos de Erez y Rafah, único contacto con el exterior, permanecen cerrados. “Cerca de 450 mil personas están desplazadas. Muchos están viviendo en escuelas municipales o de Naciones Unidas. Mucha gente no volvió a su casa inmediatamente, porque no hay un cese total de las hostilidades. La gente está muy asustada. Barrios enteros que ya no están. Entre 170 y 200 mil personas están viviendo en casas de parientes, amigos o gente que las está alojando. Casas para ocho personas en las que ahora viven 50 o 60. En los jardines de Al Shifa, el hospital más grande de Gaza, hay 1000 desplazados viviendo, que no se mueven de ahí”, contó la vocera del CICR. Los gazatíes esperan que los hospitales no se conviertan en objetivos de los aviones de guerra de Israel. “Sin embargo hubo ataques a centros médicos. Incluso perdimos a dos compañeros de la Media Luna Roja que quedaron atrapados entre el fuego cruzado. Es una realidad muy estresante”, agregó.
Desde que Israel abandonó la Franja en 2005, las operaciones contra Hamas y otras organizaciones palestinas son una constante. Este estado de permanente enfrentamiento ha impedido a los gazatíes desarrollar su economía y mejorar sus condiciones de vida. “No hay desarrollo o intercambio comercial. Los pescadores no pueden hacer su trabajo más allá de las 10 millas náuticas, porque pueden ser detenidos o les pueden quitar las redes. La infraestructura del lugar está destruida. Sin infraestructura tampoco hay agua. El jueves llevamos 40 tanques medianos de agua a uno de los barrios del sur de Gaza, que había sido tremendamente bombardeado. Con las autoridades de Palestina queremos arreglar ahora todo el cableado eléctrico. La única central eléctrica de Gaza fue bombardeada hace diez días”, aseguró Goin.
Según Naciones Unidas, la mitad de la población de Gaza vive en la más absoluta pobreza. “En Gaza vive un 1,8 millón de personas. Nacen 50 mil bebés por año. La mitad de la población en menor de 18 años. Hay un porcentaje altísimo de gente que no trabaja. El grado de frustración es altísimo. Estás en un lugar donde no se puede soñar”, se lamentó Goin. “El miedo a perder a la familia, a quedar mutilado, es algo que está presente todo el tiempo”, añadió.
Aunque actualmente vive en Nairobi (Kenia), Goin no dudó en trasladarse a Gaza cuando comenzó la ofensiva israelí. Como vocera del CICR visitó más de 20 veces este territorio palestino. Su compromiso la llevó a Filipinas, Sudán del Sur y Siria. Pero tanto para ella como para la organización en la que trabaja la situación en Gaza es una prioridad. “Hace más de 40 años que estamos en Gaza. Hemos construido una planta de tratamiento de agua en Rafah, que limpia los residuos de 180 mil personas. Tenemos una clínica de rehabilitación para gente amputada, expertos en ortopedia, gente que trabaja en agua y saneamiento y cirujanos que trabajan en los hospitales. Tenemos conocimiento de lo que pasa”, aseguró. La presencia del CICR es esencial en esta parte del mundo.
El contraste entre Israel y Gaza es un hecho que no deja de sorprenderla. “Lo que más impacta es la entrada a Gaza. Hay que pasar por varios controles del lado israelí, lo cual es toda una aventura. El cruce desde Israel es como si fuese un aeropuerto, una construcción muy moderna. Entonces el cambio es muy fuerte, porque se trata de un país maravilloso, con muy buenos caminos y cuando llegás a Gaza te preguntás qué pasó acá, aun sabiendo que entrás a un lugar diferente. Hay una rutina para entrar, te espera el chofer de la Cruz Roja del otro lado y te lleva a la oficina. Todo eso se ve alterado cuando hay un conflicto permanente”, reconoció Goin.
Cuando estaba ingresando a Gaza con su compañero del CICR, Goin se cruzó con un grupo de palestinos con doble ciudadanía. Un grupo de seis embajadas, entre ellas las de Brasil, Filipinas y Noruega, había acudido a su rescate. Sin dudas, un reducido número de afortunados. Del otro lado del paso fronterizo, una población entera a merced de los bombardeos israelíes. El veredicto de Goin es tan contundente como cierto: “Es muy difícil ser palestino de Gaza”.
Entrevista: Patricio Porta.
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