EL MUNDO
El reino del (t)error que mantiene W. en el “triángulo sunnita” de Irak
Faluja y Ramadí, dos ciudades del llamado “triángulo sunnita” de Irak, fueron escenario ayer de dos nuevos golpes (uno autoinfligido) a la ocupación norteamericana.
Por Angeles Espinosa *
Enviada especial a Bagdad
Diez policías iraquíes resultaron muertos y otros cinco heridos el viernes por disparos de tropas estadounidenses en un confuso incidente ocurrido en la ciudad de Faluja, a 50 kilómetros al oeste de Bagdad. Al parecer los agentes perseguían a un vehículo sospechoso que se saltó un control militar y los soldados abrieron fuego indiscriminadamente. A falta de la versión norteamericana, el suceso mina los esfuerzos de EE.UU. por ganarse la confianza de la población iraquí. Y además, dos soldados norteamericanos fueron muertos y siete heridos también ayer en operaciones en Ramadí, completando uno de los peores días de la ocupación angloamericana.
“Somos policías, somos policías”, gritaron los agentes en Faluja al verse atrapados en el fuego cruzado entre los presuntos criminales y los soldados estadounidenses. No sirvió de mucho. Era la una de la madrugada y en la oscuridad los militares difícilmente podían distinguirlos. Además, la precariedad de medios de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes hacía que uno de los vehículos en que viajaban los policías ni siquiera tuviera signos identificatorios. De acuerdo con la reconstrucción de los hechos que permite el relato del comisario de policía de Faluya y diversos testigos entrevistados por televisiones árabes, todo empezó frente a la sede de la gobernación hacia la medianoche del jueves al viernes. Un BMW blanco abrió fuego contra el edificio y el responsable policial despachó en su persecución una unidad, con 15 hombres y dos vehículos. El coche, que carecía de matrículas, correspondía a la descripción de uno de los utilizados por las bandas que asaltan viajeros en la autopista que une Bagdad con la frontera jordana.
Al llegar al cruce con Sadamiyat al Faluya, un viejo complejo residencial de los jerarcas del régimen de Saddam, los agresores ignoraron el puesto de control militar estadounidense y los soldados abrieron fuego sin discernir entre el vehículo perseguido y sus perseguidores. La reacción parece comprensible en esas circunstancias. Además, la tarde anterior un convoy norteamericano había sido atacado con granadas en las cercanías de Faluya. Sin embargo, no está claro por qué el intenso tiroteo se prolongó casi una hora, según declaraciones de policías heridos y empleados del vecino hospital jordano, que resultó alcanzado por los disparos.
Fue precisamente en ese centro médico donde quedaron ingresados los cinco policías heridos. Los muertos, tanto los agentes como los cuatro ocupantes del vehículo sospechoso, fueron trasladados a una base estadounidense próxima. Durante la mañana del viernes, al conocer la noticia, los habitantes de Faluya se congregaron frente a la gobernación y la comisaría en busca de más información. Los familiares de los policías se dirigieron a la base y el hospital para averiguar su estado.
Faluja es un terreno especialmente delicado. Situada en el llamado triángulo sunnita, esta ciudad era en principio un feudo de simpatía hacia el dictador depuesto. Sin embargo, los estadounidenses no encontraron resistencia cuando entraron en ella el pasado abril. Pocos días más tarde, los soldados cometieron el error de disparar contra una manifestación pacífica y causaron 16 muertos. Desde entonces, se convirtió en escenario de frecuentes ataques a las fuerzas norteamericanas. Ramadí, el otro lugar crítico de ayer, también queda en el triángulo sunnita.
En un intento de rebajar la tensión, hace algunas semanas los militares dejaron de patrullar sus calles y confiaron esa responsabilidad a la policía local. No obstante, mantenían puestos de control en las afueras. Se trata de la segunda vez en tres días que el fuego amigo causa bajas entre la policía iraquí en Faluya. El pasado miércoles, un agente resultó muerto y otro herido cuando los soldados abrieron fuego de formaindiscriminada después de que estallara una bomba al paso de su convoy con el resultado de cuatro heridos. No sorprende entonces que un nuevo ataque ayer por la tarde contra un humvee norteamericano diera lugar a escenas de júbilo.
Estos incidentes, al ritmo de entre 12 y 20 al día, están envenenando las relaciones entre las fuerzas ocupantes y la población local. Pero mientras Estados Unidos cuenta con atraer soldados de un mayor número de países a Irak, los iraquíes y sus líderes insisten en que se les devuelva el control de su país. “El atentado contra Mohamed Báquer al Hakim no nos ha hecho cambiar de idea y seguimos sin ver la necesidad de aumentar las tropas extranjeras”, afirmó contundente ayer Abdel Aziz al Hakim, hermano del ayatola asesinado hace dos semanas.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.