Sábado, 6 de septiembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Robert Fisk *
Así que un poco más de Palestina se fue por el desagüe. Otras cuatrocientas hectáreas de tierra palestina robadas por el gobierno israelí –“apropiación” es robo, ¿no es así?– y el mundo dio las habituales excusas. Los estadounidenses lo encontraron “contraproducente” para la paz, que es probablemente un poco menos fuerte que lo que sería su reacción si México fuera a tomar un pedazo de 400 hectáreas de Texas y decidiera construir allí casas para sus inmigrantes ilegales en los Estados Unidos. Pero esto es “Palestina” (las comillas más necesarias que nunca) e Israel consiguió seguir robando aunque no a esta escala –es el mayor robo de la tierra en treinta años– desde que se firmó el acuerdo de Oslo, en 1993.
El apretón de manos de Rabin-Arafat, las promesas y los traspasos de territorio y los retiros militares y la determinación de dejar todo lo importante (Jerusalén, los refugiados, el derecho a volver) para el final, hasta que todos confiaran en los otros tanto que todo el asunto sería un juego de niños, luego de todas estos hechos es de extrañar que el mundo haya otorgado su generosidad financiera a los dos. Pero esta última apropiación de tierras no sólo reduce a “Palestina”, sino que continúa el círculo de concreto alrededor de Jerusalén para que los palestinos se queden afuera tanto de la capital que se supone que deben compartir con los israelíes como de Belén.
Fue instructivo saber que el consejo Gush Etzion, que administra los asentamientos ilegales en Cisjordania, considera que este robo es un castigo por el asesinato de tres adolescentes israelíes en junio. “El objetivo de los asesinatos de los tres jóvenes era sembrar el miedo entre nosotros, para alterar nuestra vida cotidiana y para poner en duda nuestro derecho (sic) a la tierra”, anunció el consejo Etzion. “Nuestra respuesta es fortalecer los asentamientos.” Esta debe ser la primera vez que la tierra en “Palestina” ha sido adquirida no a través de excusas sobre seguridad territorial –o en nombre de la autoridad personal de Dios–, sino por venganza.
Y plantea un interesante precedente. Si una vida israelí inocente – cruelmente tomada– vale alrededor de 130 hectáreas de tierra, entonces una vida palestina inocente –también tomada cruelmente– sin duda debe valer igual. Y si la mitad de los 2200 palestinos muertos en Gaza el mes pasado –y ésta es una cifra conservadora– eran inocentes, entonces los palestinos supuestamente ahora tienen el derecho de tomar más de 132.000 hectáreas de tierras de Israel, en realidad mucho más. Pero sin importar lo “contraproducente” que esto pudiera ser, estoy seguro de que Estados Unidos no lo toleraría. Israel toma tierras, los palestinos pierden tierra; ésa es la forma en que esto funciona. Y así ha sido desde 1948 y así es como va a continuar.
Nunca habrá una “Palestina” y el último robo territorial no es más que otro signo de puntuación pequeño en el libro de la tristeza que los palestinos deben leer mientras sus sueños se marchitan. Nabil Abu Rudeineh, el portavoz del “presidente” palestino, Mahmud Abbas, dijo que para su patrón y para las “fuerzas moderadas” en Palestina la decisión de Israel había sido “una puñalada en la espalda”, que es poco decir. Abbas tiene la espalda llena de heridas de puñales. ¿Pero qué otra cosa esperaba cuando escribió un libro sobre las relaciones palestino-israelíes sin usar la palabra “ocupación” ni una sola vez?
De manera que estamos nuevamente en el viejo juego. Abbas no puede negociar con nadie, salvo que hable por Hamas así como por la Autoridad Palestina. Como lo sabe Israel. Como lo sabe Estados Unidos. Pero cada vez que Abbas trata de lograr un gobierno de unidad, todos gritamos que Hamas es una organización “terrorista”. E Israel dice que no puede hablar con una organización “terrorista” que exige la destrucción de Israel –aunque Israel solía decir lo mismo de Arafat y, en aquellos días, ayudó a Hamas a construir más mezquitas en Gaza y Cisjordania como contrapartida a Al Fatah y todos los otros “terroristas” en Beirut–.
Por supuesto, si Abbas habla sólo por él, Israel le dirá lo que le dijo antes: que sin su control de Gaza, Israel no tiene con quien negociar. ¿Pero sigue importando? Debería haber una volanta sobre todos los titulares de este tipo: “Adiós Palestina”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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