Martes, 4 de noviembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA AL FILóSOFO ITALIANO GIANNI VATTIMO
El intelectual analiza la crisis de Europa y su fallida receta del ajuste. Compara el contexto europeo con el latinoamericano. “Si en el mundo hay un bloque diferente que equilibra el poder desproporcionado de los bancos, ése es América latina.”
Por Patricio Porta
La influencia de Gianni Vattimo llega a uno y otro lado del Atlántico. El pensamiento de este filósofo italiano, definido una vez como gay, católico y comunista, sigue ofreciendo las claves para entender la realidad contemporánea. A los 78 años y con un sentido del humor intacto, Vattimo habló con Página/12 sobre el papa Francisco y la Iglesia Católica, el fortalecimiento del bloque de países progresistas en Sudamérica y la crisis de representatividad en Europa. “La política no existe más, sólo la administración en nombre de leyes económicas. Todo este esfuerzo de la ex izquierda en devenir más y más en centro y en derecha no funciona. La economía no funciona. Hay un crecimiento del desempleo y de la deuda”, explicó en referencia a la crisis en Italia y otros países europeos.
Según Vattimo, la recesión, que afecta principalmente a los países del Mediterráneo, puso en evidencia las desigualdades hacia el interior de la Unión Europea (UE). “Lo que se ve en estos momentos en la Europa meridional –Italia, España, Grecia, Portugal– es la reducción de la zona a un territorio colonial, donde se invierte mucho capital extranjero, pero no para el desarrollo local, sino para extraer ese rédito. Desde el auge de la globalización, en Italia hemos tenido un aumento terrible del desempleo y una devaluación de los bienes, listos para ser comprados por muy poco dinero por chinos y norteamericanos”, aseguró el autor de El pensamiento débil, de visita en la Argentina para dictar una serie de conferencias organizada por la Asociación de Docentes de la Universidad de Buenos Aires (Aduba) y la Federación de Docentes de las Universidades Nacionales (Fedun).
“No hay inflación porque no existe dinero circulante. Es una situación de estancamiento, donde no hay desarrollo de la producción ni aumento de salarios. Se consume cada vez menos en el interior del país. Producimos para los países que nos explotan”, agregó. De acuerdo con Vattimo, el bloque comunitario se convirtió en un instrumento funcional a determinados centros de poder y a la hegemonía de Berlín. “La estructura misma de la UE, que era una gran idea, incluso yo fui un europeísta convencido, se reveló como tan bien pensada que no puede modificarse de ninguna manera. Cuando se dice que Italia amenaza con salirse de la UE es un sinsentido. Sería la ruina total. La UE es un apéndice del Tratado del Atlántico Norte, una estructura de control muy fuerte. Tal vez se puede cambiar un poco la política económica, pero todo depende de un equilibrio mundial. Por eso la lucha de la Argentina contra los fondos buitre tiene mucho sentido para nosotros, porque se trata de liberarnos de la dependencia del dinero y las finanzas”, apuntó Vattimo, quien señaló que es mucho más realista propiciar microrrevoluciones dentro del sistema que esperar una revolución radical de alcance global.
Desde su perspectiva, la rigurosidad aplicada por la UE está creando su propia trampa. Y las políticas de austeridad, mientras tanto, alejan cada vez más a los ciudadanos de sus dirigentes. “Alemania tendrá una crisis, ya se está reduciendo la tasa de crecimiento. Entonces hay que hacer menos rígidos los límites financieros, que básicamente no sirven a nadie, sólo al equilibrio interior de la UE. La única salida para Europa es una salida keynesiana, de mucho empleo público y muchas inversiones. Europa es una burocracia de intermediación entre los intereses de los bancos y la disciplina de los Estados. La UE funciona un poco como los sindicatos de Estados Unidos, que son organizaciones que garantizan la disciplina del trabajo para los empresarios”, evaluó el intelectual turinés.
Por otra parte, calificó como completamente opuesta la situación en América latina, donde se viene configurando un modelo alternativo de entender y ejercer la política. “A nosotros, desde Europa, lo que pasa en la región nos parece el futuro. Hoy no hay un referente de oposición al orden capitalista en el mundo. Incluso con todos los problemas de transformaciones, estos países sí son referentes. Es difícil imaginar un proyecto totalmente comunista, por ejemplo. Pero Latinoamérica está deviniendo en utopía positiva frente a la miseria de la política europea y norteamericana. Europa está muy rígida alrededor de una política atlántica, norteamericana, de banqueros. Si en el mundo hay un bloque diferente que equilibra este poder desproporcionado de los bancos, es América latina”, afirmó Vattimo.
“Hay una América latina que se unifica y deviene en bloque de países progresistas que presiona para impedir guerras, por ejemplo. Son movimientos lejanos, pero que permiten ver un cambio de clima. En los ’50, los izquierdistas cantábamos ‘va a llegar el gran bigote’, que era Stalin. Nadie pensaba realmente en una Italia estalinista, pero había un sueño de alternativa. Esto es muy importante para la vida interior de los Estados, porque la gente frecuenta cada vez menos las urnas. Chávez, Castro, Lula son ejemplos de un mundo que puede ser diferente. La gente se puede animar un poco a hacer política. El clima democrático europeo casi no existe más. La gente no cree en la clase política ni en los cambios”, se lamentó.
Vattimo acusó a los mercados por presionar a los gobiernos europeos y sostuvo que en Italia sólo hay una democracia en términos formales. “Hay una forma de terrorismo financiero que en el caso de Italia consiste en imponerle un tope para el déficit del tres por ciento, que hay que cumplir porque si no, nos dicen, no vamos a tener dinero para pagarles a los empleados públicos el próximo mes. En los últimos años hubo una campaña de terror financiero: si no pagábamos la deuda, íbamos a entrar en default. En Grecia le gente ya no sabe cómo hacer para sobrevivir. Si no cambia la política económica, va a producirse un incremento de los conflictos sociales. La salida a todo esto parece ser el fascismo. Tenemos un gobierno democrático sólo formalmente. Está conformado por el viejo Partido Comunista que no existe más y por la democracia cristiana, incluso apoyado por Berlusconi”, advirtió.
Por último, analizó el impacto de Francisco en la Iglesia Católica y lo comparó con Juan Pablo I, uno de los papas más reformistas. “El sínodo mismo es una novedad en el sentido de que fue convocado para indagar sobre las ideas efectivas que circulan en el mundo católico. Sigue sin ser admitido el matrimonio gay, pero hay muchas cosas que empiezan a cambiar. Por ejemplo, el problema de la comunión y los divorciados, que implica una concepción menos literal y material del sacramento. Hay una manera de pensar que es diferente. Por otro lado hay un compromiso político y cultural de parte del Papa. El no es tan amigo de los poderes. Sigo pensando que tiene buenas intenciones, como lo demuestra con el Banco Vaticano. La razón por la cual fue asesinado Juan Pablo I, que es algo muy probable, es que había empezado a hablar de Dios como una madre y a investigar el Banco Vaticano”, subrayó el autor de No ser Dios, su autobiografía editada en 2006, en la que aborda abiertamente la cuestión gay.
Sobre este tema, Vattimo recordó que la Iglesia se encuentra ahora prisionera de los propios tabúes que alimentó para consolidar su poder. “El hecho de que el Papa o el sínodo puedan ver positivamente el amor homosexual es escandaloso e importante porque la Iglesia siempre ha tenido como su punto fuerte la cuestión de la castidad. Eso no es un problema de moral o de naturaleza, es un problema de poder”, aclaró.
“Históricamente, el tabú sexual, de la familia y la fidelidad funcionó para la Iglesia como un soporte del orden civil. Jesús obviamente nunca se ocupó del matrimonio, ni gay ni hétero. Desde su nacimiento, la Iglesia ha tenido que tomar responsabilidades civiles. Pero también heredó tabúes antigriegos. Los griegos eran bastante tolerantes con la homosexualidad y la bisexualidad. La Iglesia es la Iglesia romana, a favor del derecho romano y sigue defendiendo esa tradición. Y se encuentra –concluyó Vattimo– prisionera de esta situación.”
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