Lunes, 6 de julio de 2015 | Hoy
EL MUNDO › CUáLES SON LOS PUNTOS QUE DEBATEN LA TROIKA Y EL GOBIERNO DE TSIPRAS
El pedido de reestructuración de la deuda pública griega es el punto clave para poder avanzar, pero la agenda también incluye una serie de exigencias impositivas y previsionales que ambas partes aún no terminaron de acordar.
Por Fernando Krakowiak
El contundente resultado que arrojó el referéndum griego en contra de las políticas de ajuste fortalece la posición del primer ministro Alexis Tsipras que retomará hoy la negociación con los acreedores. Cuando Tsipras pateó el tablero el viernes 26 de junio, en muchos puntos la negociación había registrado avances sustanciales, pero el pedido de reestructuración de deuda seguía siendo el escollo clave. Lo que sigue es un detalle de qué pide Syriza con respecto a la deuda y lo que se negocia en materia impositiva y jubilatoria.
La renegociación de la deuda es el punto clave de la disputa de Grecia con sus acreedores. El gobierno de Syriza reiteró en varias ocasiones la necesidad de obtener una quita que haga viable la recuperación económica. La troika no quiso ceder en ese punto y todo indica que ahí está la causa que dinamitó el acuerdo hace diez días y llevó a Tsipras a convocar a un referéndum. Ambas partes habían acercado posiciones en otros temas de la agenda, también difíciles de digerir para los griegos, pero la deuda se convirtió en un escollo insalvable. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, lo dijo sin eufemismos en una entrevista publicada en el diario español El Mundo el sábado pasado: “Hemos aceptado medidas fiscales y ciertas reformas en las que no creemos, y las hemos aceptado con el único objetivo de conseguir un acuerdo. Pero la parte relativa a la financiación y a la deuda no la podemos aceptar, por la sencilla razón de que no se sostiene aritméticamente. La precisión de las matemáticas indica que si aceptáramos lo que nos piden, en unas semanas ese programa demostraría que es absolutamente inviable. Así que, ¿quién es el irresponsable aquí?”, aseguró. Luego en la misma entrevista fue más allá todavía:
–Porque queremos devolver el dinero que nos han prestado, necesitamos un acuerdo que reestructure nuestra deuda pública. ¿Quiere que le ponga un ejemplo?
–Sí, por favor, póngame un ejemplo de lo que quieren ustedes hacer con la deuda griega.
–General Motors. Hoy es una compañía que va bien. ¿Por qué? Porque cuando General Motors fue declarada insolvente en 2009, su deuda se reestructuró y eso le permitió obtener beneficios y pagar sus deudas. Eso es lo que queremos. Nosotros no pedimos ninguna locura, ninguna cosa rara, ninguna medida de izquierda radical. Pedimos algo que en el mundo de las empresas y las finanzas se hace todo el tiempo. Cuando una compañía está en apuros, va al banco y pide que le reestructuren sus deudas. Los bancos lo hacen, la compañía de ese modo se recupera y el propio banco cobra su dinero. Eso es lo que nosotros pedimos.
Con el referéndum ya convocado, y con la negativa de las autoridades europeas a seguir discutiendo hasta que no se conociera su resultado, el FMI difundió el jueves pasado un informe donde reconoció la necesidad de reestructurar la deuda griega. Incluso mencionó la necesidad de concederle al país helénico una quita del 30 por ciento de su deuda y un período de gracia de 20 años antes de hacer cualquier reembolso, para sorpresa de las autoridades europeas, que quisieron frenar la difusión de ese paper. Con el respaldo que le otorgó el 61,3 por ciento a favor del No en el referéndum, el gobierno griego retomará la negociación con la troika y el tema de la deuda estará en primer plano, sobre todo luego del sincericidio del FMI.
Al inicio de las negociaciones, la troika le venía pidiendo a Grecia que sólo hubiera dos tasas del Impuesto al Valor Agregado (11 y 23 por ciento). Sin embargo, Tsipras contraofertó mantener tres tipos diferenciados (6, 11 y 23 por ciento). En las semanas previas a la convocatoria al referéndum, parecían haberse puesto de acuerdo en que sólo se le cobraría un IVA de 6 por ciento a medicamentos, libros y espectáculos teatrales, pero seguía habiendo diferencias en productos de los otros dos tramos. En el caso de los hoteles, Tsipras había aceptado subir la tasa de 6,5 a 13 por ciento, pero la troika pedía llevarla a 23 por ciento. El argumento de las autoridades europeas es que esa suba sería “socialmente justa” porque afectaría principalmente a los turistas alemanes y franceses. En Grecia, en cambio, incluso el aumento al 13 por ciento era resistido. El presidente de la Federación Griega de Turismo, Andreas Andreadis, aseguró a fines de mayo que elevar el IVA le quitaría competitividad al país frente a otros destinos turísticos, justo al comienzo de la temporada alta. “Italia, España y Francia tienen un IVA turístico del 10 por ciento. Turquía y Chipre incluso menos. Las Canarias ni tienen IVA. Si incrementamos este impuesto hasta el 13 por ciento, prácticamente quedaríamos fuera del negocio”, agregó. En el último borrador que difundió el BCE, los hoteles finalmente figuraban con una tasa del 13 por ciento. Por lo que pareciera que ese punto se saldó a favor de Tsipras.
Otra diferencia era la tasa para restaurantes, bares y confiterías. En julio de 2013, Antonis Samaras les había bajado el IVA a esos negocios, de 23 a 13 por ciento, para alentar el consumo, sobre todo de turistas. La troika aceptó ese recorte a regañadientes y ahora pedía llevar de nuevo la tasa a 23 por ciento. Tsipras había estado pulseando para dejarla en el 13 por ciento, aunque en el último borrador del BCE restaurantes figuran con un IVA de 23 por ciento.
Además, el gobierno griego insistió en mantener en las islas un descuento efectivo del 30 por ciento en el IVA sobre la tasa efectiva de cada producto. En el borrador del BCE esa concesión no figuraba, pero Tsipras reiteró el pedido en una carta enviada a la troika el martes 30, con la que buscó acercar posiciones en otros aspectos para evitar la mora con el FMI, en la que finalmente incurrió. No es casual que las principales diferencias en materia impositiva tengan que ver con el turismo. El año pasado, Grecia recibió 24 millones de turistas, más del doble de su población, y, según un informe reciente del Foro Económico Mundial, esa industria representa cerca del 18 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Atenas también buscaba que el IVA del 13 por ciento se mantenga para todos los alimentos y no sólo para los que componen la canasta básica, aunque en el último borrador de Juncker figuran con un 13 por ciento sólo los alimentos básicos. En el caso de la electricidad, los acreedores insistían en gravarla con un 23 por ciento, mientras que Grecia quería mantenerla en el 13 por ciento, lo cual parecía haber conseguido antes de que las negociaciones se interrumpieran.
Por fuera del IVA, la troika reclamaba que se cobrara por adelantado el ciento por ciento de los impuestos sobre los ingresos corporativos e individuales hasta fines de 2016. En su última carta, Tsipras pareció conceder ese punto, pero mencionó un aumento “gradual” del pago por adelantado en el caso de las rentas individuales. Para compensar algunas subas que rechazó en el IVA, Syriza había propuesto elevar el “impuesto de solidaridad”, una tasa para los ingresos más altos introducido en 2010. En este punto, parecía haber consenso en subirlo de 3 a 4 por ciento para los ingresos superiores a los 50.000 dólares anuales, mientras que para los que superen los 100 mil euros pasaría 4 a 6 por ciento. A su vez, el ejecutivo griego propuso elevar el impuesto de sociedades de 26 a 28 por ciento, introducir tasas sobre la publicidad en televisión, elevar el impuesto a los juegos de azar online y a los bienes de lujo como coches de alta gama, yates, aviones y piscinas privadas. La troika resistió algunos de estos ajustes, pero el último borrador dio a entender que se habían consensuado, aunque entre los bienes de lujo solo mencionó a los yates. Las autoridades europeas también exigen terminar con el trato impositivo preferencial para los agricultores, incluyendo el subsidio al gasoil, lo cual Tsipras aceptó en su última carta, pero sólo de manera gradual de aquí a fines de 2017. Por último, la troika pidió reducir el techo de gasto militar en 400 millones de euros a través de un paquete de medidas que incluye recortes en la cantidad de empleados. Tsipras primero sólo aceptaba podar 200 millones, pero en su última carta afirmó que puede reducir 200 millones en 2016 y otros 200 millones en 2017.
En junio de 2010, el parlamento griego aprobó una reforma del sistema de pensiones que contempló una rebaja en los haberes, restricciones a las jubilaciones anticipadas, una suba de 35 a 40 años en la cantidad de años necesarios para recibir la pensión máxima y la elevación de la edad jubilatoria de las mujeres de 60 a 65 años, equiparándolas a los hombres. A su vez, en 2012 se acordó elevar la edad jubilatoria de 65 a 67 años y reducir una vez más el monto de todas las jubilaciones, entre otras reformas. Ahora, lo que exige la troika es completar la puesta en marcha de esas dos reformas. Tsipras se comprometió a que los cambios aprobados en 2010 estarán vigentes en su totalidad, pero afirma que varias modificaciones de la reforma de 2012 recién entrará en vigencia en octubre de 2015. Además, se negó a aplicar nuevos recortes.
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