EL MUNDO
La reencarnación de Ronald Reagan
Por Rupert Cornwall *
Desde Washington
Menos de dos semanas antes de lo que puede ser una tormentosa visita de Estado a Londres, el presidente Bush se posicionó ayer como un nuevo Ronald Reagan, comprometiéndose a llevar la libertad y la democracia a Medio Oriente y más allá –exactamente como hizo Reagan con la Unión Soviética, en su mensaje sobre el “imperio del mal” al Parlamento británico hace 21 años–. El mismo día en que firmó una medida autorizando 87.000 millones de dólares adicionales para Irak y Afganistán, Bush describió su visión de un Irak modernizado y democrático como modelo regional. De modo separado, funcionarios de la administración dijeron que habían recibido una propuesta por un canal secreto, supuestamente proveniente de Saddam Hussein, ofreciendo en marzo pasado un acuerdo para evitar la guerra. Pero el contacto fue rechazado por la CIA. Aunque expertos en el asunto dijeron que la movida no tenía demasiado significado, críticos de Bush dijeron que el episodio era una nueva prueba de que Bush no había querido que nada interfiriera con su determinación de ir a la guerra.
En su discurso de ayer, Bush, una vez más, no hizo referencia a las bajas crecientes en Irak, incluyendo (también ayer) dos nuevos ataques fatales, llevando a 142 la lista de muertos desde que declaró el fin de las grandes operaciones de combate. Tampoco aludió a la sobreexigencia de los militares, ni al anuncio del Pentágono de que 132.000 soldados y reservistas serán enviados para reemplazar a unidades que han estado en la región por un año. En lugar de eso, advirtió que un fracaso en Irak alentaría a los terroristas en todo el mundo, y dijo que “el establecimiento de un nuevo Irak será un mojón en la revolución democrática global”. Ese, claramente, es el mensaje que dará durante su discurso ante una audiencia de dignatarios en Londres el 19 de noviembre, el eje de su visita de Estado. Y sus referencias a las despreciativas reacciones al discurso de Reagan en Westminster Hall no dejaron dudas de que está esperando que le pase lo mismo. “Parece difícil ser un europeo sofisticado y un admirador de Ronald Reagan al mismo tiempo”, dijo Bush citando un editorial de la época, y recordando el modo en que los observadores habían calificado al discurso del “imperio del mal” como “simplista e ingenuo, e incluso peligroso”. De hecho, la actual impopularidad de Bush y su administración –ampliamente percibida en Europa como excesiva, arrogante e ignorante– eclipsa incluso la de Reagan en el punto más alto de la Guerra Fría. Pero, subrayó Bush, nada lo detendrá.
Sesenta años en que las naciones occidentales se adecuaron y disculparon la falta de democracia en Medio Oriente no habían logrado convertir al mundo en un lugar más seguro, dijo el presidente a la Fundación Nacional para la Democracia. “Sería irresponsable aceptar el statu quo”, declaró, en defensa de su doctrina de acción preventiva como “una estrategia vanguardista de defensa”. Bush atacó las “colonias de opresión” en Cuba, Zimbabwe, Corea del Norte y Birmania (Myanmar), pero elogió a Marruecos y otros Estados árabes como Yemen, Bahrein y Jordania, que están dando algunos pasos hacia la democracia. Llamó a Egipto y Arabia Saudita a avanzar más rápido en el camino de las reformas y repitió sus habituales diatribas contra los líderes iraníes y palestinos que están bloqueando las aspiraciones reformistas de “sus pueblos”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.