Tras una maratónica serie de largas negociaciones, el gobierno griego alcanzó un acuerdo a nivel técnico con sus acreedores internacionales para obtener un tercer rescate financiero. El acuerdo le permitirá a Atenas, a cambio de llevar adelante una serie de reformas y ajustes, acceder a créditos por hasta 86.000 millones de euros. El premier griego, Alexis Tsipras, le pidió a la presidenta del Parlamento, Zoé Konstantonopoulu, que convocara a una sesión extraordinaria para mañana. De este forma, el proyecto será sometido a votación parlamentaria, de modo que el Eurogrupo (los ministros de Finanzas de la Zona Euro) pueda aprobarlo oficialmente el viernes.

Una de las mayores concesiones que los acreedores harán a Atenas será la reducción del superávit fiscal en un 11 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) durante los próximos tres años. Esto permitirá a las arcas griegas, señaló el diario español El País, ahorrar unos 20.000 millones en medidas de austeridad. Los acreedores concedieron que en 2015 el superávit primario fuera de un 0,25 por ciento (y no del 1 por ciento) del PBI. Para 2016 se ha previsto un superávit primario del 0,5 por ciento; para 2017, del 1,75 por ciento, y finalmente para 2018, del 3,5 por ciento, el objetivo que se había fijado inicialmente. Otro punto clave acordado consiste en la “recapitalización bancaria inmediata”, que contará con 10.000 millones de euros y se completará, según el documento, a finales de este año. Las autoridades griegas destacan esta cuestión, pues negociaron que serán los acreedores quienes harán frente a parte de la deuda de los bancos, alejando así el temor de los depositantes a sufrir quitas. De este modo, Grecia lanza el mensaje de que, en principio, no se recortarán los depósitos de más de 100.000 euros, como ocurrió en el salvataje a Chipre en 2013.

Sin embargo, el gobierno heleno también tuvo que acceder a una serie de concesiones. El diario griego Kathimerini adelantó una lista con las demandas de los acreedores, que incluye un aumento del impuesto a las navieras y un mayor despliegue de inspectores de Hacienda. También incluye el recorte de beneficios impositivos para agricultores y las islas del Egeo, una de las principales “líneas rojas” del gobierno de Syriza. Además, pidieron que se mantenga el controvertido impuesto inmobiliario y no se permita más que los evasores paguen sus deudas en cuotas.

La recta final de las negociaciones se inició después de que el lunes, los ministros de Finanzas, Euclides Tsakalotos, y de Economía, Yorgos Stathakis, retomaran conversaciones con los jefes de misión de las cuatro instituciones acreedoras –Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE), FMI y Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que en Grecia fueron apodadas de inmediato “la cuadriga”–. Las partes lograron cerrar el acuerdo, tras casi veinte horas de negociaciones, a altas horas de la madrugada de ayer. “Hay acuerdo aunque aún quedan flecos menores”, dijo Tsakalotos al término de las conversaciones. También se expresó en la misma sintonía la portavoz comunitaria, Annika Breidthdart. “Es un acuerdo a nivel técnico. Por el momento, no hemos alcanzado un trato a nivel político, pero es a lo que nos encaminamos”, señaló.

A lo largo del día, los gobiernos de la Unión Europea (UE) se comunicaron entre ellos para evaluar la situación. El gobierno alemán, que se manifestó a través de su portavoz, Steffen Seibert, señaló durante la noche del lunes que le preocupaba llegar más a un acuerdo exhaustivo que a un resultado apresurado. “No debemos olvidar que se trata de un programa de tres años, y por ello aquí también debe regir la regla de que, más importante que la premura, es la minuciosidad”, dijo la funcionaria. De este modo, había dejado en claro el deseo de Berlín de demorar el rescate para después de la firma de un crédito puente. Dicho préstamo, similar al que Atenas ya obtuvo en julio, hubiera servido sólo para hacer frente a algunos pagos inmediatos, como la devolución de 3400 millones de euros al Banco Central Europeo que vencen el próximo día 20.

Sin embargo, Tsipras hizo una ronda urgente de diplomacia telefónica para lograr la aprobación del acuerdo. El premier heleno se comunicó con la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, François Hollande, y el mandatario del Parlamento Europeo, Martin Schulz, para dar un empujón final a las negociaciones para un tercer rescate. En estas llamadas, Tsipras hizo hincapié en la necesidad de concluir las negociaciones sin obstáculos y en el espíritu de lo acordado por la Eurozona el pasado 12 de julio, y aseguró que Atenas ponía todo de su parte. La intervención de Tsipras fue decisiva, pues en las conversaciones telefónicas todos manifestaron su voluntad de llegar a un acuerdo, lo que permitió cerrarlo ayer por la mañana.

Por su parte, el premier heleno pidió que se convoque una sesión plenaria del Parlamento para mañana, con el fin de ratificar el acuerdo. “La naturaleza crucial de la situación exige la convocatoria inmediata del Parlamento para proceder a la aprobación de la operación y permitir el desembolso de la primera entrega”, dijo Tsipras.

Grecia espera poder obtener un primer desembolso de 24.000 millones de euros, de los que prácticamente nada podrá utilizarse en favor de la población. Del primer pago, 10.000 millones se destinarán a recapitalizar la banca, 7200 millones a devolver el crédito puente obtenido de los socios de la Eurozona en julio y otros 5000 millones al pago de vencimientos al FMI y al BCE, en agosto y septiembre.

El anuncio de ayer desencadenó una reacción positiva en los mercados griegos. La Bolsa de Atenas abrió con una tendencia al alza que llegó hasta el dos por ciento. En tanto, los intereses de los bonos griegos a dos años cayeron cuatro puntos.