Miércoles, 1 de junio de 2016 | Hoy
EL MUNDO › LA ALCALDESA ANNE HIDALGO DIJO QUE “FRANCIA NO ESTá A LA ALTURA DE LA CRISIS”
Para poner fin a los precarios campamentos a los que la alcaldesa Hidalgo calificó de “indignos”, el gobierno municipal anunció que planea dar una respuesta concreta al flujo migratorio. La funcionaria dijo que el Estado será un socio en el proyecto.
Ante el drama de los migrantes, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, anunció ayer su intención de crear un campo de refugiados en la capital francesa, donde las autoridades desmantelan regularmente campamentos ilegales. “Hoy Europa no está a la altura de la crisis humanitaria de refugiados. Nuestro país tampoco. Nosotros instalaremos un campo humanitario según las normas de la ONU en París para hacer frente a la urgencia de la situación”, explicó la alcaldesa socialista quien, desde hace meses, intenta desmarcarse del ejecutivo de Hollande, con records de impopularidad.
“Quiero que el Estado sea un socio” en la construcción de un campo de refugiados en París, aseguró Hidalgo, citada por el portal de noticias local de la revista Le Nouvel Observateur. Otros socios del proyecto y los encargados de gestionar el campo serían las ONG Emmanus, France Terre d’Asile y Aurore. “La idea es que no veamos más campos indignos” y que “las personas que llegan sin nada no se vean obligadas a ir debajo del subte”, agregó la funcionaria. Fuentes cercanas a la alcaldesa dijeron a Le Nouvel Observateur que el campo de refugiados se ubicaría dentro de la ciudad de París, en el norte, en el barrio 18, y albergaría entre 500 y 1000 personas que “hoy viven de forma indigna en las afueras de la capital”.
Para los migrantes sirios, iraquíes o procedentes del Cuerno de Africa, Francia es sobre todo una zona de tránsito para llegar a Gran Bretaña. Sólo se registraron 80.000 solicitudes de asilo en 2015, frente al millón en Alemania. Aunque Francia no se encuentra en primera línea de la crisis de refugiados que atraviesa a Europa, París se ve confrontado desde hace más de un año “a un flujo migratorio sin precedentes”, según el ayuntamiento. Las autoridades desmantelan regularmente campamentos provisionales por razones de seguridad y de salubridad. Sus residentes son enviados a centros de acogida temporales. Poco tiempo después, vuelven para crear otro campamento.
Para poner fin a esos campamentos, la alcaldesa anunció la creación de un campamento de refugiados que siga las normas internacionales, con un mínimo de sanitarios por persona. Será parecido al único campamento de este tipo existente en Francia, creado en marzo en Grande-Synthe (norte), con el apoyo de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF). El espacio no verá la luz antes de un mes. El terreno, cuya ubicación todavía no está fijada, deber ser “suficientemente amplio para acoger a varios cientos de personas’’, agregó Hidalgo, sin dar más detalles.
El gobierno francés quiere evitar que los migrantes se reagrupen en un mismo lugar y tiene la intención de repartirlos por todo el territorio. Asimismo, el ejecutivo dio la orden a finales de febrero pasado de desalojar y destruir todas las casillas del principal campo de refugiados improvisado en esa potencia europea, Calais, en el norte del país. Inmediatamente empezó a crecer otro campo de refugiados al noreste de allí, en Grande-Synthe, cerca de la frontera con Bélgica. A diferencia de Calais, esa comunidad decidió mejorar las condiciones de ese campo y evitar una crisis humana y política como la que aún se vive en Calais.
De hecho, a sólo tres meses del desalojo masivo de finales de febrero, nuevamente más de 7.000 personas viven en carpas improvisados en Calais. En Grande-Synthe, la administración Hollande se opuso a la iniciativa del alcalde ecologista de esta localidad, que impulsó la creación del campamento después de que 1.500 personas se instalaran en una zona empantanada de la ciudad.
El anuncio de París se conoció apenas días después de que más de mil refugiados y migrantes murieran en el Mediterráneo, no muy lejos de la costa libia, intentando llegar al sur de Italia para construir una nueva vida en Europa, según informó ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El proyecto coincidió con la reapertura del tren que solía cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia, hasta que este último país cerró el paso y dejó varados a decenas de miles de refugiados, muchos de los cuales improvisaron allí mismo un campo sin infraestructura, en el medio del barro. Esos refugiados se instalaron en las vías del tren regional y bloquearon su paso durante más de dos meses. Ayer, tras el desalojo de la policía griega al llamado campo de refugiados de Idomeni, el servicio ferroviario volvió a funcionar.
Hasta hace sólo unos meses esta frontera era una parte central de la llamada ruta de los Balcanes, que utilizaron más de un millón de refugiados el año pasado para subir desde Turquía hasta el norte más rico de Europa.
Los refugiados, especialmente que escapaban de la guerra en Siria y el continuo conflicto en Afganistán, entraban al continente desde Turquía, cruzaban en gomones unas 10 millas del Mar Egeo hasta Grecia y luego continuaban a través de los países balcánicos hasta alcanzar Hungría, luego Austria y, finalmente, Alemania y los estados nórdicos.
Tras un breve paréntesis de unas semanas en septiembre pasado, cuando todos los estados europeos abrieron sus fronteras, ofrecieron sus trenes y colectivos, y recibieron con emoción a cientos de miles de refugiados de Medio Oriente y Africa, uno a uno los estados levantaron vallas, restablecieron los controles fronterizos y frenaron, por todos los medios, la columna interminable de demandantes de asilo.
Más de 200.000 migrantes llegaron a la Unión Europea (UE) desde enero cruzando el Mediterráneo y más de 2500 fallecieron en el intento, según un recuento de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) publicado ayer en Ginebra.
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