EL MUNDO › RESPUESTA A UNA PREGUNTA DE PáGINA/12 EN RUEDA DE PRENSA CON CORRESPONSALES EXTRANJEROS EN BRASIL

Carta privada del Papa para consuelo de Dilma

Pese a que el texto de la correspondencia se mantiene en reserva, cualquier descifrador de signos comprende que se trata de un apoyo, mucho más si se lo enmarca en la fluida relación política construida por ambos en los últimos años.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Bendecida por Francisco. Al Papa no le cae en gracia el golpe que se gesta contra Dilma Rousseff , lo cual fue insinuado en los últimos meses a través de una serie de gestos discretos, pontificios. Posiblemente el más elocuente haya sido la correspondencia que le envió a la presidenta a punto de ser destituída.

“El (Francisco) escribió una carta para mí, pero no voy a declarar nada más sobre el tema, sólo diré que no fue una carta oficial, no fue una carta del Papa como representante del Vaticano, no es una carta para ser divulgada” declaró ayer Dilma ante una pregunta de este diario. Tras lo cual agregó que le “ gustaría mucho ser recibida por el Papa, siempre me gustaría”. Pese a que el texto de la correpondencia se mantenga en reserva cualquier descifrador de signos comprende que se trata de un apoyo, mucho más si se lo enmarca en la fluida relación política contruida por ambos en los últimos años.

El vínculo surgió en marzo de 2013, cuando la católica no practicante Rousseff, que había roto el diálogo con Joseph Raztinger - el Papa alemán militó contr Dilma y a favor del candidato conservador José Serra en las presidenciales de 2010- viajó al Vaticano donde fue recibida por Bergoglio que horas más tarde sería entronizado como jefe del estado Vaticano. Una persona, ex seminarista, que estuvo en ese encuentro dijo que Dilma lo felicitó por ser el primer Papa latinoamericano, y recibió como respuesta una aclaración “latinoamericano y peronista”. “Allí empezó una empatía” dijo ese testigo directo del encuentro. Esa afinidad continuó, y el gobierno dilmista apoyó con logística e iniciativas políticas la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en julio de 2013 en Rio de Janeiro, cuando volvieron a reunirse.

Rousseff concedió ayer una una entrevista a corresponsales en el Palacio de Alvorada, un predio contiguo al Palacio de Jaburú, donde mora el vicepresidente, y presidente interino, Michel Temer que está pronto a mudarse de vivienda.

Ocurre que Temer está seguro, como todo el mundo, de que a fin de mes habrá dejado de ser mandatario provisorio y pasará a ser definitivo, con derecho a ocupar Alvorda, en razón de la muy probable destitución de Dilma en el juicio político sustanciado en el Senado, un proceso viciado de parcialidad. “Quieren condenarme sin que haya cometido ningún delito” reclamó Dilma a siete días del inicio del juicio.

La correspondencia de Francisco es un iniciativa que demuestra su posible descontento con un proceso anómalo contra una presidenta legítima pero también merece ser evaluada por sus implicancias diplomáticas en una región donde todavía prevalece el catolicismo, sitiado por el evangelismo neocon. Una corriente político-religiosa de la que es una expresión acabada el poderoso Eduardo Cunha, uno de los hombres fuertes del gobierno, quizá tanto o más que el propio Temer, de quien es socio desde hace tiempo.

Dilma vislumbra que debajo del “golpe parlamentario” se agazapa la ameneza del despotismo político y la represión. Cuando la entrevista trató sobre las tentaciones autoritarias de varios miembros del gabinete ella recomendó recordar los versos de Bertolt Brecht. Posiblemente se refería a aquellos en que el dramaturgo contaba como el nazismo fue haciéndose fuerte en una sociedad alemana cada vez más tolerante con la barbarie. Se percibe que el tema le preocupa a la mandaaria electa: hace poco más de un mes habló sobre como el golpe se disimula a través de una “cotidianeidad Anómala” y citó la “banalidad del mal” de la filósofa alemana Hanna Arendt.

En este Brasil que se avecina a la etapa post democrática son frecuentes las declaraciones que claman por la intolerancia política y la caza de brujas. Se huele el tufo de venganza contra el Partido de los Trabajadores (PT) y Luiz Inácio Lula da Silva, quien podría ser impedido de candidatearse en 2018 a través de alguna condena judicial forzada.

Cuando surgió la pregunta sobre el riesgo de proscripción o desaparición del PT, Dilma dijo que ninguna de las dos hipótesis es probable.

“Un partido con el tamaño y la tradición del PT es fruto de todo un movimiento social, el viene de la tradición del laborismo con (el ex presidente) Getulio Vargas y Leonel Brizola (líder nacionalista que resisitió el golpe de 1964), del despertar sindical con Lula, el PT es el fruto del movimiento religioso, del despertar del movimiento de las mujeres, de los negros y los indios. Es fruto de un cambio de la base de la sociedad y de la afirmación de la ciudadanía, con la gente como sujeto. El PT es una ruptura con la idea de que el pueblo brasileño tiene que ser sumiso. Es la resultante de un proceso fuertísimo de representación política. Yo creo que el PT sabrá superar los procesos difíciles que atraviesa”.

Dilma confirmó que se defenderá en persona ante el Senado probablemente el 29 de agosto. “El Congreso no tiene dueño, hay que disputar todos los espacios democráticos, yo no voy a darles a ellos (adversarios) el monopolio de los espacios ni de las demás instituciones de mi país”. Yo no puedo permitirme vacilar, hacerme preguntas como ´¿si pasa esto, y si pasa aquello?’, yo debo luchar.”

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La presidenta electa conversa con corresponsales en el Palacio de Alvorada.
 
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