EL MUNDO › SóLO UNO DE CADA DIEZ MIGRANTES AFRICANOS QUE LLEGAN A ITALIA SE FUE POR RAZONES ECONóMICAS

“Mejor morir en el mar que vivir en Libia”

La mayoría emigra por persecuciones religiosas o políticas, por guerras o por normas locales, como el servicio militar por tiempo indeterminado, que rige en Eritrea, y los obliga a transformarse en represores o asesinos por orden de sus superiores.

 Por Elena Llorente

Página/12 En Italia

Desde Roma

Al contrario de lo que muchos creen, sólo uno de cada diez de los miles de migrantes africanos que llegan anualmente a Italia escapa de su país por razones económicas, dice una reciente investigación. La mayoría en cambio lo hace por persecuciones políticas o religiosas, por guerras o por normas locales, como el servicio militar por tiempo indeterminado (Eritrea), que los obliga de hecho a transformarse en represores o asesinos por mandato de sus superiores.

Los migrantes atraviesan Africa para poder llegar a Europa, en un viaje que puede durar hasta 20 meses, 14 de ellos pasados en Libia. Y los malos tratos, extorsiones, violaciones, las mujeres como esclavas del sexo, las torturas, están a la orden del día. Por eso algunos dicen que es mejor morir en el Mediterráneo que quedarse en Libia.

Entrevistando a unos mil migrantes llegados a Italia de países africanos en los últimos tres años, la organización humanitaria no gubernamental Médicos para los Derechos Humanos (MEDU) logró estos datos y armó un mapa interactivo en Internet (Exodos), para mostrar al mundo por qué escapan, cuáles son las rutas que los migrantes se ven obligados a elegir, el rol de los traficantes, la dificultades por las que pasan y la tragedia que eso puede significar para el resto de su vida, explicó en una rueda de prensa de presentación Alberto Barbieri, médico coordinador general de MEDU.

De los 1000 migrantes entrevistados, 870 son hombres y 130 mujeres con una edad media de 26 años. Entre ellos, 133 son menores de edad que viajan a menudo solos. La mayoría de ellos proviene del llamado Cuerno de Africa (Eritrea, Somalia, Etiopía) y del Africa Subsahariana, principalmente de países como Nigeria, Senegal, Congo y Sudán.

Son cinco las rutas que los migrantes atraviesan en África para llegar a Europa. “La principal de ellas pasa por Níger y llega a Libia –dijo Barbieri– para luego llegar a Italia por mar. El viaje desde el país de origen puede durar en total unos 20 meses, 14 de ellos pasados en Libia. Otra ruta importante es la que viene del Cuerno de Africa, pasando por Sudán para llegar a Libia, principal puerto del Mediterráneo para partir hacia Italia.” Las cifras pagadas por los migrantes pueden variar de 200 a 1500 euros para atravesar el desierto del Sahara y hasta 1000/1800 para cruzar el Mediterráneo.

La investigación demostró también que “las torturas y las violencias de todo tipo son una experiencia trágicamente común a lo largo del viaje por Africa y en Libia. Más del 90 por ciento de los entrevistados contó que sufrió violencias intencionales o torturas”, dijo Barbieri. En los centros de recepción de migrantes de Sicilia, donde MEDU trabaja, el 82 por ciento de 162 pacientes tratados presentaba marcas físicas de las violencias, además de problemas psíquicos como depresión, ansiedad y problemas para dormir.

MEDU, además de ofrecer asistencia médica y psicológica a los migrantes, trata de prepararlos para el interrogatorio que deberán afrontar a nivel oficial con las autoridades italianas que determinarán si el caso merece ser calificado o no como refugiado, es decir si se trata de un perseguido político o religioso o escapa de una guerra. Porque los que escapan de la pobreza no tienen ningún derecho al asilo ni a ser acogidos en Europa. “Es impresionante el tecnicismo de las comisiones que interrogan a los migrantes –dijo a los periodistas el psiquiatra de MEDU Giuseppe Connela–. En menos de una hora hacen que el pobre migrante se juegue su futuro. No tienen en cuenta cómo plantean las preguntas, no se dan cuenta de que frente a sí tienen una persona con un estado de salud muy debilitado.” De hecho, las aceptaciones de parte de las autoridades italianas han disminuido a poco más del 60 por ciento de las solicitudes, según la investigación de MEDU. Los restantes, según las normas europeas, deben ser deportados.

Las mujeres migrantes son un caso aparte, y tal vez más grave todavía. Padecen malos tratos y violaciones de parte de cualquiera como contó la psicóloga de MEDU, Anna Dessi. “Muchas dejan el propio país por los maltratos familiares. Las mujeres viajan como los hombres, en camiones o camionetas, para atravesar el desierto. Y cada vez que hay cambios de camionetas o controles de policías o ejército, son víctimas de violencias. Se salvan sólo cuando tienen la menstruación. Otras, en Libia, pueden ser secuestradas por la calle y usadas como esclavas sexuales por los militares. Mujeres jóvenes han sido violadas y han visto violar delante de ellas a sus propias hijas. Otra migrante contó que una chica se había caído del camión que las transportaba por el desierto y que nadie se paró para ayudarla”, dijo, sintetizando lo que le han contado sus pacientes en los centros de asistencia para migrantes.

Con los médicos y psicólogos que trabajan en MEDU, lo hacen también numerosos “mediadores culturales”, es decir ex migrantes que actúan ahora como intérpretes entre los médicos de MEDU y la gente de sus propios países, para comprender lo que están viviendo y poder así ayudarlos.

Entre ellos Ibrahim, 31 años, que llegó Italia en 2009 desde Nigeria. Atravesó el desierto del Sahara en un camión con otras cien personas. “Veníamos amontonados arriba de bolsas de alimentos para animales. Pero nosotros no teníamos qué comer –contó a Página/12–. El viaje duró casi dos semanas. Cuando nos acercábamos a Libia, el medio de transporte cambió. Eran camionetas para cinco o diez personas y había que pagar de nuevo a estos otros traficantes. Ellos ganaban más dinero y nosotros no teníamos otra posibilidad. Pero la muerte en el desierto, te lo aseguro, es peor que en el mar.” Ibrahim estuvo en distintos lugares de Italia, incluso en Rosarno –Calabria, sur de Italia–, un lugar donde los terratenientes reúnen migrantes para trabajar en la cosecha de la naranja. Ibrahim llegó a Rosarno poco después de una revuelta de los migrantes contra los explotadores esclavistas (que produjo numerosos heridos) por las pésimas condiciones de vida a la que son sometidos. Hace un año que trabaja como mediador de MEDU. “Después de lo que yo pasé, quiero darles una mano a los otros, ayudarlos. Sinceramente creo que es necesario hacer un poco más por los migrantes. Es inhumano todo lo que sucede”, añadió.

Otro mediador, Thiernó, contó: “La democracia no existe en Africa. La policía extorsionar. Encarcela a cualquiera para pedirles plata a sus padres. Cuando los migrantes llegan a Libia, a veces los meten en la cárcel para pedir dinero a su familia. Y si no lo mandan, no salen nunca más. Por eso muchos prefieren morir en el mar que quedarse en Libia...”

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Los migrantes siguen prefiriendo el riesgo de morir en el mar a quedarse en sus países de origen.
Imagen: EFE
 
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