EL MUNDO › SEGUN EE.UU., LOS 600 MUERTOS EN FALUJA ERAN INSURGENTES
Los habitantes lloran a sus víctimas
Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad
En un abandonado refugio antiaéreo del oeste de Bagdad, ayer, varias personas de Faluja se agazapaban temblando en la oscuridad y recordaban cómo sobrevivieron a siete días de asedio. No todos lo lograron. En una carpa, afuera, un grupo de familiares lloraba a Mushref Mohi, que tenía 70 años cuando empezó el sitio. Murió de agotamiento durante las ocho horas que su familia tuvo que pasar en un retén norteamericano, mientras esperaba para escapar de la ciudad. “Andaba bien de salud y solía caminar por todos lados, en vez de manejar”, dijo su hermano Rabbia Mohi Maloud al Daraji, mientras recibía las condolencias. “Pero nos hicieron esperar desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde porque revisaban cada auto durante media hora. No pudo soportar el esfuerzo.”
Ayer, unas 88 personas de Faluja se amontonaron en el refugio antiaéreo número 24, un viejo bunker pintado de verde y blanco en un intento por camuflarlo, en el distrito de Amariyah, en Bagdad. Las camas estaban alineadas a lo largo del corredor de la entrada, apenas iluminado con unas lamparitas que titilaban durante los frecuentes cortes de electricidad. “¿Parecemos combatientes?”, preguntó Milouq Abbas, una mujer de mediana edad vestida de negro, mientras señalaba a sus tres hijos. Al igual que otros sobrevivientes, se indignó cuando los marines norteamericanos declararon que los 600 muertos y 1200 heridos en Faluja eran insurgentes armados, en su mayoría. A pesar de que las familias de este refugio son muy pobres, pudieron juntar dinero entre ellos, el suficiente para alquilar una carpa y velar a Mushef Mohi, como se acostumbra en Irak. En una esquina de la carpa estaba Abdul Salaam, un chico de 20 años ciego de nacimiento. “Escuché el rugido de las bombas y sentí miedo”, dijo. “No puedo leer, pero me sé de memoria varias partes del Corán. Así que empecé a recitarlas en silencio.”
El que nos llevó al refugio fue el doctor Abed al Illah, un especialista en medicina interna que también es representante del Partido Islámico Iraquí (que integra el Consejo de Gobierno iraquí). Acababa de visitar el Hospital de Faluja. “Entre los 600 muertos había 350 mujeres y niños. Uno de ellos apenas tenía ocho meses. Muchos murieron por heridas simples y podrían haberse salvado si hubieran recibido atención médica”, contó. La bronca de iraquíes como Illah –un veterano opositor a Saddam Hussein– por la masacre de civiles en Faluja muestra que a Estados Unidos le quedan pocos amigos en Irak. “Dicen que todos los heridos son combatientes y no nos dejan llevarlos. Las familias no pueden escapar por los francotiradores”, explica.
En la puerta de la sede del Partido Islámico Iraquí, en Amariyah, hay un poster del Sheikh Yassin, asesinado el mes pasado por un misil israelí. Puertas adentro, otros miembros del partido, árabes sunnitas en su mayoría, oficialmente aliados a Estados Unidos, hablaron con un encendido nacionalismo. “Estamos cuidando a 400 familias de Faluja”, dijo Muneeb al Durubi. “Lo más importante de estos días es una especie de casamiento entre los sunnitas y los chiítas. Los norteamericanos quieren que nos dividamos, pero los chiítas están aportando alimentos, remedios y armas. Y han abierto sus hogares a los refugiados”, indicó. Según él, sólo los líderes kurdos fueron verdaderamente leales a Estados Unidos.
Un importante desarrollo en la última semana fue que, debido al ataque en Faluja y la ofensiva angloestadounidense contra el clérigo Muqtada al Sadr, cada vez hay menos iraquíes en los que Estados Unidos puede confiar. Washington quiere crear fuerzas de seguridad iraquíes, pero cuando a los 620 hombres del 2º batallón del nuevo ejército iraquí entrenado por norteamericanos se les ordenó marchar a Faluja a ayudar a los marines, se negaron a ir. Los funcionarios norteamericanos estiman que entre un 20 y un 25 por ciento de las fuerzas de seguridad de Irak –policías, paramilitares y militares– ha desaparecido, cambiado de bando o negado a cooperar con Estados Unidos. Los iraquíes que trabajan con cualquier tipode extranjero cada vez tienen más miedo de que se los acuse de colaboracionistas.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.